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Barceló-Barcala, un cara a cara desigual

Pese a que Ximo Puig se ha decantado por un peso pesado del PSPV para intentar plantar batalla en Alicante tras la debacle electoral de 2019, la exconsellera se enfrenta a un reto mayúsculo, por su complejidad

Barceló y Barcala se saludan en los prolegómenos de un acto en Alicante, en imagen de archivo informacion.es

Pocas veces unas palabras encierran tanta autocrítica. Es difícil admitir tantos errores sin enunciarlos uno a uno, lo que daría -de hacerse- para un largo parlamento. "Alicante merece que el PSPV se tome en serio la ciudad de Alicante y presente la mejor candidatura posible", aseguró el jefe del Consell y secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, cuando se le preguntó este viernes por la noticia que había avanzado este diario un día antes: Ana Barceló es la apuesta oficialista -y mucho tiene que cambiar el escenario político para que no sea la oficial cuando se complete el proceso interno preelectoral- para ser la alcaldable socialista en Alicante.

Nadie duda de que, si finalmente llevan el proceso a primarias los ahora "alejandrinos", que no hace tanto eran conocidos como "sanchistas" y que cuya verdadera razón de ser tiene el ADN "antifranquista", Barceló será la ganadora de ese primer envite, ya que el sector controlado por Ángel Franco -mayoritario en la agrupación como se ha demostrado en las últimas votaciones a nivel local- ha exhibido ya su apoyo a la exconsellera. En público, con moderación. En privado, con más entusiasmo. "Ha demostrado ser una mujer comprometida, preparada, excelente persona, con gran capacidad de gestión y de trabajo" son algunas de las expresiones que el sector de Franco ha dedicado estas últimas horas a Barceló cuando se apaga el micrófono. Esa batalla interna por tanto, no será, si es que al final es, generadora de muchos decibelios.

La que vendría después camino al 28-M, es otro cantar. Ese habitual cara a cara electoral entre el PP y el PSOE, que según las encuestas vuelve a aproximarse aquellos tiempos con mayorías absolutas, en los que el bipartidismo dejaba poco espacio al resto, no parece que vaya a ser un tú a tú equilibrado. De igual a igual.

Mientras el actual alcalde, el popular Luis Barcala, llegará a las elecciones tras cinco cómodos años de mandato, en los que ha gobernado (salvo el primer año, que fue en solitario) con un socio de gobierno -Ciudadanos- que más bien ha parecido un lacayo, en los que no ha habido ruido interno porque para que haya batalla (aunque sea de ideas) es necesario al menos dos contendientes, en los que se ha dispuesto de más dinero que ningún otro ejecutivo para invertir en Alicante, Ana Barceló llegará tras aterrizar en un erial. Ese terreno sin cultivar ni labrar, donde se acumulan las malas hierbas tras un mandato con una oposición socialista más ocupada en sus batallas internas que en fiscalizar la acción del bipartito. Y encima llegará con bagaje, pero también con su mochila.

Barceló acumula experiencia política de sobra. Es indiscutible. Ha sido alcaldesa (ocho años) y ha gestionado, desde la Conselleria de Sanidad, la lucha contra la pandemia. Ambas líneas del currículo tienen cara y cruz. Barceló fue regidora, pero en Sax, su pueblo natal, donde ha vivido, excepto cuando el trabajo le ha obligado a residir en València. Así que, salvo que se empadrone en Alicante antes de que se cierre el censo electoral, no podrá ni siquiera votar a su candidatura, como ya le pasó a Sanguino. Barceló fue la consellera que más se expuso en esa desconcertante irrupción de la pandemia, hasta acabar achicharrada por momentos. De hecho, su relevo fue algo que se valoró en el Palau. No se consumó, como tantas otras cosas.

El candidato del PP a la Generalitat, Carlos Mazón, ya le adelantó este viernes la línea de su formación de cara a la campaña, En la "bienvenida" a la política alicantina, Mazón le afeó el retraso en la construcción de los tres centros de salud prometidos en la ciudad y le recordó las sentencias por la falta de material para los sanitarios en los primeros meses de convivencia con el coronavirus.

Con todo, a Barceló, seguramente, le preocupan más otras piedras que le esperan en su camino hacia la Alcaldía de Alicante. La actual síndica del PSPV en las Cortes tiene mucho por hacer. Debe empaparse de todas las necesidades de la ciudad de sus retos y de sus ambiciones. Debe conocer las reivindicaciones vecinales y sectoriales. Y debe hacer todo eso con una agrupación que no es la suya, por muy presidenta del PSPV que sea, por lo que debe saber quién le rodea. Y ahí estará otro de los frentes que tiene por delante. ¿Permitirá que le impongan la candidatura? ¿Se hará fuerte y conseguirá tener capacidad de elección? ¿Podrá diseñar la campana electoral? Nada de eso consiguió Sanguino. Tampoco son un perfil similar. Más bien están en las antípodas.

Barceló es una persona de partido, con experiencia, carácter y una capacidad de trabajo que, por encima de otras cualidades, destacan desde su entorno. La necesitará. Tanta que, en ocasiones, saca de rueda a los que la siguen. No rehúye el debate, más bien lo disfruta, como demuestra en las Cortes. Y es mujer.

Barcala, según los suyos, siempre prefirió que el PSOE mantuviera la apuesta en Sanguino. Cuando lo improbable se convirtió en imposible, entonces su preferencia, dicen, pasó a ser Josefina Bueno. Su rival, si el PSOE supera el proceso de primarias concierta normalidad, será Barceló. Se avecina batalla, de altura, aunque el cara a cara es desigual. Tras lidiar con la pandemia, Barceló tiene ante sí un reto mayúsculo, por complejo.

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