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La pandemia provoca la mayor disminución de la natalidad en la provincia en los últimos 70 años

Los nacimientos caen un 9% entre enero y abril en relación a los cuatro primeros meses de 2020 - La crisis sanitaria acentúa la tendencia a tener menos hijos por la incertidumbre económica y las pautas sociales

Un parque infantil sin niños en Benifato. | DAVID REVENGA

La pandemia de covid-19 está teniendo también consecuencias demográficas, cuyo efecto tendrá además un recorrido muy largo. La crisis sanitaria ha provocado el mayor descenso de la natalidad en la provincia en los últimos casi 70 años. En los cuatro primeros meses de 2021 han nacido 3.971 niños y niñas en la demarcación alicantina, casi un 9% menos que en el mismo periodo de 2020. Comparado con los mismos meses de 2019, la diferencia roza el 11%. Y esa disparidad, además, ha quedado mitigada por la cifra del mes de marzo, que ha sido una anomalía positiva en medio de una serie que no mostraba registros tan bajos desde la década de 1950.

Es lo que ponen de manifiesto los datos publicados el lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en los que se aprecia de forma brutal el impacto demográfico de la crisis sanitaria. En diciembre del año pasado, nueve meses del estallido de la pandemia, la natalidad fue un 15,3% inferior a la del mismo mes de 2019: 969 nacimientos frente a 1.144. Sin embargo, el verdadero descalabro llegó en enero, cuando vinieron al mundo 931 niños y niñas en la provincia, cuando 12 meses antes habían sido 1.217; es decir, una diferencia del 23,5%. Por lo tanto, el confinamiento de la primavera de 2020 no trajo ningún «baby boom», como apuntaron muchos chascarrillos, sino justamente todo lo contrario.

El repunte puntual de los alumbramientos en marzo coincide con el fin del estado de alarma en junio de 2020

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Tampoco se superaron el millar de nacimientos en febrero y abril de este año, aunque en marzo la cifra sí remontó a 1.101, solo uno menos que un año antes. Si retrocedemos nueve meses, nos encontramos con que esos niños debieron concebir en junio de 2020, cuando se levantó el primer estado de alarma y, por tanto, resulta plausible que hubiera un mayor optimismo e incluso una cierta euforia entre la población. Sin embargo, la natalidad volvió a ser en abril un 5,7% inferior a la del mismo mes del año pasado, y de nuevo quedó por debajo de 1.000 alumbramientos, en 982.

Para encontrar antes de 2020 un mes con menos de un millar de nacimientos en la provincia hay que retroceder a febrero de 1998. Pero el primer precedente de un dato inferior a los 950 alumbramientos mensuales, como ocurrió en enero, se sitúa nada menos que en agosto de 1954, cuando hubo 811, según los registros históricos que ofrece el INE. Ese verano de hace 67 años registró una natalidad muy baja, también con menos de 950 alumbramientos en junio y julio. Había ocurrido también entre abril y septiembre de 1953, con entre 861 y 923 nacimientos mensuales a lo largo de todo ese periodo.

Agosto de 1954 había sido el último mes con menos de 950 nacimientos en la provincia hasta enero de 2021.

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Los meses con menos de 1.000 nacimientos en la provincia fueron habituales, aunque no mayoritarios, entre 1949 y 1952. Y cuando sí fueron algo generalizado fue en 1941 y 1942, en plena posguerra. Es decir, la caída de la natalidad que se ha producido en los últimos meses es similar a la registrada en diferentes momentos hace siete u ocho décadas, cuando, ni que decir tiene, las condiciones socioeconómicas e higiénicas estaban a años luz de las actuales, especialmente al inicio de la década de 1940. Las situaciones no son comparables en absoluto, pero que se den ahora registros de nacimientos como los de entonces da una idea del impacto que ha tenido la pandemia de covid-19, al agravar la caída de la natalidad que se había iniciado en 2009.

Hace ahora 12 años, la crisis económica hizo que se rompiera la tendencia al alza en el número de nacimientos de la década anterior. Unas circunstancias poco propicias se sumaron al asentamiento de pautas sociales en donde la maternidad se posterga para dar preferencia a la consolidación profesional; en esta línea va el hecho de que ser madre después de los 40 años se ha convertido en algo totalmente habitual. Esa conjunción de factores permanecía al desatarse la pandemia en marzo de 2020.

La crisis sanitaria no ha hecho más que incidir, y mucho, en esta situación, con otro agravante añadido como puede ser el miedo a contraer el coronavirus. Por todo ello, no sorprenden estas cifras ahora que empiezan a verse los efectos demográficos de la pandemia. Resulta fácil pensar que este aumento en la caída de la natalidad se mantendrá, dado el contexto sanitario del otoño de 2020 y el invierno de 2021, quizá no el más optimista para decidirse a procrear.

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