Yana Pulenets y Svitlana Moroz rompen a llorar cada vez que recuerdan su huida de Irpín con su hija de seis años. Las bombas han destruido media ciudad y han matado a algunos de sus familiares y amigos, pero ellas consiguieron salir de Ucrania con un coche prestado y tras superar no pocos problemas con la gasolina. Llegaron a Alicante el pasado 7 de marzo tras conducir tres días por toda Europa y aseguran que escogieron la provincia porque previamente habían oído que aquí muchas personas hablan ruso.
Estas dos mujeres y la pequeña Sofía forman parte de las 81 personas que se alojan en el hotel Castilla, en la playa de San Juan, uno de los tres establecimientos de la ciudad que están acogiendo a refugiados de Ucrania de la mano de Cruz Roja. Aquí las familias intentan llevar algo parecido a una vida normal tras dejar atrás el horror de la guerra. Los niños corren despreocupados por los pasillos del hotel mientras sus madres -la mayoría son mujeres, ya que los padres se han quedado combatiendo- contactan a través del móvil con sus familiares que han quedado en Ucrania y tratan de poner al día la burocracia que exige su nueva estancia en España.
“Les estamos ayudando a tramitar la documentación para obtener el permiso temporal de residencia, así como la tarjeta sanitaria. También nos ocupamos de gestionar la medicación que les falta, ya que muchos de ellos salieron casi con lo puesto y llevan días sin tomar sus tratamientos. Otras personas nos han pedido ropa y también hemos traído juguetes para que los niños se entretengan”, explica Pedro Javier Domínguez, voluntario de Cruz Roja. El hotel ha cedido uno de sus salones, donde a diario los voluntarios con el apoyo de traductores les explican cómo marchan los trámites con sus papeles y resuelven todas sus dudas. Los refugiados les escuchan atentos mientras toman notas en libretas.
Junto su hijo de 7 años también se hospeda en el hotel Castilla Svitlana Boiko, profesora de inglés en la Universidad de Kiev y quien llegó a la ciudad en avión desde Polonia. Las bombas han dañado parcialmente su casa y en su cabeza sólo cabe la idea de volver a su país cuanto antes. Asegura que recalaron en Alicante, casi por una casualidad, porque era el único destino al que pudieron adquirir billetes y a un coste más económico, 900 euros dos billetes.
Cruz Roja tiene alojadas a 173 personas en tres hoteles de la ciudad de Alicante y uno en San Vicente del Raspeig. Además de ayudarles a gestionar la documentación necesaria, “les prestamos ayuda psicológica y la semana que viene vamos a comenzar a impartir talleres a los padres para que afronten el conflicto con sus hijos”, señala Cristina Gándara, responsable de Refugiados de la entidad humanitaria. También está previsto ofrecer cursos de español, así como talleres de relajación y yoga”. Voluntarios del área de Juventud de la entidad también preparan actividades para los niños.
Por otro lado, el Sindicato Médico en el Hospital de Sant Joan ha pedido un refuerzo de personal para que puedan desplazarse al hotel y agilizar la tramitación de las tarjetas sanitarias.
