El 25 de noviembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha, por desgracia, todavía muy necesaria para señalar en nuestros calendarios. Y es que los datos de esta lacra son aterradores, arrojando que casi 1 de cada 3 mujeres del mundo ha sufrido abusos a lo largo de su vida.

Pero es que, además, en tiempos de crisis estas cifras aumentan, como se ha visto durante esta pandemia de covid-19 y las recientes crisis humanitarias, conflictos y desastres climáticos. Un nuevo informe de ONU Mujeres, basado en datos de 13 países desde el inicio de la crisis sanitaria, recoge que 2 de cada 3 mujeres han padecido alguna forma de violencia o conocen a alguna mujer que la ha sufrido en este tiempo. Por desgracia, solo 1 de cada 10 afirmó que recurrió a la policía en busca de ayuda. A su vez, se ha llegado a la conclusión de que estas mujeres tienen más probabilidades de enfrentarse a situaciones de pobreza y escasez de alimentos.

Detener esta violencia comienza desde lo más básico: la educación en la escuela, desde la infancia hasta la juventud, y sigue por la concienciación y sensibilización de la sociedad adulta a través de los dirigentes de cada país, ciudad o municipio, de los medios de comunicación y de las figuras de influencia pública.

Pero también pasa por algo tan fundamental como es escuchar y creer a cada víctima (por eso surgió el movimiento #YoSíTeCreo), y adoptar enfoques integrales e inclusivos que aborden las causas fundamentales, transformen las normas sociales dañinas y empoderen a las mujeres y las niñas. ¿Cómo? A través de servicios esenciales en los sectores policial, judicial, sanitario y social, y con suficiente financiación para la lucha por los derechos de las mujeres.

Formas de violencia

La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los Derechos Humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre la que apenas se informa, debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.

De forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica y puede incluir: violencia por parte de un compañero sentimental o familiar cercano (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio...), violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, acoso callejero o cibernético...); trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual); mutilación genital y matrimonio forzado, entre muchas otras formas que, sin duda, estamos obligados como sociedad a erradicar.