Hace tres años publiqué en estas mismas páginas un artículo titulado «Baltasar Palicio, el luchador tranquilo», dedicado a un amigo al que acabábamos de homenajear en una comida.

Libertario culto, tranquilo y comprometido, siempre solidarizado con quienes sufren algún tipo de injusticia, luchador infatigable y pacífico, de conversación amena e instructiva, de hablar calmo, respetuoso, aderezado con una ironía sutil, proporcionaba un gran placer intelectual escucharle.

Entonces conté que Balta se encontraba pachucho. Falleció ayer, viernes, en su casa, acompañado de su familia. Se marchó como vivió: tranquilo, discreto.

La enfermedad pudo con su memoria, pero no con su carácter, ha podido con su cuerpo, pero no con su espíritu, que estará siempre encaramado en la barricada de la justicia social, librando una lucha tan pacífica como tenaz.

Puri y yo le echaremos de menos.