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La Cuarta Vía

El turismo recupera fuelle pero los ICO vencen en marzo

El final de las restricciones a los viajes en el Reino Unido anima las reservas hoteleras pero poco o nada se sabe en la Costa Blanca de los 11.000 millones de euros de los fondos Next Generation

Una azafata reparte folletos de Alicante en la feria Fitur, que cierra hoy sus puertas.

La feria Fitur, otra vez marcada por la pandemia, ha devuelto esta semana la esperanza de que el año turístico que acaba de comenzar en la Costa Blanca, de momento con los visitantes a cuenta gotas, no lo olviden, pueda ser, como todos pensábamos también de 2021, el que nos traiga la ansiada recuperación del sector, aunque, por supuesto, no a niveles de 2019. A nadie se le han quitado las ganas de viajar. Es más, hay más necesidad que nunca, y todo apunta a que a partir de la primavera pueda haber, en el buen sentido de la palabra, una explosión turística. ¿Realidad o deseo? En los pasillos de la feria de Madrid el ambiente ha vuelto a ser descafeinado porque el covid lo marca todo, pero empresarios y gestores del sector querían y debían trasladar optimismo, y que el fin de la pesadilla está cerca, pero, tras esta semana de buenos augurios y optimismo, mañana, lunes, volveremos a la realidad.

El sector está en plena temporada baja, siguen miles de trabajadores en ERTE, hay cerca de cien hoteles cerrados, decenas de apartamentos turísticos vacíos, ni rastro todavía de los turistas del socorrido Imserso (el primer grupo podría llegar a Dénia a finales de mes) y, lo que es peor, muchas de las promesas que se hicieron desde Madrid y València el año pasado no terminan de llegar, porque no todo lo soluciona el exitoso Bono Viaje. Los empresarios advierten de que sigue sin haber un plan económico potente para salvar a las mercantiles que ya no aguantan más. Los recurrentes créditos ICO vencen en marzo y no hay capital para afrontar los pagos, pues aún poco o nada se sabe en el sector de los 11.000 millones de los Fondos Next Generation. Ni siquiera el futuro de los ERTE, cuyo último plazo acaba en primavera, pudiendo no ser suficiente para afrontar un escenario que irá recuperando la actividad muy lentamente, al menos hasta julio. De ahí que resulte clave un nuevo movimiento del Gobierno para estirarlos hasta final de año, porque este instrumento sí que ha frenado, de momento, que el drama laboral sea mayor.

Pero intentemos ver un poco de luz al final del túnel. Nadie duda de que el próximo verano, si todo va bien, nos comportamos y no recibimos nuevos sustos de la pandemia, ni del Gobierno ni del equipo sanitario que vigila la desescalada. La Costa Blanca volverá a nutrirse del turismo extranjero, en especial del británico, pero también del nacional, ese que permitió que 2021 no fuera tan catastrófico como 2020, que retrocedió al turismo provincial 50 años. El visitante madrileño, castellano-manchego, vasco, maño.. y el de Elda y Alcoy será clave, pero sin olvidar que en condiciones normales solo representa un 50% del total, por lo que, restricciones aparte, es vital poder pelear también por el mercado extranjero. Por supuesto, nadie puede pensar ya en los «overbooking» de antaño, ni siquiera en llenar al 90% todos los hoteles salvo en momentos puntuales, pero, a medida que se vaya avanzando en los protocolos de seguridad sanitaria y en la vacunación, nuestras puertas deben quedar completamente abiertas pese a que el covid no sea una gripe y tardemos un tiempo en lograr que sus efectos, tan contagiosos, no acaben saturando las ucis, aunque haya quedado demostrado ya que las vacunas ayudan, vaya que si ayudan.

Ya hemos asumido que nada será igual a lo que el turismo había vivido hasta ahora, pero no es menos cierto que todos estamos obligados a ir acostumbrándonos a la nueva realidad y a saber convivir con el covid como lo hacemos con la gripe, linfomas, ictus, el cáncer de pulmón o páncreas o, desgraciadamente, con el riesgo de sufrir un infarto pese a que controlemos la hipertensión. Esas enfermedades que nos rompen la vida en muchas ocasiones, pero con las que convivimos porque no queda otro remedio. Patologías letales que destruyen a las familias que tienen la mala suerte de toparse con ellas, pero que no por ello dejan de viajar, tomar una cerveza o, sencillamente, vivir. Con miedo, con precaución e incluso con tristeza, pero vivir, al fin y al cabo.

El sector hotelero, las empresas que gestionan los apartamentos, los bares, los restaurantes y los comercios sigue haciendo bien los deberes. Por no hablar de los proveedores de todos ellos. Llevan muchos meses sin apenas ingresos y muchos se han gastado los últimos ahorros en preparar sus establecimientos para atender a los clientes con nuevas exigencias respecto a la seguridad sanitaria. ¿Es eso la nueva normalidad? Responsabilidad toda, pero Gobierno, Consell y Ayuntamientos tienen que poner también de su parte. Lo mismo que nosotros, los ciudadanos, en esa nueva forma de vivir y, por supuesto, de seguir progresando. Pero todo bajo el prisma de la precaución, la higiene y las distancias. No nos relajemos, pero tampoco nos resignemos a vivir confinados. Prohibiciones y cuarentenas para los turistas que aterricen en España, las justas y necesarias. Una cosa es exigir el test o lo que haga falta y otra muy diferente es estigmatizar a los turistas.

La patronal estima que el PIB turístico puede alcanzar este año en España (12% de esta riqueza la aporta la provincia de Alicante) los 135.461 millones de euros, lo que significa el 87,5% del nivel de 2019 y recuperar 47.000 millones de euros respecto a 2021. De cumplirse este escenario, en 2022 se recuperaría una contribución del sector a la economía española del 10,5%, en comparación con el 5,5% de 2020 y el 7,4% del PIB estimado por Exceltur. Los empresarios vuelven a posponer mayoritariamente la recuperación total de los niveles de ventas prepandemia hasta 2023, ante el impacto de la salida de la triple crisis por ómicron, energética y de suministros con la que ha acabado 2021. Fíjense si el turismo es importante y no solo para la provincia de Alicante. Y un último apunte: el 75% de los pasajeros que aterrizan en el aeropuerto de Alicante-Elche lo hacen para pasar largas temporadas en su segunda residencia en la provincia. Quizá el porcentaje facilitado por los promotores tiene su parte de cocina, pero es cierto que el turismo residencial mueve 12.000 millones de euros al año en Alicante, y no solo en las cuentas de los promotores, por lo que garantizar seguridad (en su más amplio sentido de la palabra) es fundamental, pero la Administración no termina de entenderlo.

Posdata. Esta semana ha habido hoteles en la Costa Blanca que han visto crecer las reservas para la primavera y el verano más de un 400% sobre la misma semana de 2021. Cierto que en aquel infausto enero todo estaba cerrado -hasta la propia provincia- pero es un dato positivo a tener muy en cuenta. Hay demanda, aunque esté cautiva. No lo estropeemos y, sobre todo, evitemos que cuando en marzo, según apuntan las previsiones, todo arranque, haya hoteles, agencias, restaurantes... que no vuelvan a abrir.

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