Adelantarse al incremento de la temperaturas que está por llegar para poder contrarrestar las consecuencias que el cambio climático tendrá en los ecosistemas de la provincia de Alicante. Ese es el objeto de un experimento pionero que está desarrollando el Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias de la UA financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Para ello se han instalado cámaras de techo abierto en microsistemas de cuatro enclaves bien diferenciados situados en la Font Roja de Alcoy, la sierra del Reconco de Biar, la finca El Clotet de San Vicente del Raspeig y el paraje El Ventós de Agost.

Las "campanas" instaladas en el Reconco de Biar. J.C.P.G.

Con campanas de plástico trasparente de un metro de diámetro ancladas al suelo, las denominadas "open top chambers", se consigue incrementar la temperatura en su interior 2,5 grados centígrados en invierno y 4 grados centígrados en verano. Es precisamente el aumento medio de la temperatura ambiente que se prevé que registrará la provincia de Alicante en un período de 50 años.

A través de este estudio que dirige Santiago Soliveres Codina, investigador Ramón y Cajal del Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Alicante, se obtendrán datos muy valiosos para predecir cómo afectará el cambio climático a la vegetación, el mantenimiento de los suelos fértiles, los procesos ecológicos de los que dependemos como la infiltración del agua de lluvia o el almacenamiento de CO2 atmosférico.

También se trata de entender si una mayor biodiversidad puede mitigar parte de los efectos negativos que se prevén ya que, según señalan los investigadores, se espera que ecosistemas más biodiversos sean más resistentes a todos los cambios que se avecinan.

"Parachoques" ante el cambio climático

"Para ver si estas consecuencias dependen de lo seco que sea ya un determinado lugar, hemos hecho copias del experimento en cuatro puntos a lo largo de un gradiente de aridez en la geografía alicantina", explica el ecólogo. De ahí que se haya decidido emplazar las "campanas" en unos parajes de contrastadas características buscando los tres umbrales de aridez en los que se encuentran inmersos.

En el ámbito internacional no hay trabajos científicos de este tipo que consideren, de una manera tan explícita y experimental, el papel de la biodiversidad como potencial "parachoques" para las consecuencias del cambio climático.

La primera toma de muestras del director del experimento.

La primera toma de muestras del director del experimento. INFORMACIÓN

La investigación se inició hace justo un año, en octubre de 2021, y el primer registro de datos se llevó a cabo en ese mismo instante. La segunda medición se efectuó durante la pasada primavera por tratarse de un momento óptimo para la eclosión vegetal y, en las últimas semanas, el equipo de la Universidad de Alicante ha comenzado a tomar nuevos datos. Para ello analizan la información que ofrece el terreno y las plantas que se encuentran en el interior de la campana de techo abierto y la comparan con los controles que hay instalados en el exterior, y que permiten medir la temperatura y humedad del suelo, la captura de carbono y los cambios químicos y biológicos que se producen.

Conclusiones en cuatro años

Pero para obtener conclusiones fiables habrá que esperar al menos cuatro años. Y la información todavía será más efectiva en el transcurso de diez años. "La evolución que experimenten estos puntos nos permitirá adelantarnos a los diferentes escenarios de clima que nos esperan en nuestras comarcas en función del aumento de la temperatura. Conociendo esta evolución podremos saber cómo mitigar mejor los efectos del cambio climático", apunta el investigador del Departamento de Ecología que lidera el proyecto.

No obstante los científicos de la Universidad de Alicante no esperan recibir "grandes respuestas" a sus preguntas en los experimentos que se están llevando a cabo en la finca El Clotet de San Vicente del Raspeig y en el paraje El Ventós de Agost. En estos dos lugares se ha superado el umbral pero en la Font Roja de Alcoy y en la sierra del Reconco de Biar la información será de gran utilidad.

Los trabajos preparatorios del experimento que lidera Santiago Soliveres. INFORMACIÓN

En ecosistemas urbanos

El origen del trabajo de investigación de Santiago Soliveres Codina parte de otro estudio iniciado en febrero de 2021 en el campus de la Universidad de Alicante, que se convirtió en un centro de evaluación el cambio climático en ecosistemas urbanos.

