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La Cuarta Vía

Corredor Mediterráneo: ¿Nos creemos en Alicante el enésimo anuncio del Gobierno?

Mil empresarios han vuelto a sacar los colores al Ejecutivo, hoy en manos del PSOE y Podemos, y antes del PP, que en materia ferroviaria siempre ha pensado que a Alicante le sobra con el AVE

Plataforma de víaspor las que llega el tren alpuerto de Alicante.

En 2023, Murcia estará a media hora de AVE, València a 50 minutos y los productos de la «Huerta de Europa», si aún se puedan regar, viajarán en 2026 a Europa en modernos trenes de carga. ¿Nos creemos a la ministra Raquel Sánchez, como en su día hicimos con José Luis Ábalos, Íñigo de la Serna, Ana Pastor y José Blanco? Esta es, desgraciadamente, la pregunta que nos deja el quinto chequeo anual del estado de las obras en el Corredor Mediterráneo. «Para la provincia de Alicante, el Corredor Mediterráneo es más importante, incluso, que el AVE con Madrid». Esta frase del entonces presidente de la patronal alicantina, Joaquín Rocamora, allá por 2006 -ya va para 16 años - sirve, por sí sola, como ejemplo del tiempo perdido y de lo mucho que le cuesta a esta provincia dar cada paso hacia el progreso. Disponer del famoso corredor ferroviario no sólo significa que los pasajeros puedan viajar con más facilidad y agilidad por la periferia peninsular (hoy aún tardamos cinco horas, las mismas que en 2016, en llegar a Barcelona con el Euromed, el tren más rápido en cubrir este trayecto), o alcanzar Francia en menos de una eternidad, sino poder descargar en Austria, Holanda, Alemania y el resto de países centroeuropeos, que son los principales clientes de la huerta alicantina, las miles de toneladas de productos hortofrutícolas, que diariamente tienen que viajar por carretera ante la falta de un ferrocarril que circule a través de un corredor de alta velocidad y del siglo XXI. Fíjense si hace falta que, pese a tener todo en contra, desde hace dos semanas hay un grupo de valientes que ha apostado por poner en marcha un tren de carga semanal entre Alicante y Londres.

Dieciséis años después de la frase de Rocamora, hoy jubilado, seguimos prácticamente igual. Al menos en lo que a la provincia de Alicante se refiere. Un corredor ferroviario en obras permanentes. Sin plazos ni fondos para ejecutar el proyecto para que haya trenes rápidos con el puerto de Alicante y, lo que empieza a ser bochornoso si nos comparamos con cada día más ciudades de Europa, sin noticias de la conexión con un aeropuerto que desde 2011 cuenta incluso con el hueco para habilitar una estación como la tienen, entre otros, los principales aeródromos europeos como Gatwick (Londres), Roma, Berlín, Madrid o Barcelona y muchos más, entre otros, el humilde de Pisa o el vecino de València (con menor volumen de pasajeros que Alicante) al que llega el metro. Pero vamos más allá. Aquí seguimos incapaces de conectar la estación de Luceros del TRAM con la estación del AVE (350 metros), esa infraestructura de latón que fue la última obra importante del Gobierno en Alicante, que se estrenó en 2013 y que cumplirá nueve años el próximo junio.

Esta semana, unos mil empresarios de todo el arco Mediterráneo, convocados por Juan Roig y Vicente Boluda han vuelto a sacar los colores al Gobierno por el retraso que sufre el Corredor Mediterráneo. Se los han sacado a Pedro Sánchez como en su día lo hicieron con Mariano Rajoy. Un camino ferroviario que arranca en Algeciras y finaliza en Portbou, pero que, no nos tomen por tontos, hasta ahora y desde hace veinte años ya, sólo ha importado que se haga entre Cataluña y la factoría de Ford en Almussafes, tanto por los políticos que gobiernan actualmente València y Barcelona, como los que lo hicieron en las legislaturas precedentes. Porque, insisto, no nos tomen por tontos. Alicante (y sin mirar más abajo) nunca ha entrado en serio en la agenda del corredor ni para València, ni para Madrid, ni para Bruselas, la primera que descolgó, por ejemplo, al Puerto del proyecto sin que PSOE y PP, con voz en la capital comunitaria, movieran un dedo.

