La sequía comienza a amenazar el suministro de agua para consumo urbano en Alicante, Elche y el sur de la provincia. El trasvase Tajo-Segura se encuentra al comienzo del año hidrológico con una reserva de 74 hm3 y a cinco meses de cerrarse también para el consumo urbano, si baja a los 400 hm3. Un problema porque abocaría a la provincia a depender al 100% del agua desalada al precio de oro, tirar de las reservas en los pozos de sequía o, incluso, soportar restricciones puntuales en el suministro, algo que de momento esta descartado, pero que va a depender de las lluvias que deben caer este otoño sobre la cabecera del Tajo. Ahora mismo, sólo las comarcas de las Marinas. l`Alcoià y El Comtat tienen garantizado el abastecimiento de agua aunque no llueva. Hasta ahora, desde el Tajo ha llegado una media mensual de 7,5 hm3 para consumo urbano, y el mes pasado ya no hubo ni una gota para el regadío. Recordar que del trasvase también se queda agua en Castilla-La Mancha, poca cantidad pero mucha de cara a las cifras que marcan el descenso de la reserva.
“Si en su día se hubiera hecho un trasvase desde el Tajo Medio hoy no habría problemas, pero en este país hablar de embalses y tuberías ha pasado a ser un tema tabú, ya no se puede ni comentar”, apunta Ángel Urbina, presidente de la entidad general de usuarios del Medio Vinalopó. “Esperemos que llueva este otoño, y coyunturalmente habrá que tirar de los pozos de sequía y la desaladora de Torrevieja, no queda otra”.
El problema es ya nacional. Galicia, Castilla y León, Extremadura, Andalucía, Cataluña o Navarra ya sufren por la falta de agua. La reserva ha caído al 39%, el menor porcentaje desde la gran escasez de 1995. España se ha instalado oficialmente en la sequía.
El descenso del agua del Tajo afecta desde El Campello hacia Pilar de la Horadada, una población de más de millón de personas si no llueve este otoño. En estos momentos, el complejo de embales de Entrepeñas y Buendía almacena 474 hmn3 de agua y según las normas de explotación, el acueducto de cerrarse para todos los usos cuando el nivel del agua embalsada baja hasta los 400 hm³. La situación es preocupante, máxime teniendo en cuenta que en la misma semana de hace un año (2021), la reserva de agua en la cabecera del Tajo estaba en los 613 hm³, 139 hm³ más que hoy y 213 hm³ por encima del a “línea roja”. Así y todo, el año hidrológico que acaba de cerrarse fue dramático para el sector agrícola que vio como hubo muchos meses en los que no se cumplieron las expectativas hasta llegar, incluso, a cortarse en envío de agua para el regadío.
La falta de lluvias este verano obligó a decretar a mediados de agosto la prealerta por sequía en la cuenca del Segura justo en el momento, además, en el que el Ministerio para la Transición Ecológica ultima la revisión del plan de cuenca del Tajo con el aumento el caudal ecológico a 8 metros cúbicos por segundo, lo que recortará hasta en 130 hm³ al año el trasvase (sumada la modificación de la normas de explotación). El abastecimiento para el regadío con agua del río Segura está garantizado solo hasta este octubre, pero si no llueve en la próxima semanas se declarará la situación de alerta por sequía, lo que conllevará restricción del para riego y campañas, estas, de momento voluntarias, para que se restrinja el uso en el abastecimiento urbano. Los embalses se encuentran al 40% de su capacidad. Esto supone unas existencias de 454 hectómetros cúbicos -77 hm³ en La Pedrera- de los 1.140 hectómetros que pueden almacenar los pantanos de la cuenca.
La alarmante ausencia de lluvias en España que dejado los embalses por debajo del 40% de su capacidad ha terminado por minar las reservas de agua en la cabecera del Tajo, en concreto en los embalses de Entrepeñas y Buendía. Esta semana, el complejo hidráulico desde el que arranca el trasvase almacena 474 hm³, con lo cual se ha situado a tan solo 74 hm³ de su cierre definitivo para todos los usos e impuso el pasado septiembre el cierre al sector agrícola. Una coyuntura que según los técnicos de la comisión que analiza y decide los trasvases se prolongará durante el próximo semestre.
