Para muchos adultos el ruido de las fiestas resulta tedioso mientras que, para los que esperaban con ansia la llegada de las Hogueras, el olor a pólvora y los petardos es una bendición. Sin embargo, que el contexto sea festivo no significa que no haya que tomar precauciones, sobre todo con los bebés y los niños más pequeños.

Una alta exposición a ruidos fuertes (por encima de los 80 decibelios) puede afectar a los oídos pero también provocar estrés, insomnio, irritabilidad o una subida de la tensión arterial. Por estos motivos, los auriculares de cancelación de ruido son ya acompañantes habituales de mamás y papás en eventos donde hay que “soportar” un gran número de decibelios, como festivales, grandes conciertos y, también, una mascletà.

Estos “cascos antiruido” no emiten ningún sonido, simplemente evitan que los decibelios traspasen a los oídos de los bebés y niños (y los mayores que prefieran llevarlos, por supuesto). Pero debe tener en cuenta hasta qué punto los decibelios pasan de ser “molestos” a “peligrosos”:

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Para hacernos una idea, el agradable canto de los pájaros suponen 10 Db (decibelios), un camión puede llegar a los 75, resultando molesto y no siendo recomendable una prolongada exposición. Sin embargo, una mascletà puede llegar a los 120-130 decibelios en su terremoto final, lo que entraría dentro del umbral de peligrosidad, sobre todo si quieres asistir todos los días a Luceros.