Alicante ha importado hasta ahora un pito a la hora de reclamar la ejecución de un eje que para la economía de la provincia es estratégico. Nadie se ha preocupado, insisto, en exigir que el puerto esté conectado y evitar así la «fuga» de carga por las dársenas de Algeciras, València o la propia Barcelona. El Ministerio de Transportes terminó incorporando al AVE con Alicante, Elche y Orihuela bajo el cartel «Corredor Mediterráneo», quizá para tener alguna coartada cuando se le acusa de inacción pese a ser un proyecto completamente diferente.

El Puerto, que en noviembre de 2015 acabó con cinco años de bloqueo y cuenta con una línea ferroviaria semanal de carga con Madrid y otra desde hace dos semanas a Londres, después de que los muelles estuvieran cerrados al tren por las obras, paradoja, del AVE con Madrid, no ha estado, reitero, nunca en los planes del Ministerio de Fomento. Curiosamente, el aeropuerto de Alicante-Elche sí, pero sólo con la mejora de los accesos viarios, esos en los que sí se comprometieron Madrid y Bruselas, y cuya ejecución terminó este año. El enlace ferroviario de la terminal aeroportuaria es algo que Fomento descartó cuando estalló la crisis antes incluso de la llegada de Ana Pastor, y va camino de convirtiéndose en un proyecto fallido, como tantos otros en esta provincia, por mucho que Ximo Puig lo reivindique. Hace bien, es su deber, solo faltaba, pero negro sobre blanco siguen sin aparecer cifras reales.

La batalla por la reivindicación del Corredor Mediterráneo no se inició en serio hasta julio de 2011. Históricamente no ha habido iniciativa ferroviaria en España que no haya pasado por Madrid, aunque para ello hubiera costado más dinero y más tiempo en su ejecución. Sucedió con el desarrollo de la alta velocidad para pasajeros (Alicante continúa sin conexiones directas con el resto de España si antes no se pasa por Atocha o Chamartín) y sucede ahora con el Corredor Mediterráneo. Y todo pese a que en el Mediterráneo se generen el 60% de las exportaciones nacionales a Europa y residamos la mitad de los españoles.

Pero lo que sucede ahora con el ferrocarril tiene también otros precedentes, y no precisamente relacionados con la indefinición del PSPV que gobierna ahora con Compromís y Podemos en València. En los tiempos de José María Aznar, el entonces ministro de Fomento, Álvarez Cascos, aplazó durante años la ampliación de los aeropuertos periféricos -entre ellos Alicante-Elche- porque su concepción del tráfico aéreo era potenciar Barajas para que todos los vuelos pasarán por allí. Resultado: los aeropuertos perdieron sus enlaces directos con España y Europa. Algo paliado por las compañías de bajo coste, pero que sigue lastrando la actividad de los aeródromos.

El Ministerio de Fomento sigue, además, sin resolver dos temas capitales e importantes a la hora de plantear el acceso de los trenes de mercancías al puerto. La electrificación, y que haya apartaderos para trenes de 700 metros de longitud. Ahora que celebramos que los muelles cuenten con un tren que transporta la carga que llevarían 56 camiones a la semana con la consiguiente eliminación de la emisión, aproximadamente, de 1.200 toneladas de CO2/año. ¿Qué más razones necesita el Ministerio de Transporte para seguir ignorándonos ahora que los expertos acaban de darnos un nuevo tirón de oreja en la cumbre sobre el clima de Glasgow?

Postdata. El Puerto tuvo la primera línea ferroviaria entre los puertos y Madrid de España. La propia Reina Isabel II lo inauguró en mayo de 1858, llegando el tren hasta el puerto. Hoy, sobre esos terrenos portuarios hay un parque. Bienvenido. Pero, volvamos a la fecha. En 1858 llegó el primer tren a Alicante. Casi siglos después no es que estemos como entones, solo faltaba, pero seguimos sin enganchar con el corredor, y con trenes diésel entre Alicante y Murcia. Y para llegar a un aeropuerto de la importancia del de Alicante-Elche/Miguel Hernández hay que hacerlo en autobús o en taxi, algo inédito en Europa. Sí, Don Miguel, da para un soneto.

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