Las sectas, esas agrupaciones unidas por una fe, una práctica o un culto cristiano, satánico, hinduista, animista, mágico… Permanecen en nuestro imaginario como esos conjuntos de gente misteriosa que dedican su vida a la práctica de rituales, en los que la mayoría de las veces participa la sangre. La realidad no es así, aunque no es menos dramática: es un problema social que no se debe obviar, ya que se calcula que un 1% de la población española está actualmente envuelto y sometido a estos engaños psicológicos, según Miguel Perlado, coordinador el Grupo de Trabajo en Derivas Sectarias del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC).

España no es un país que destaque por tener un número anormal de sectas. Proporcionalmente, estaría a la par con Francia, Reino Unido y Alemania. Sin embargo, hay un dato interesante: una gran parte se encuentra en la Comunidad Valenciana (“en España hay entre 200 y 250 sectas, aunque no hay cifras exactas […] y solo en la Comunidad Valenciana hay 50 o 60 grupos”, informa un artículo de EFE).

Dentro de la esta autonomía, destaca el norte de la provincia de Alicante, donde hay muchas sectas satánicas, o así lo asegura el psiquiatra y profesor de la Universidad de Cádiz Leonardo Casais, que asegura que esta provincia concentra una de cada cinco sectas de todo el país.

Según sus hipótesis, esta prevalencia se da porque grupos de inmigrantes de países con fes y religiones que creen en los ritos, sacrificios y energías espiritistas, “de Brasil y Haití, sobre todo”, se han afincado en esta región y han podido continuar con sus cultos, que en España se consideran sectáreos.

Sin embargo, no es ni mucho menos un asunto exclusivo de las comunidades migradas. Después de que estas tradiciones foráneas se establecen en territorio occidental, muchas personas criadas en la cultura local se sienten atraídas hacia el culto al diablo porque “en todos los pueblos occidentales desarrollados se cree menos en Dios” y el auge del folclore neogótico y las pseudociencias, más parecidas a creencias espirituales, hacen que muchas personas sientan curiosidad por estas sectas oscuras que “tienen un espectáculo garantizado”, en palabras de Casais. De hecho, los datos corroboran que en 2019, por primera vez, en España ya había registrados más ateos que católicos.

Al final, una vez han entrado en estas sectas por curiosidad, la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP) advierte de que es entonces cuando empieza el desarrollo de abuso y absorción psicológica. Y en ese punto se convierten en esclavos de estos grupos, que los manipulan para minar su confianza y aumentar su sentimiento de culpa y miedo.

Otros motivos que explican este gran número de sectas es la geografía de la región alicantina. Madrid y Barcelona son también grandes centros acogedores de sectas (son regiones con muchos habitantes y que, gracias a las redes sociales y a las amistosas, pueden ir atrayendo a fieles a sus filas, "a más tráfico de gente, y en núcleos urbanos grandes, mayor anonimato y mejor forma de pasar desapercibidos", asegura el experto).

Pero a la vez, una zona más rural también garantiza que puedan operar de forma más discreta evitando la oposición de los gobiernos locales. En las zonas del norte de Alicante esto no es así, algo que se repite en menor medida en el País Vasco. Allí tienen el beneficio de estar cerca de grandes focos urbanos, pero son zonas lo suficientemente despobladas como para pasar desapercibidos e imponer "su ley", añade.

El perfil de adeptos es también muy variado, pero hay un elemento en común entre los captados: “personas que en un momento de crisis empiezan a flirtear con ellas, o con antecedentes de dependencias afectivas, emocionales o de consumo de drogas o alcohol”, explica. También jóvenes idealistas y con ganas de cambiar el mundo.

Estas sectas ya han dejado su huella en la comunidad, desde teorías conspiranoicas hasta crímenes (llegando al culmen de la crueldad el asesinato de una mujer en 1999 tras ser mutilada por un ritual satánico), pero no son las únicas. 

Muerte de una mujer en La Vila víctima de prácticas rituales en 1999

Muerte de una mujer en La Vila víctima de prácticas rituales en 1999

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También las hay de componente emocional, de autoayuda, sexual o político (yihadistas, neonazis…), con unos efectos diferentes pero igual de nocivos, ya que siempre incluyen el lavado de cerebro y el control del libre albedrío.