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José Bernabéu: El estudiante del tranvía número 4

El estudiante del tranvía número 4

Más importante que colocar un clavo es saber cómo y dónde colocarlo. La frase, pronunciada por Francisco Bernabéu, conocido en Mutxamel como «don Francisco, el mestre», fue asimilada hasta el extremo por cada uno de sus hijos: Paco, el primogénito, que acabaría convirtiéndose en el querido y respetado último director general de la Caja de Ahorros Provincial de Alicante; Mari Carmen, abocada al magisterio siguiendo los pasos de su padre; y Pepe, el menor, quien, al exprimir el consejo paterno, extrajo la conclusión de que lo más grande que le puede pasar a uno en la vida es elegir y dedicarse a lo que le gusta. Y en esas, el más joven de los «fills del mestre» acabó decantándose por la ciencia hasta el punto de convertirse en uno de los físicos más reputados del país.

Todo comenzó entre Mutxamel y Alicante, unidas por el tranvía número 4, medio de transporte que, desde la mitad de los años cincuenta, acercaba día tras día al joven estudiante a la parada del Panteón de Quijano, a tiro de piedra del instituto Jorge Juan, donde comenzó a cultivar su amor por la rama de ciencias.

Aquel trayecto diario, junto con los también mutxameleros José Ramón Ferrándiz «El Boticari» y Baldomero Antón «El de Lletres», trufado de complicidad con las cigarreras -trabajadoras de la fábrica de tabaco que, durante la hora del trayecto, observaban y comentaban el repaso de las asignaturas que con anterioridad, en su casa, ya había preparado con su madre María- entró a formar parte del paisaje de una entretenida juventud, repartida entre el pueblo -con los partidos de fútbol junto al cura Barceló-, el Jorge Juan -con profesores y compañeros de aula que le dejaron huella-, y la representación teatral, otra afición de su etapa estudiantil que cristalizó con varias representaciones, entre ellas la obra de Lope de Vega El villano en su rincón en el Teatro Chapí de Crevillent, documentada en un incunable rescatado por un compañero del Preuniversitario 1961-62.

Curiosamente, pese al sello de ciencias que cubría su vocación, quedaron grabadas en su mente las clases de filosofía impartidas por Fernando Puig, quien, entre el silencio sepulcral y respetuoso del aula, mostró las primeras nociones sobre espacio, tiempo y cosmología. O, ni qué decir tiene, las matemáticas, materia en la que su compañero y amigo Eliseo Pascual, que años después destacaría como eminente reumatólogo, puede dar constancia de la pericia de Bernabéu como discípulo aventajado y alumno referente que, clase tras clase, era elegido por el profesor Antonio Villora para plasmar sus indicaciones en la pizarra. O las clases de literatura española de María Pascual, en las que disfrutaba con la lectura pública de las obras maestras elegidas por la profesora.

Sin tener claro por dónde ajustar el tiro, pero a sabiendas de que lo suyo eran la ciencia, el joven Pepe deja Alicante para proseguir sus estudios con el selectivo en Valencia gracias a una beca de residencia que le abre las puertas del Colegio Mayor Luis Vives. Su curiosidad por los conceptos y la investigación, junto al magisterio del profesor Joaquín Catalá, acaba decantando su preferencia hacia la física, carrera que cubre con la máxima calificación (14 matrículas de honor) y que da paso al doctorado, que obtiene con premio extraordinario.

En ese camino se cruza, asimismo, su director de tesis doctoral, el profesor Pedro Pascual, destacado científico y creador de la escuela valenciana de Física Teórica, cuyo consejo encamina sus pasos hacia el prestigioso CERN, en Suiza. Así, acompañado por su esposa María Victoria, también maestra, se traslada a Ginebra para iniciar una estancia posdoctoral en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas. En una etapa de ocho años entró como becario, siguió como investigador asociado y más tarde como miembro del personal científico, pese a que en esa época España todavía no era aún Estado miembro del Laboratorio. En esa etapa ginebrina nacen sus hijos Pepe y Roger. Desde 1978, su actividad científica se desarrolla primordialmente entre la Universidad de Valencia y el CERN.

Al mismo tiempo, extiende su docencia por diversas universidades (Lovaina, Bergen, Lyon, La Plata, París-Orsay, UNAM…) y es nombrado gestor del Programa Nacional de Física de Altas Energías.

En el apartado de investigación dirige su trabajo al área de la física de partículas elementales, labor que coloca foco en la unificación de las interacciones electro-débiles y las implicaciones de la ruptura espontánea de la simetría gauge, que proporciona el origen de la masa a través del mecanismo de Higgs. De igual forma, celebrados fueron sus estudios sobre la violación de la simetría entre materia y antimateria y la violación de inversión temporal en las leyes de la física, o su tarea en física de neutrinos, las partículas que apenas tienen masa.

Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio, Académico de tres Academias, entre ellas la Española de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Premio Nacional de Física, Premio Jaime I y Presidente de su Comité de Investigación Básica desde 2009, entre otras distinciones, Bernabéu ha acreditado una trayectoria profesional extraordinaria hasta convertirse en un referente internacional de la Física Teórica.

Todo, sin olvidar sus raíces, que -como en Tranvía a la Malvarrosa, la deliciosa novela de Manuel Vicent que figura entre sus preferidas- trasladan su despertar al tranvía número 4 de su Mutxamel natal, el pueblo al que regresa cada septiembre, fiel a la cita festera de Moros i Cristians.

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