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SEMANA SANTA 2022

El Cristo de Alicante que conquistó Cerdeña

El protagonista de la Semana Santa de Alguer es la imagen de un crucificado de la terreta

El Cristo de Alicante que se ubica en la localidad italiana de Alguer Janik Ivanyan

En uno de los laterales de la Iglesia de la Misericordia de Alguer reposa una imagen de un crucificado, una talla que pasaría desapercibida entre todas las piezas de arte sacro que llenan las iglesias italianas, pero esta talla tiene algo que le hace merecedor del cariño de los alguereses. Le llaman el Cristo della Misericordia o Cristo di Alicante y son muchos los devotos que se acercan hasta su capilla, escondida en una de las calles medievales de la considerada, la pequeña Barceloneta sarda, para rezarle o solamente contemplar.

Pero más allá de la devoción, la historia de esta imagen es sin duda, digna de contar. Llegó a las costas de la ciudad sarda en 1606 a bordo del Santa María di Montenero, un velero que trasportaba unos 70 pasajeros y algunas mercancías y que partió desde el puerto de Alicante con destino a Génova, pero que se quedó a medio camino.

El Cristo, que viajaba en un cofre de madera como pertenencia de un mercader genovés, Nicola Busso, decidió que su casa iba a ser la pequeña ciudad del norte de Cerdeña. Quizás fue premeditado, puesto que Alicante y Alguer comparten más de lo que quisieran. A las dos las baña el Mediterráneo y son un hervidero de turistas durante verano, su clima es similar y sus puertos están en constante crecimiento y por si fuera poco, las dos se entendían tan bien que hubo un tiempo en el que compartían rasgos lingüísticos comunes, el prácticamente desaparecido catalán de L’Alguer y el valenciano superviviente a duras penas d'Alacant.

Vista aérea de la villa amurallada de Alguer Janik Ivanyan

Recapitulando, el velero naufragó en frente de las enormes rocas del golfo de Porto Conte, la costa norte de la ciudad, la leyenda narra que los Jermans Blancs fueron los que lo sacaron del mar al grito de “Folza, folza, hoise, hoise, pull,pull”, aunque de lo que se tiene constancia es que uno de los viajeros, el arcipreste de Villena, Juan Muñoz, se esforzó en recuperar la caja que contenía la imagen después de que el mercader lo dejara abandonado. El Cristo que sacaron de la caja de madera se llevó a la capilla de Nostra Signora della Pietà, la más cercana al lugar, de allí pasó al corazón de la ciudad amurallada de Alguer, donde es venerado en el Oratorio de la Misericordia.

Desde entonces, la Confraternità della Misericordia es la encargada de velarlo, Sor Alba, una de las monjas de la congregación destaca el cariño de los alguereses por el Cristo que llegó por el mar. La hermana saca un libro editado por la Diócesis de Alguer-Bosa, donde aparecen fotos antiguas de la Semana Santa algueresa, señala con el dedo a una niña de unos siete u ocho años, es ella, se muestra emocionada con toda la vida de dedicación a su congregación y al Cristo de Alicante. Narra cómo su madre la llevaba cada Divendres Sant a ver el rito del Desclavament junto a sus hermanos.

Sor Alba cuenta toda su vida de dedicación al servicio de la Confraternidad de la Misericordia Janik Ivanyan

El Desclavament

La talla de madera con la que se fabricó el Cristo, en el Reino de Aragón, tiene una peculiaridad, sus brazos están articulados. Un detalle importante que lleva a la sobria tradición que tiene lugar en la Catedral de Alguer cada Viernes Santo, con el Cristo sobre una cruz de cerca de tres metros, se narra el relato de la Pasión y se completa con el descendimiento de la cruz de Jesús, una vez muerto, enteramente en catalán y se representa cómo se bajó a Jesús de la Cruz, con la Virgen María a los pies de esta. Tras quitarle los clavos a la figura, se le baja de la Cruz y se coloca en una hornacina, llamada de forma cariñosa el bressol, por su forma de cuna.

Tras esto, la noche de l’Alguer se torna roja, iluminada por las centenares de antorchas que acompañan esta procesión entierro por las estrechas calles de la villa.

Como constancia de los vestigios de la presencia catalana del Reino de Aragón, que repobló la ciudad, el ritual del Desclavament también se hace en algunas poblaciones de aquí, como la localidad valenciana de Oliva o el pueblo ilerdense de La Granadella. Otra muestra de la importancia de la herencia catalana es la celebración del Cant de la Sibil.la, que tiene lugar durante la misa del gallo en poblaciones como Ontinyent, Mallorca, la propia Alguer o algunos municipios catalanes. Una representación estrechamente relacionada con la puesta en escena del Misteri d’Elx, de hecho, en la ciudad ilicitana también se ha llegado a representar esta tradición navideña, que también es Patrimonio de la Humanidad. De hecho, la leyenda entorno a "lo Santcrist vingut de la marina", nos hace recordar otra leyenda similar que tuvo lugar en las costas de Elche, la de la Venida de la Virgen, tradición que se celebra todavía en la ciudad de Ilici cada 28 de diciembre.

No es raro descubrir costumbres similares en el folklore valenciano, sardo, catalán o balear, un hermanamiento que forma parte de la identidad social de estas poblaciones mediterráneas.

A Alicante y Alguer les separa un trozo del Mare Nostrum, pero les une un Cristo. Dos ciudades, que podrían ser casi hermanas gemelas.

Dos puertos que comparten una historia de amor que es un secreto a voces, secreto en lengua romance y bañado por agua salada. Después de todas las vueltas que da la vida, es curioso el hecho de que algún alicantino, probablemente le hubiera rezado, hace mucho tiempo, al Cristo al que reza un sardo hoy en día. Y eso une, también lo hace la lengua y las tradiciones.

Hoy, que la diversidad se muestra amenazada y se rompen los lazos entre pueblos hermanos, es algo más reconfortante saber que lo que ha unido el Cristo de Alicante, que no lo separe el hombre.

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