Lluvias torrenciales en primavera, olas de calor en verano y un noviembre con hasta 27 grados de máxima. Y encima, sin ayudas. La tormenta pefecta contra la apicultura de la provincia de Alicante. Asaja-Alicante y la Unió denuncian que los apicultores han finalizado una campaña catastrófica debido al cambio climático (lluvias en primavera y sequía y olas de calor en verano), al aumento de los costes de producción y a los ataques a los panales de abejas de un ave migratoria como el abejaruco. Todos estos factores han provocado una merma del 70% en la cosecha de miel. Ambas organizaciones coinciden en que estamos ante la crisis más importante del sector en la provincia de Alicante, que cuenta con 500 apicultores profesionales. En alguna zonas de la Comunidad Valenciana, como las comarcas de las Riberas, la producción es cero. Y la Administración mira para otro lado desde hace ya más de 15 años y no concede ningún tipo de ayudas.

La cosecha de miel de romero se vio afectada por las intensas lluvias de primavera, por lo que muchos apicultores no pudieron realizar ningún corte de esta miel mono floral tan demandada por el consumidor. La de miel de azahar fue un poco mejor en comparación con los últimos años, pero la limitación de asentamientos en terrenos citrícolas justo en la época de floración del azahar reduce a que sean pocos apicultores los afortunados para sacar miel de naranjo. En verano la situación no mejoró, ya que el calor extremo de estos meses atrás afectó a la floración del tomillo, secando las plantas, impidiendo la producción de néctar y polen, imprescindibles para la producción de miel.

"Llovió durante la primavera y las abejas no pudieron, por lo tanto, polinizar ni a alimentarse. Tampoco las reinas pudieron fecundarse y luego llegó el calor. A esto se suma que el calor ha matado a muchos insectos, por los que aves como el abejaruco se comen las abejas. Los propios apicultores y apicultoras hemos tenido que alimentar las colmenas", subraya Inma Segura, apicultora, desde Asaja-Alicante.

Prácticamente toda la miel que se hace en España va para la exportación porque es de muy buena calidad. La provincia de Alicante produce miel muy buena de azahar, romero, y también tiene muchos apicultores que utilizan el tomillo, espliego, cantueso, roble. En Alicante hay unas 50.000 colmenas explotadas por medio millar de apicultores. En el conjunto de la Comunidad Valenciana hasta 2020 existían unas 365.000 explotaciones y 2.600 apicultores, según Asaja-Alicante con una producción estimada en 500 toneladas, que ha mermado.

El cambio climático se lleva por delante la cosecha de miel, abejas y colmenas en la provincia de Alicante

El cambio climático se lleva por delante la cosecha de miel, abejas y colmenas en la provincia de Alicante Pilar Cortés

La miel tiene muchas salidas. Se comercializa a través de cooperativas, de grandes empresas y algunos apicultores particulares la venden como productores primarios al consumidor final. "Hemos pasado de producir miel a intentar salvar la colmenas sin ningún tipo de ayudas. La actividad ya no es rentable, y muchos apicultores están abandonando porque no ven futuro. Estamos discriminados", subraya Guillermo Rosell, presidente de la sectorial de Asaja a nivel Comunidad Valenciana, que advierte que ahora mismo el 60% de la colmenas están en riesgo de desaparecer.

En el resto de España también se ha producido una disminución en la producción por motivos sanitarios (varroa) y del cambio climático , pero a diferencia de la Comunidad Valenciana, reciben ayudas para mantener esta actividad tan importante para el medio ambiente.

Las altas temperaturas y la falta de lluvias hicieron que la vegetación del campo se secara y hubiera escasez de polen y néctar para recolección de las abejas. Por otra parte, como consecuencia de las elevadas temperaturas, las abejas no salieron a pecorear, por lo que no pudieron llenar sus reservas de alimento para preparación del otoño y posterior invernada. Al no haber recursos la reina para de criar y como consecuencia baja la población de abejas. Si la población de abejas es escasa se debilita el conjunto de la colmena, hay menos abejas para realizar cada una de las tareas, salen menos abejas a pecorear, por lo que cada vez entra menos alimento a la colmena, debilitándola aún más hasta que la colmena muere.

