214 menores saharauis han llegado a primera hora de esta mañana al aeropuerto Alicante para pasar el verano con familias de Murcia, Castilla la Mancha y de la Comunidad Valenciana. Una treintena de estos menores se quedarán en la provincia de Alicante hasta que el 5 de septiembre regresen a los campamentos refugiados de Tinduf (Argelia). Otros 24 niños se alojarán con familias de Murcia y 110 en hogares de Castilla La Mancha.

La pandemia y la crisis diplomática que atraviesan España y Argelia a punto han estado de dar al trate con el programa “Vacaciones en paz”, que llevaba dos años sin desarrollarse debido al coronavirus. Traer a los niños es un proceso largo y burocrático que comienza en el mes de enero. “Con el brote que hubo a con el coronavirus a comienzos de año se decidió posponerlo y hasta marzo no se pudieron iniciar todos los trámites y empezar a entrevistarnos con las familias”, explica Ainhoa Pérez, responsable del programa en la provincia de Alicante.

Cuando el proceso ya empezaba a rodar, llegó la crisis entre Argelia y España. “Una de las consecuencias fue que se suspendieran vuelos regulares entre los dos países, lo que supuso otro obstáculo para traer a los niños”. Retrasos posteriores con el visado colectivo de los niños han hecho que éstos no hayan podido llegar a España hasta finales de julio, “cuando lo normal es que lo hagan en la primera semana, así que este año estarán menos tiempo en nuestro país”.

Los dos años de pandemia han reducido además el presupuesto de la Coordinadora de Asociaciones de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, que es la entidad que financia en parte la estancia de los menores en nuestro país, que además de los pasajes de avión incluye seguros para cualquier tipo de incidente. “Este año han podido venir la mitad de niños que en 2019 porque apenas hemos podido hacer eventos solidarios para captar fondos”, explica Pérez.

La acogida por parte de los niños saharauis tiene como objetivo primordial sacar a los pequeños del desierto, donde en verano se superan los 55 grados de temperatura y no hay medios para combatir esas condiciones extremas. Así, los pequeños disfrutan del verano de las actividades y el cariño que les brindan las familias de acogida.

Los beneficios que obtienen los niños y niñas saharauis son numerosos. Su salud mejora, su vitalidad también, pueden disfrutar de un clima más benigno, de una mejor alimentación no limitada por las condiciones extremas del desierto, establecen relaciones de amistad con niños y niñas españoles y fuertes vínculos con la familia de acogida.

Los niños saharauis llegan a Alicante a pasar unas vacaciones en paz

Los niños saharauis llegan a Alicante a pasar unas vacaciones en paz Áxel Álvarez

María Ángeles Belíjar es una de estas madres de acogida desde hace ocho años. Este año compartirá verano con Ahmed, un niño de ocho años que viene por vez primera España y cuyo hermano mayor ya estuvo en casa de Belíjar. Pese a que sólo lleva unas horas con su familia de acogida, Ahmed tiene muy claro lo que quiere hacer estas vacaciones. "Nada más encontrarnos en el aeropuerto lo primero que me ha dicho es piscina, así que ya tenemos muy claro lo que vamos a hacer estas semanas: mucha playa, mucha piscina y parque acuático". María Ángeles, que reside en Elche, no tiene hijos, pero sí una niña en acogida dentro del programa de la Conselleria de Igualdad. En 2018 ella y su marido estuvieron en los campamentos de Tinduf visitando a la familia de Ahmed, entonces él tenía cuatro años. "Fue una experiencia preciosa y pese a que estuvimos una semana sin podernos duchar, no queríamos volver".

También un niño ha acogido Deborah, una vecina de San Vicente que prefiere no dar más datos personales. En su caso, es la primera vez que aloja en su casa a un niño saharaui. Otman, de ocho años también es la primera vez que viaja a España. "Nada más llegar hemos hecho una videoconferencia con sus padres para que supieran que ha llegado bien. A través de ellos me he enterado que quiere una pelota, así que esta tarde iremos a comprarla". Deborah espera que estas semanas den la oportunidad al pequeño de vivir nuevas experiencias, lejos del calor y las duras condiciones económicas de los campamentos. A nivel personal, "para mí la mayor gratificación será que se lo pase bien".