Durante las pruebas experimentales, el equipo de trabajo de la UA, liderado por el mismo investigador del Departamento de Ecología, comenzó a medir la respuesta a distintos tratamientos y condiciones. Por un lado, la habilidad del ecosistema para capturar y almacenar CO2 atmosférico, que es el principal gas de efecto invernadero, y por otro lado la biodiversidad de plantas y organismos del suelo, su capacidad para reciclar nutrientes y degradar contaminantes como el plástico, así como la resistencia de las plantas más abundantes en los jardines a plagas de insectos y hongos patógenos.

El sistema de medición de datos se encuentra situado dentro de la cámara de techo abierto. INFORMACIÓN

"Además de medir la respuesta al cambio climático, acercaremos este tipo de experimentos al público en general, donde estudiantes y visitantes han podido observar en vivo y en directo como los ecólogos intentamos predecir el futuro de los ecosistemas de los que dependemos”, explica Soliveres. Se trata de un trabajo de investigación pionero ya que la mayoría de los estudios en vegetación y suelos se centran en ecosistemas naturales o agrícolas. “Prácticamente no hay trabajos sobre el balance de carbono o el funcionamiento como ecosistemas en zonas verdes urbanas en este contexto de cambio global”, apunta el experto de la UA.

Calentamiento global en la UA

En total se seleccionaron cuatro zonas experimentales en el campus de San Vicente del Raspeig: entre las Facultades de Derecho y Ciencias, detrás de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Aulario II, y frente a la Escuela Politécnica Superior. Es en estas áreas donde los expertos simulan las condiciones de cambio climático gracias a las cámaras de techo abierto, en consonancia con las predicciones de las próximas décadas en España. 

A este tratamiento de calentamiento global, los ecólogos de la UA han incluido otra variante: cortar el césped con la frecuencia habitual en lugar de cortarlo una sola vez al año. Una medición que ha permitido saber si el hombre puede manejar los ecosistemas urbanos para aumentar su resiliencia a los cambios esperados en el clima. "Este tratamiento viene inspirado, en parte, por algunas respuestas muy positivas que se detectaron en zonas ajardinadas de toda España durante el confinamiento de marzo-abril, donde se redujo de forma sustancial la intensidad con la que se cortaba el césped, y encontrando respuestas muy positivas por parte de la fauna y flora de estos ambientes”, detalla el experto.

Santiago Soliveres. INFORMACIÓN

Pero este experimento pretende llegar mucho más allá y, en colaboración con el responsable del paisajismo de la Universidad de Alicante, José Luís Romeu, se realizará otro tratamiento con especies con conocidos efectos positivos sobre los polinizadores y otros insectos beneficiosos. Según el ecólogo de la UA, “esto debería ayudar, en conjunto con la reducción de la frecuencia de cortar el césped, a un aumento de la biodiversidad en las zonas ajardinadas del campus”.

Las pruebas realizadas en el campus, que cuentan con el apoyo de Vicerrectorado de Transferencia, Innovación y Divulgación Científica durarán cinco años, aunque Santiago Soliveres espera extenderlo todo el tiempo que pueda. “El interés de estos experimentos y la importancia de los resultados crece con cada año que pasa”, señala.

La investigación piloto en entornos urbanos se inició en el campus de la UA en febrero de 2021. INFORMACIÓN

Once campus de España y Portugal

El experimento forma parte del proyecto URBANFUN liderado por el investigador Manuel Delgado Baquerizo, de la Universidad Pablo de Olavide, y financiado por la Fundación BBVA. Se está realizando de forma coordinada en once campus de España y Portugal aunque se inició en las universidades Pablo de Olavide, Sevilla, Autónoma de Madrid, Cádiz, Albacete, Coimbra, Alicante.

Un experimento coordinado y estandarizado como éste, en tantos campus por toda la península, permitirá a sus autores saber si la sensibilidad de estos ecosistemas urbanos al cambio climático viene determinada por el clima de cada sitio, o bien por la biodiversidad que caracteriza a cada zona ajardinada.

