Tomaron la L4 del TRAM en Luceros con destino al Club Atlético Montemar donde el mayor, un niño de 12 años, tenía esa mañana un amistoso de fútbol que no llegó a disputar. Los viajeros eran tres: el jugador, su madre y la pequeña, una cría de tres años que iba tranquilamente en su carrito en un convoy que por el día de la semana que era (sábado) y la hora (10.50) no estaba excesivamente concurrido. Personas mayores, una de ellas en silla de ruedas, y algún que otro joven, pero pocos.  

Fue en la estación de Sangueta donde se incorporó al convoy el hombre responsable de la pesadilla de la que esta familia aún no se ha recuperado y que ha provocado que el niño tenga miedo a salir de casa, que no quiera ni oír hablar de subir al tranvía, que no haya ido al colegio varios días y que ahora busque cambiar el balompié por el boxeo.  

El aspecto desaliñado del nuevo viajero llamó la atención de la madre, pero como quiera que se sentó junto al niño sin más, no le dio más importancia.

Fue llegando a la estación de Lucentum, al levantarse el pequeño para bajar, cuando ese hombre le agarró de repente del cuello y, sin mediar palabra, comenzó a golpearle en la cabeza, en los brazos, en la espalda...

Estación del TRAM donde se produjo la agresión. PILAR CORTÉS

Lo relata su madre días después sin haber podido recuperase de la impresión que le causó ver a ese desconocido dando puñetazos con saña a su hijo. Con el agravante de que, debido al revuelo y la situación en que había colocado el carrito de la niña, se quedó bloqueada sin poder hacer mucho más que intentar parar los golpes a su hijo con el brazo derecho mientras que con el izquierdo buscaba proteger a la niña. Una pequeña vivaz que lo contempló todo y que desde entonces tiene problemas para conciliar el sueño, cuenta su madre.

Fue un adolescente que también viajaba en ese vagón el primero que se lanzó a auxiliar a esta familia propinándole un golpe al agresor que él le devolvió por duplicado dejando al chaval inconsciente tumbado en el suelo.

Así lo cuenta la madre en la denuncia que ese mismo día presentó en la Comisaría donde añade cómo, tras noquear al adolescente, el desconocido volvió a agarrar al niño por el cuello al grito de «te mato, te mato».

Hematomas que presentaba la madre tras la agresión. INFORMACIÓN

La intervención de una mujer, que mientras golpeaba con su bolso al agresor avisaba de que iba a llamar a la Policía, hizo que finalmente que se bajara del convoy y, tras darle varias patadas, se marchara en dirección a Alicante. 

La Policía ya ha solicitado a Ferrocarriles de la Generalitat (FGV) el visionado de las grabaciones de las cámaras de seguridad para intentar localizarle sin que hasta el momento se tenga constancia de que eso haya sido posible. 

Además de la denuncia en Comisaría, esta mujer ha interpuesto una reclamación ante FGV por lo que considera un funcionamiento anómalo de un servicio público. Se queja de que no había ni interventor ni vigilantes de seguridad y de que la única actuación que tuvo el conductor del TRAM fue para decir que ya había llamado a la Policía y que se bajaran en la próxima estación (Miriam Blasco) para esperar allí la llegada de los agentes.

Desde FGV aseguran que el conductor cumplió con el protocolo, que es dar aviso al puesto de mando, ubicado en la estación de la Marina, y que desde allí se comunicó al 112 que a su vez requirió la presencia de la Policía Local, que fue la que acudió.

En cuanto a la presencia de interventores y vigilantes, afirman que de los primeros hay entre tres y cuatro parejas por turno, según sea día laboral o fin de semana, y otras tantas de vigilantes, servicio que tienen externalizado.

Un portavoz de la mercantil aseguró lamentar lo sucedido pero añadió que el recorrido de las líneas es muy extenso y que no se puede tener a un vigilante en cada vagón, máxime cuando la línea y la hora en que se produjo la agresión no está considerada como conflictiva.

La mujer quiere dejar claro que además de las lesiones que presentan ella y su hijo está el daño psicológico que han sufrido los tres.