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Un año de pandemia convierte el centro de Benidorm en un mar de locales comerciales vacíos

Negocios tradicionales y grandes franquicias abandonan la «milla de oro» por el elevado precio de los alquileres y la falta de compradores

Algunos propietarios ofertan con grandes carteles sus locales en busca de inquilinos. | JOSE NAVARRO

Así como la pandemia causada por el coronavirus SARS-CoV 2 irrumpió de golpe en nuestras vidas para cambiarlas por completo casi de la noche a la mañana, sus consecuencias económicas se han ido observando de forma lenta, como un goteo que ha ido dejando por el camino, gota a gota, un reguero de pérdidas, cierres, despedidas cuyo efecto es ahora más ya del todo palpable. Una radiografía de las principales consecuencias que ha dejado este año de pandemia en Benidorm es el elevado cierre de comercios que se ha producido en la capital turística de la Costa Blanca, fundamentalmente en las calles más céntricas, donde el elevado precio de los alquileres —hasta 15.000 euros mensuales— y la falta de turistas que para comprar en las tiendas ha llevado a comercios tradicionales y también a grandes franquicias a bajar definitivamente la persiana para cerrar su grifo de pérdidas.

Uno de los últimos establecimientos que ha cerrado hace escasos días en la plaça de la Creu. | JOSE NAVARRO

Martínez Alejos, Gambo, Ruzafa o incluso el Paseo de la Carretera, el epicentro de lo que podríamos llamar la «milla de oro» comercial de la ciudad, se han llenado en pocos meses de locales vacíos, algo que ni siquiera ahora, cuando la recuperación parece estar ya llamando a la puerta, parece tener remedio. Massimo Dutti fue el pasado febrero una de las primeras sacrificadas dentro de un paquete de cierres ejecutado por Inditex a nivel global y que afectó a un total de siete establecimientos en distintos municipios de la provincia de Alicante. Sin embargo, no ha sido la única franquicia que se ha quedado por el camino. Parfois, Tiger y varias sucursales de grandes cadenas de perfumerías o de tiendas deportivas son algunos de los negocios que también han bajado la persiana en los últimos meses en las calles más céntricas de la ciudad turística, a las que también se han sumado establecimientos con décadas de negocio a sus espaldas, como la zapatería Martín o la tienda de maletas y bolsos Paco Martínez.

Raúl Parra, presidente de la Asociación Independiente de Comerciantes de Benidorm y Comarca (Aico), reconoce que se ha cumplido lo que su agrupación ya advirtió: «El covid-19 nos ha destrozado». Y que, a pesar de todos los esfuerzos que han hecho muchos empresarios para quedarse, «muchas veces ha acabado por ser inviable. Hay quien ha cerrado porque pagaba 9.000 euros de alquiler y estaba haciendo cien euros de caja al día. ¿Quién puede sobrevivir así?», se pregunta el comerciante, que además lamenta que muchos propietarios de locales «no han sido o no han querido ser conscientes de que estábamos atravesando una situación muy, muy difícil, y han preferido perder a sus inquilinos a renegociar los precios o hacer alguna rebaja que les hubiera salvado del cierre».

El sector comercial ha sido, sin duda, uno de los grandes perjudicados por la epidemia. Un estudio presentado esta misma semana por la patronal CEV -la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana-, correspondiente al primer trimestre de 2021, pone de manifiesto que el comercio perdió en este periodo en la provincia de Alicante 542 negocios. Prácticamente seis al día durante el periodo analizado.

Para intentar frenar esta sangría, la asociación Aico, junto a representantes de otros sectores, como los bares y restaurantes (Abreca-Cobreca) o las agencias de viaje (Avibe), han reclamado al Ayuntamiento de Benidorm la creación de una mesa de trabajo en la que trazar propuestas que permitan reflotar a estos sectores a partir de ahora, cuando el fin de las restricciones a la movilidad permitirá que comiencen a llegar los primeros turistas nacionales. Raúl Parra explica que el comercio de Benidorm, como prácticamente todo en la ciudad, tiene una altísima dependencia del turismo: «Los turistas compran y tienen que tener su espacio, probablemente en calles como Gambo o el Paseo de la Carretera, pero las tiendas que no están tan enfocadas al turista necesitan otra zona donde los alquileres sean más razonables para poder subsistir».

Además del centro, otro de los barrios donde más acusado ha sido el cierre de locales es en la denominada «zona guiri», donde prácticamente están sin actividad el 70 por ciento de sus establecimientos a la espera de que se reabran las fronteras.

El edil de Comercio, Lorenzo Martínez, reconoce que el cierre de establecimientos en las calles más céntricas comienza a ser «preocupante», aunque confía en que muchos locales se llenen pronto de nuevos negocios. El concejal explica que desde el Ayuntamiento se han articulado algunas medidas, como la tramitación de la solicitud de Zona de Gran Afluencia Turística de larga duración, que permitirá a las tiendas de más de 300 metros cuadrados abrir todos los domingos y festivos entre el 5 de junio y el 15 de enero, para evitar la fuga de compradores a municipios limítrofes.

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