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Una indigente admite que quemó la chabola en la que murió otra pero aduce que no sabía que estaba dentro

La defensa pretende que con la confesión se reduzcan los 25 años que se piden por asesinato

La acusada, a su llegada a la Audiencia este lunes. | ALEX DOMÍNGUEZ

La acusada de quemar viva a otra indigente en Alicante ha admitido haber causado el incendio en la chabola pero aduce que no sabía que la víctima estaba dentro. El juicio por este asesinato ocurrido en el Monte Tossal de Alicante el 21 de diciembre de 2019 ha arrancado este lunes ante un jurado popular en la Audiencia Provincial. La Fiscalía y la acusación particular reclaman hasta 25 años de cárcel para la acusada Juana M. M., una solicitud que podrían rebajar tras la confesión al inicio del juicio.

Acusada y víctima solían pernoctar en una zona de chabolas en las proximidades del Monte Tossal de Alicante y donde viven grupos de sin techo. La fallecida es una mujer de nacionalidad rusa de 35 años, Natasha M., cuyo cuerpo quedó totalmente calcinado al quedar atrapada dentro de su choza durante el incendio. Las llamas comenzaron mientras la mujer estaba durmiendo. La Fiscalía sostiene que la acusada provocó el incendio «de forma sorpresiva y traicionera» aprovechando que la víctima no podía escapar. Para las acusaciones, el móvil del crimen fueron los celos porque Natasha había empezado a compartir colchón con otro hombre que anteriormente había tenido una relación con la acusada. Otros indigentes habían declarado a la Policía que Juana había ido diciendo que tenía que quemarla viva porque «quien me la hace, me la paga».

Protestas en los alegatos

Durante los alegatos iniciales de las acusaciones explicando al jurado sus posiciones en la causa, la procesada hizo varios intentos de interrumpirles para discrepar de lo que estaban diciendo, pero su defensa logró que guardara silencio. Cuando llegó el interrogatorio ya pudo explicarse. Juana negó que su móvil fueran los celos, aunque no explicó sus motivos; y rechazó que se hubiera jactado del crimen frente a otros indigentes cuando se produjo el incendio mortal. «No fue por eso», aseguró cuando el fiscal le preguntó por la relación con Roberto, al tiempo que reiteraba que no habló con nadie de las llamas o de matar a Natalia.

Juana aseguró que usó un mechero para originar el incendio en la parte posterior «de la barraca». «No sabía si estaba allí o no», aseveró. En el momento en que la acusación particular, que ejerce la madre de la fallecida, empezó a apretarla para que dijera si tenía intención de matarla, Juana respondió que «ya lo he admitido», ante lo que se dio por finalizado el interrogatorio. Una declaración que se desarrolló en menos de cinco minutos, tras más de tres horas de selección del jurado popular.

La defensa subrayó que con el reconocimiento de los hechos, las penas deberían ser acordes a lo que establezca el Código Penal y ser atenuadas. Aunque el juicio continuará hoy, tras la confesión de la acusada la agenda de testigos citados podría recortarse, que la vista acabe antes de lo previsto y con una pena inferior a la que se está pidiendo.

La víctima acabó viviendo en la calle por su adicción al alcohol

La acusación particular quiso que los miembros del jurado pusieran cara y alma a la víctima de este crimen, explicando en su alegato inicial que Natalia llegó a España en diciembre de 2002 junto con otra amiga y con la que escapó de Almería a Lorca de una red de trata de seres humanos. Mientras su amiga logró prosperar en España, Natasha acabó en la indigencia. Durante un tiempo estuvo trabajando para empresas constructoras, pero un carácter rebelde le acabó a tener problemas con el alcohol y a vivir en la calle. Murió días antes de la Nochebuena.

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