Fernando Maestre Gil

El Premio Jaume I, el ecólogo de Sax Fernando Maestre Gil, en uno de los laboratorios del parque Científico de la UA. Alex Dominguez

El investigador distinguido de la Universidad de Alicante insiste en que el cambio climático no se puede revertir y advierte de sus consecuencias directas en nuestra forma de vida. El turismo se desestacionalizará, las actividades diurnas en verano se limitarán, el uso del agua sufrirá una gran transformación y aumentarán los incendios forestales y las inundaciones.

«Hay que concienciarse de que nuestra forma de vida ya no será igual»

El Ministerio de Ciencia e Innovación otorgó la semana pasada al sajeño Fernando Maestre Gil el Premio Nacional de Investigación «Alejandro Malaspina» en el área de ciencias y tecnologías de los recursos naturales. Un prestigioso galardón que responde a sus avances en el estudio de la biodiversidad y la ecología de las zonas áridas, los impactos del cambio climático en los ecosistemas terrestres y la desertificación. Pero también es un reconocimiento a toda la investigación que se desarrolla el Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante.

Precisamente en el departamento de Ecología de la UA, desde donde Santiago Soliveres lleva a cabo su experimento para predecir las consecuencias del cambio climático, Fernando Maestre es investigador distinguido y dirige varias líneas de investigación punteras en el ámbito internacional.

«Con el cambio climático muchas cosas van a cambiar y, de hecho, ya están cambiando. Nuestra forma de vida ya no va a ser igual. Por ejemplo cada vez va a resultar más complicado para algunas personas realizar actividades al aire libre en las horas centrales del día, sobre todo en verano, porque desde el punto de vista de la salud no es aconsejable hacer ejercicio físico en la calle a pleno sol». Otro de los efectos será la desestacionalización del turismo en la provincia de Alicante. «Habrá mas turistas en invierno, primavera y otoño que en verano y también va a cambiar el uso del agua porque, al hacer más calor, aumentará la demanda del consumo y eso hará necesario echar mano de fuentes alternativas como la desalación».

"El futuro va a ser todavía más inhóspito, por lo que tenemos que hacer algo"

Maestre cree que la sociedad cada vez está más concienciada. «Veranos tan duros como el que hemos tenido ayudan a que mucha gente se sensibilice de que el clima está cambiando para peor, y el del futuro va a ser todavía más inhóspito, por lo que tenemos que hacer algo. Pero esa concienciación todavía no se traslada en cambiar hábitos de vida. Sobre todo de cómo nos alimentamos y nos movemos para reducir la huella de carbono. La sensibilización social es cada vez mayor pero todavía no ha llegado al nivel de cambiar los hábitos cotidianos y que las Administraciones se tomen realmente en serio este problema para poder hacerle frente de forma efectiva». 

Insiste en señalar que «el cambio climático no se puede revertir. Aunque dejáramos de emitir gases de efecto invernadero, que es imposible, la atmósfera seguiría calentándose en las próximas décadas debido a la propia dinámica de esos gases». Por eso advierte de que «si queremos parar el cambio climático ya llegamos tarde...pero a lo que no llegamos tarde es a minimizar el nivel de calentamiento. Cada grado cuenta y va a ser muy beneficioso todo lo que hagamos por descarbonizar nuestra economía y por evitar que la temperatura suba más de lo que los modelos predicen. Será algo muy positivo con efectos muy beneficiosos para nosotros y para el medio ambiente. Y lo que también podemos hacer -subraya- es ir adaptándonos ya al clima que está por venir». 

«Si queremos parar el cambio climático ya llegamos tarde pero podemos minimizar sus efectos"

Todo conocimiento científico es útil porque ayuda a comprender mejor el mundo en el que vivimos. En este contexto Fernando Maestre considera la investigación ecológica como «una herramienta esencial para saber, entre otras muchas cosas, cómo van a cambiar los fenómenos naturales y qué podemos hacer para minimizar sus efectos negativos». En este sentido destaca la importancia que tiene el trabajo científico «para ayudar a que las personas con responsabilidades de gobierno tomen decisiones con la mayor información posible basadas en la evidencia científica». Pero, eso sí, reconoce que falta un mayor trabajo de traslación de los resultados de las investigaciones a las esferas de gestión política para que se adopten las medidas de adaptación y mitigación adecuadas, que permitan combatir el cambio climático.