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Expulsada de su propia casa por la amiga que acogió

Una mujer denuncia que lleva más de un año sin poder entrar en su casa en Alicante después de que la compatriota a la que acogió la denunciara por agresión y se dictara una orden de alejamiento

La dueña de la casa muestra su auto de libertad tras ser detenida por romper el alejamiento. | J. A. M.

Dándose contra un muro. Una mujer acogió en Alicante a una compatriota cediéndole una habitación en su casa porque no tenía donde ir. Pocos meses después se pelearon y ha acabado con una orden de alejamiento por la que no puede entrar en su casa desde hace más de un año. Los tribunales mantienen las medidas de protección y aseguran que para recuperar la vivienda tiene que acudir a la vía civil. Ya se ha presentado la demanda de desahucio. 

Aicha lleva más de un año sin poder entrar en su propia casa. El motivo, una orden de alejamiento que le impide acercarse a la compatriota a la que acogió embarazada en febrero del año pasado y con la que se acabó peleando. Tras cerca de un año pleiteando para que los jueces que le pusieron el alejamiento le permitieran volver a su casa, concluyeron que la medida debía cumplirse y que, si la mujer quiere recuperar su casa, tiene que acudir a la vía civil. La demanda de desahucio ya se ha presentado.

«Si no fuera por mi exmarido, que me ha acogido en su casa, yo estaría ahora mismo viviendo en la calle. Yo soy la propietaria del piso, ella está ahí sin haber pagado nunca nada y ahora se la ha quedado. No paga ni alquiler ni luz ni agua», explicó Aicha, que además a lo largo de todos estos meses ha sido detenida en varias ocasiones por quebrantar la orden de alejamiento. «La primera vez fue porque entré a mi casa a coger mis cosas. Me dijeron que podía ir sin problemas», explica. La segunda fue hace un par de semanas, y sostiene que fue la otra quien se puso a perseguirla por la calle. «Un juez me ha llegado a decir que cuando me la encuentre que huya y me aleje», asegura impotente.

Según consta en la demanda de desahucio a la que ha tenido acceso este diario, Aicha invitó a su amiga a quedarse a vivir en su casa. «Ella vivía en Crevillent, no tenía papeles, estaba embarazada y el padre del niño se marchó al enterarse. No tenía donde ir. A mí me daba pena y la invité a quedarse en una habitación de mi casa», explica a este diario. La fecha era febrero de 2020, antes de que empezara el confinamiento por la pandemia. En julio de 2020 se pelearon y la mujer acogida acabó denunciando a la dueña de la casa en el juzgado. Una denuncia que se tradujo en una orden de protección para ella, manteniendo el juzgado de Instrucción seis de Alicante a la denunciante en la posesión de la vivienda e impidiendo a la dueña que pueda acceder a la casa.

El abogado que representa a la dueña, Evaristo Asensi, asegura que «no entiendo por qué se le ha aplicado a la denunciante el mismo estatus que si se tratara de una víctima de violencia de género. Ellas no son pareja. Es una amiga que ha dejado a la otra quedarse a vivir en su casa y ahora está en la calle, sin que la otra haya aportado jamás nada para contribuir en el pago de los gastos».

A por el desahucio

En la demanda de desahucio se hace constar que la mujer nunca llegó a pagar renta de alquiler alguna, ni se le estableció plazo alguno para que se marchara. «Se comprometió a pagarle alguna cantidad cuando empezara a trabajar, sin que en ningún momento se llegara a establecer cuantía alguna. La demanda de desahucio insiste en que la inquilina jamás llegó a pagar renta alguna por la habitación que ocupaba, ni se firmó contrato alguno. De hecho se hace constar que, tras presentar la primera denuncia, la inquilina dijo a los policías que tenía intención de marcharse. Lo cierto es que se quedó allí. En el último recurso en la causa penal, el juzgado falló que el interés de la protección de la víctima es incompatible con el hecho de que ambas compartan la vivienda, motivo por el que invita a la dueña de la casa a recuperarla por la vía civil, hecho que ha motivado la demanda de desahucio.

Aicha asegura sentirse «desesperada» porque «la Justicia funciona muy despacio. Yo solo le hice un favor y estoy casi en la calle, sin poder entrar en mi casa».

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