¿Saben ustedes que la palabra peúco no existe? Ni trapa ni espolsar ni mañaco... Al menos en los diccionarios ortodoxos, porque en la provincia son de uso habitual como tantos otros términos y expresiones normales del habla alicantina, resultado de un conglomerado de influencias históricas y lingüísticas.

En Alicante hay municipios y comarcas de predominio lingüístico valenciano y otras castellano en función de su historia. La zona de predominio lingüístico castellano abarca a municipios que, o bien fueron repoblados tras la Reconquista por aragoneses, o bien por castellanos en el siglo XVII tras la expulsión de los moriscos y la Peste Negra, como la Vega Baja. También hay localidades que formaban parte de Castilla hasta los reajustes realizados a la división provincial de 1833, por los que municipios como Villena y Sax fueron segregados de las provincias de Albacete y asignados a Alicante. ¿Cómo va a ser extraño que una parte hable castellano, otra valenciano y que haya una mezcla de términos entre ambas lenguas y entre otras zonas colindantes?

En la provincia hay una mayoría de habla castellana en las comarcas del Alto y Medio Vinalopó y sobre todo en la Vega Baja así como en la ciudad de Alicante, mientras que en el resto de la provincia se habla de forma mayoritaria el valenciano.

La repoblación de diferentes pueblos tras la reconquista desde tierras valencianas, aragonesas, murcianas y manchegas ha propiciado una mezcla de lenguas que ha generado términos incomprensibles en otras zonas del país. No hay más que pedir un bombón tras la comida en Ávila para acabar con un dulce de chocolate en el plato, o pedir carlotas en una frutería de Madrid para que te miren con cara de incomprensión.

Tal como señala la Catedrática de lengua española de la Universidad de Alicante, Dolores Azorín, en Alicante en castellano «hay palabras comunes con el murciano, sobre todo, y como es lógico por cercanía, en la Vega Baja. Otras palabras vienen por derivación del catalán y mezcla con el valenciano, y hay otras típicas de Aragón. En lo dialectal es fundamental la historia». Dolores Azorín alude por ejemplo al caso de Elda y Petrer, que están pegadas pero hablan diferentes lenguas por el origen de sus repobladores.

En su trabajo «Neología y variación geográfica: Criterios para la selección de entradas en la elaboración de un diccionario de neologismos de Alicante y Murcia», Dolores Azorín, junto a la profesora María Isabel Santamaría, alude a la interferencia lingüística entre el castellano y el valenciano en la provincia, sobre todo en el ámbito de la cultura y las tradiciones populares en las que «se asimilan muy fácilmente las unidades léxicas del valenciano al sistema ortográfico del castellano», con ejemplos como foguera, terreta, bellea, despertà, soparet o racó, por nombrar solo unos cuantos. Lo mismo pasa con términos murcianos asimilados sobre todo en la Vega Baja.

De hecho, en la misma provincia tampoco anda la cosa muy clara. Así cuando en la capital alguien se queja de que un petardo ha salido falluto, en otras comarcas alicantinas no tienen ni idea de qué le ha pasado.

Y es que es habitual el uso de términos exclusivos de una ciudad o un pueblo que no se utilizan en el resto. Por ejemplo, en Elda, hay palabras como chulaín (muy delgado) o gobanilla (muñeca del brazo) que no se conocen en la mayor parte de la provincia además de usarse palabras relativas a un oficio determinado que, cuando salen de su hábitat normal de uso, pierden su significado. Así, en Elda o en Elche si alguien dice que es cortador o almacenista, y que se le ha acabado el cemen, todos sus interlocutores entenderán que son trabajos relativos a la fabricación del calzado. Sin embargo, en el resto de la provincia, y no digamos ya en el resto de España, no faltará quien pregunte: «¿Cortador, de qué?·

Igualmente, términos usados en la Vega Baja como maganto (vago) o, en Torrevieja, chan (extranjero) se desconocen en otras comarcas alicantinas. En la Vega Baja hay una clara influencia murciana sobre todo en Pilar de la Horadada y las pedanías oriolanas que lindan con Murcia, aunque hay un sustrato importante del aragonés y del valenciano, así como del dialecto murciano del castellano (panocho). Además, en el habla se utiliza mucho terminaciones en «ico», «ica» al igual que ocurre en Elda, por el influjo de los aragoneses. En la Vega Baja también es habitual la sustitución de la «c» por la «s» además de cortar las palabras. Informa David Pamies.

