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La Cuarta Vía

¿Aguantaremos la nueva ola o volverán a encerrarnos?

El presidente Ximo Puig está convencido de que no hay vuelta atrás, pero el Consell sigue sin saber parar la sangría reputacional que provoca en el turismo la transmisión de los datos

Mas de sesenta hoteles han cerrado sus puertas hasta la primavera por la falta de clientes. david revenga

Aguantarán nuestros políticos la presión de la nueva ola del virus o volverán a encerrarnos? La pregunta se la hacía esta semana uno de los principales promotores inmobiliarios de esta provincia, cuyas urbanizaciones se pueden encontrar en cualquier punto de la costa, tras cerrar dos buenas jornadas de ventas en uno de sus últimos proyectos residenciales en Alicante, concretamente en Playa de San Juan. Un empresario que basa una parte importante de su actividad en construir viviendas para los turistas extranjeros que terminan convirtiéndose en «alicantinos» y generan riqueza en la provincia. Tanta como los que vienen a los hoteles y a los que hoy se vuelve a acusar del aumento de la incidencia del covid en los municipios costeros y, en concreto, en Benidorm, que aparece siempre ahora a la cabeza de la incidencia sin que desde el Consell acierten a reaccionar y a explicar la realidad de los datos, que aún siendo ciertos no se pueden achacar directamente al municipio. ¿Por qué? Sencillo. Cierto que Benidorm está más expuesto al covid por el continuo trasiego de visitantes, pero no es menos cierto que en las estadísticas sobre los contagios aparecen datos de personas afectadas que ni residen en el municipio. Nadie diferencia, por ejemplo, a la hora de hacer la estadística, que muchos casos de La Nucia, Polop, Finestrat… terminan anotándose en la estadística benidormí porque allí se hacen las PCR y, en parte, eso explica que el balance del municipio se dispare. Al margen, por supuesto, de que no es lo mismo dividir por la población censada, que por la real.

La consellera de Sanidad, Ana Barceló lo sabe, el presidente, Ximo Puig, lo sabe, sus asesores sanitarios lo saben, pero nadie ha hecho nada por amortiguar el demoledor efecto de las cifras. Datos que hundieron el puente del Pilar y van camino de hundir el de la Inmaculada, pero ya no solo en Benidorm. A nivel turístico, lo que sucede en Benidorm afecta, para bien y para mal, al resto de los enclaves turísticos de la provincia.

Pero volviendo a la pregunta de nuestro promotor inmobiliario especializado en el turismo residencial. La verdad es que no supe muy bien qué responderle o si mis palabras le tranquilizaron. Está claro que ni Ximo Puig ni Pedro Sánchez, de quienes es la responsabilidad de que la provincia de Alicante no vuelva al escenario de 2020, no valoran una posible vuelta atrás, a los meses más duros de 2020, pero no se puede ocultar que el descontrol en países «sensatos» como Alemania o Austria, o la propia España, nos hacen pensar en lo peor, y nadie lo aguantaría, al menos la economía, y si se esta se hunde nos arrastra a todos.

El sol y la playa facilitan el sustento de 300.000 familias en la provincia de Alicante, incluidas las que alguno de sus miembros trabaja en la construcción vacacional, y, ahora mismo, no es que resulte complicado renunciar a este modelo, sino que la pregunta es ¿por qué habría que hacerlo si hasta que el covid decidiera hacer turismo y salir de China funcionaba estupendamente? Otro tema diferente es que haya que darle una vuelta de tuerca hacia la modernidad y renovar la calidad, tanto en lo que se ve cuando accedes a la recepción de un hotel, como lo que el turista no ve y es tan importante, como el que no falle el aire acondicionado, la calefacción o que el agua suba con presión a las ultimas plantas. Esto también es inteligencia turística. Y sí, muchos hoteles han aprovechado el parón del covid para ello invirtiendo millones de euros.

El modelo sigue vigente. Trabajadores europeos, británicos, sobre todo, pero también del resto de Europa, que buscan una zona de veraneo económica y próxima a sus domicilios gracias a los vuelos chárter o low cost. Así empezó , y así sigue 50 años después. Una estructura que, cierto es, necesita grandes cantidades de turistas para que salgan la cuentas que salían hasta la pandemia, como lo demuestra que la industria turística provincial suponga, o suponía, hasta 2020, el 15% de su PIB.

Por ello, mirar y comportarnos ahora como en la época en la que no sabíamos ni que era el covid, ni habíamos oído nunca hablar de la palabreja no hace más que estancarnos, en malgastar parte de nuestra energía mental y es lo que debemos erradicar para enfocar el futuro, según la conclusiones de un grupo de psicólogos de Madrid. Hay que adoptar medidas de protección, para nosotros y para los demás, pero esto no se puede volver a parar, una amenaza que está ahí, latente viendo el aumento de la incidencia en España, en la Comunidad Valenciana, donde las cosas se han hecho bien, y en una Europa desbordada y llena de insustanciales. Les confieso que lo de los últimos días de Austria, un país que yo consideraba modelo es complicado de entender y mucho menos aceptar. Tampoco podemos entrar en una lucha desesperada de nuestra mente de tener todas las cosas bajo control. Ese escenario en lugar de facilitarnos una salida, nos genera aún más intranquilidad ya que estamos continuamente preparándonos para lo que va a venir. Que si la nueva normalidad, los rebrotes, cómo convivir con el covid. Hay que afrontarlo, por supuesto, pero si pasarnos o mirar con rabia al o la de enfrente por toser el autobús.

El covid nos ha puesto ante una situación desconocida, ya no tanto, pero llevamos conviviendo con enfermedades infecciosas toda la vida. El miedo a un posible contagio, el miedo a salir de casa es libre, por supuesto, pero un confinamiento, un parón, una vuelta atrás agudizaría una crisis económica con unos efectos tan letales como los provocados por propio virus. Ximo Puig lo sabe, por eso debe atender flancos como el de la información y, hay que repetirlo, el Consell debe ser mucho más prudente al lanzar y, sobre todo, al analizar los dato que influyen directamente un sector, el turístico machacado por pandemia. Por mucho que los fines de semana sea complicado encontrar mesa para cenar y nos parezca que todo vuelve a ser como en 2019. El covid ha infectado a más de 185 millones de personas y ha causado cuatro millones de muertes en todo el mundo por eso resulta incomprensible que miles de personas sigan renegando de la vacuna.

Dejemos de demonizar a los turistas. Sanidad Exterior es la responsable del control en el aeropuerto de Alicante-Elche, y lo mismo que rechazó a decenas de británicos en plena fase dura de la pandemia, ahora les deja entrar porque llegan vacunados. Que luego puedan contagiarse en la provincia. Pues lo mismo que un vecino de cualquier barrio Alicante, Elche, Torrevieja o Villena. Eso sí, responsabilidad individual. Esa que se viene pidiendo desde el minuto cero y en muchas ocasiones brilla por su ausencia.

Enfilando diciembre el sector turístico sigue contra las cuerdas, porque ni se ha activado el Imserso, que se ha reducido a tres meses, ni entran reservas fuera de lo que sea Navidad o Año Nuevo. Y si el turismo se constipa... De momento, más de 60 hoteles cerrados ya por la falta de reservas y los 6.000 jubilados diarios del Imserso. Un invierno muy duro. Menos mal que se prorrogaron los ERTE, una «tirita» laboral, tampoco lo olvidemos.

Postdata: el miedo al covid ha cancelado es semana dos comidas de Navidad con 500 comensales en la ciudad de Alicante. 25.000 euros se quedan en el camino. Pregunten a los hosteleros.

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