La prioridad de garantizar el suministro urbano a la población impedirá trasvasar agua para riego cuando ya no hay, además, volumen pendiente de trasvasar. Sin embargo, la falta de reservas en la cabecera empieza a amenazar ya, incluso, a la población pese a que la desaladoras ofrezcan una garantía. Se impone el agua desalada, cara pero insuficiente, por ejemplo, para garantizar un volumen de negocio de 3.000 millones de euros al año de un sector, el agroalimentario, que es el segundo en importancia en la provincia de Alicante tras el turismo con un peso del 4% en el PIB.
Sin agua no hay actividad económica y, ahora mismo, se compromete el futuro, además, del 70% del sector, compuesto por pequeños y medianos agricultores, según avanza Lucas Jiménez, presidente del Sindicato Central de Regantes del Trasvase Tajo-Segura. Y todo en un marco que no llega al consumidor porque el mercado se completa, casi todo el año además, con productos que llegan de Senegal, Mali, Marruecos, Argentina, Perú, Chile y Sudáfrica.
La constatación de que España está entrando en un nuevo ciclo seco tras el parón de las lluvias que dejaron reservas para aguantar este año sin problemas vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre qué debe hacer la provincia para asegurarse el abastecimiento hídrico del futuro. Coyuntura reforzada ante la evidencia, certificada por los expertos del panel del clima de la ONU, de que todo apunta que la reducción de la lluvias en la cabecera del Tajo será de un 30% en los próximos 25 años.
El catedrático de la Universidad de Alicante y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, viene advirtiendo, en este sentido, que “nos guste más o nos guste menos la provincia de Alicante tiene que trabajar por ser cada día más autónoma y eficiente en sus recursos hídricos y la desalación es una opción que debe aceptarse. El trasvase Tajo-Segura no va a poder seguir como hasta ahora. Por supuesto que es fundamental, pero hay que pensar en la necesidad de incorporar el agua desalada al sistema. Eso sí, a un precio para la agricultura no superior a los 0,25 euros el metro cúbico”.
A la falta estructural de agua se suma el descontrol que sufre el aumento de los precios de la energía eléctrica y la falta de respuesta de la empresa estatal Acuamed, gestora de la producción de agua desalada, para buscar fórmulas lograr una energía eléctrica más barata, según denuncian la propias empresas suministradora de agua, ha provocado un agujero en los municipios obligados a utilizar agua desalada para el abastecimiento de los ciudadanos. El coste del agua desalada está por encima del 1,2 euros a pie de planta -a partir de ahí hay que transportarla- y se ha duplicado en los últimos doce meses. Coste que deber se trasladado al recibo que pagan los ciudadanos.
La desalación permite una garantía de suministro hídrico pero muy cara, como lo demuestra el que el coste de la producción de un metro cúbico de agua desalada se ha duplicado en los últimos doce meses, al pasar de los 0,60 euros/m3 al 1,2 euros/m3 actuales.
Recordar, como publicó este periódico el pasado sábado, que hasta ahora, la Mancomunidad de Canales del Taibilla, que abastece a 35 ayuntamientos de la provincia, entre ellos Alicante y Elche, la está cobrando a 0,69 euos/m3 y en los últimos años la contribución de las desaladoras Alicante I y II en Agua Amarga va en aumento, debido a la disminución del envío del agua del Tajo, por lo que los costes subirán.
El aumento de la factura de la luz, imparable, va a tener un efecto dominó en el coste del agua en todos los municipios, tanto los que utilizan agua desalada como los que se abastecen de acuíferos y embalses. En la Marina Baixa, con Benidorm como epicentro del consumo, casi el 20% del presupuesto del Consorcio es gasto energético, al tener que elevar el agua de los embalses y el kilovatio hora ha subido de los seis/ocho céntimos de euros a los 30 céntimos actuales, lo que complica cada vez más el equilibro de los precios.