Si a un vecino de la ciudad de Alicante le preguntan por una palabra propia, muchos se referirán a achavo, una interjección que se usa para comentar algo que suscita algún tipo de emoción, satisfacción o disgusto. Cuántos alicantinos seguidores del Real Madrid dirían el martes tras el 4-2 en la Champions: «¡Achavo partido el de hoy! Los niños en Alicante no van a caballito, sino a coscoletas, llevan peúcos, comen patatíbiris o papas de bolsa y se toman la mona en Pascua. Además, en alusión a la forma de hablar en la capital, habrá quien sin duda aluda, medio en broma medio en serio, a la sustitución de la letra «s» por la «r» para unir dos palabras como los tópicos vamoraver o larhogueras.

La variedad por localidades es tal que existen diccionarios de términos de Villena, de Aspe, de Torrevieja, de Orihuela, de Elche y de la Marina, por nombrar algunos. El diccionario villenero de José María Soler editado por el instituto Gil Albert incluye palabras como closar, galafatear, espolsá, estufarrar, guantá o gomitona.

Muchos de los términos utilizados en Alicante son también propios de otras zonas de España. Así, palabras habituales como camal o coca se utilizan en Aragón, donde también se enrobina el metal, uno se da capuzones en el agua y se acacha para coger algo, un término admitido en el DRAE propio de la España oriental. En algunos casos, los expertos no se ponen de acuerdo. Por ejemplo, hay quien reivindica mañaco como palabra de origen aragonés y otros apuntan a que es una derivación del catalán «manyac», tal como refleja la asociación cultural Alicante Vivo en uno de sus artículos.

Mañaco, tiricia y otros palabros de por aquí

Por la zona sur, palabras habituales que Alicante comparte con Murcia son por ejemplo estufido (bufido) molla (miga) o pipirijate con la que los vecinos de Almoradí se refieren a sufrir un mareo. También exclusiva de Santa Pola parece ser la palabra mamola, que procedería del árabe, como sinónimo de tontería.

En internet hay verdaderos debates por el origen y propiedad geográfica de algunas palabras. Así, en cuanto algún alicantino reivindica términos como chaflán o mocho, hay quien aclara que también se utilizan por ejemplo en Aragón, y si se habla del camal como un vocablo alicantino para referirse a la pernera de los pantalones, hay quien recuerda que es una derivación de la palabra «cama» (pierna en valenciano). Otros términos muy usados en Alicante frente a otras regiones de España como mudado, socarrar o chopar, están recogidas en el diccionario aragonés de Rafael Andolz como propias de esa región y algunas como companaje, tiricia, leja o mocho también se usan en Murcia y en algunos casos en Albacete lo que no es extraño dada la cercanía entre comunidades y los movimientos poblacionales de unas regiones a otras.

Expresiones

En internet, hay personas de otros lugares de España que muestran su asombro ante el uso, no solo de palabras, sino de expresiones que en Alicante resultan de lo más normales. Tal como señala un internauta «una de las cosas que más nos sorprenden a los de fuera es el uso habitual de ves bajo por ve abajo, esa es genial por la doble confusión de verbo (ver en vez de ir)». Las expresiones subir arriba o bajar abajo, obviamente redundantes, también son muy habituales en la provincia aunque también se usan en otros puntos de España. Igualmente es frecuente el uso de enseñarse como sinónimo de aprender. «Decimos a veces: me estoy enseñando a conducir, en vez de estoy aprendiendo a conducir y es algo que fuera les llama la atención» apunta una internauta en una de las numerosas páginas que sobre términos y formas de hablar en Alicante proliferan por la red. Hacerse algo, por ejemplo: hacerse unas cervezas, es otra forma de hablar habitual en Alicante. También es normal doblar una esquina, usar expresiones como se conoce que para aludir a algo que ha ocurrido, o el uso de ca en vez de casa en frases tan habituales como «voy a ca la abuela» o «estoy en ca Mari» algo que también se puede oír por ejemplo, en Cataluña y en Murcia.

Algunas de las palabras que se podrían incluir en un diccionario de términos exclusivamente alicantinos o compartidos con otras zonas pero no generalizados en España son vulgarismos o incorrecciones que se han generalizado. Las hay que están cayendo en desuso, pero también aparecen nuevas palabras alicantinas. ¿O qué se puede decir del tardeo?