A las circunstancias climatológicas hay que sumar los aumentos de los costes de producción, sobre todo del gasóleo, que es un insumo de vital importancia en apicultura debido a la trashumancia con el traslado de las colmenas de una floración a otra, pero también un primer viaje de reconocimiento de la zona y la floración, traslado de colmenas a diferentes apiarios, desplazamientos para la realización de los tratamientos, mantenimiento y vigilancia de la viabilidad de las colmenas, desplazamientos por corte de la miel...

Además del combustible necesario para transportar las colmenas también se han visto incrementados el coste de los tratamientos obligatorios contra la varroa en una cantidad que ronda entre 1 y 3,5 euros. Del mismo modo la sequía y en consecuencia la falta de recursos naturales hace obligatorio alimentar las colmenas con suplementos como el azúcar, pienso proteico y jarabe liquido de estimulación, todas ellas materias primas que han incrementado de forma considerable sus precios. Así mismo, los envases que se utilizan para almacenar y comercializar la miel también se han visto afectados por un fuerte incremento este año.

Abejas produciendo miel Reuters

También hay que destacar los ataques continuos de avispas, que, al no encontrar recursos en la naturaleza, atacan a las colmenas para robarles la fuente de proteínas y glúcidos necesarios para sobrevivir. Y sobre todo esta campaña resaltar los ataques incesantes ante la falta de recursos naturales por la sequía de un ave migratoria como el abejaruco que han impedido que las abejas pudiesen salir de la colmena a recolectar polen y néctar.

Es una especie protegida que causa pérdidas a la apicultura por su efecto depredador y disuasivo. Se alimenta cazando insectos de los alrededores de su zona de nidificación, especialmente de abejas, que captura al vuelo. Por este motivo, la Unió ya ha solicitado a la Conselleria de Agricultura que establezca medidas de control para controlar la población antes de la posta de los huevos del abejaruco en determinadas zonas de asentamientos apícolas para evitar la implantación de nidos o por cambio de ubicación de estos.

Además, propone una ayuda directa a los apicultores valencianos que compense los daños ocasionados. Se trataría de una ayuda económica de entre 10 y 15 euros por colmena para aquellos apicultores con explotación inscrita en el REGA y registrada en la Comunidad Valenciana.

La tormenta perfecta. Inma Segura, apicultora y portavoz de Asaja, explica, por su parte, que “se puede afirmar que el sector atraviesa el peor y más grave bache de la historia y, además, sin ningún tipo de ayudas de la Administración. Nos prometieron 325.000 euros que no han llegado todavía. Una cantidad que daría para un euro por explotación. Mientras, por ejemplo, el gobierno castellano-manchego ha dado 3.000 euros por explotación tras recibir la partida correspondientes del Gobierno. Aquí no nos da ni para una bolsa de alimento por colmena”.

En cuanto al censo de colmenas en las explotaciones, "se ha bajado en aquellas explotaciones profesionales que vivían casi exclusivamente de la apicultura porque ya no pueden mantenerse ni mantener la estructura agraria debido a no tener ingresos por la falta de producción de miel", explica Inma Segura.

“El sector atraviesa el peor y más grave bache de la historia y, además, sin ningún tipo de ayudas de la Administración"

Inma Segura - Apicultora

Lo que sí que se mantiene o aumenta ligeramente son las explotaciones pequeñas las de aquellos apicultores aficionados o las de aquellos que complementan su renta con explotaciones apícolas pequeñas. "También estamos observando que muchas explotaciones profesionales se han dado de baja, porque ya llevan tres años sin obtener apenas rentabilidad y todo son gastos y ninguna ayuda eficiente y directa por parte de la Administración que no implique una inversión que no pueden afrontar ahora, dada la situación actual por la que atraviesan por la que necesitan ayudas directas para poder mantener las explotaciones vivas".

María José, una apicultura alicantina, trabajando con sus abejas Pilar Cortés

El conjunto de la Comunidad Valenciana, los apicultores han visto como la producción de miel ha disminuido en los siguientes términos: miel de azahar, se ha producido menos del 80%. Romero, se ha producido menos del 80%. Tomillo, se ha producido según zonas entre 60- 90% menos. Miel de flores entre un 50-90% menos… con estas gravísimas pérdidas de producción se hace inviable el mantenimiento de las explotaciones profesionales.

Las heladas y las lluvias en primavera que han estado ocurriendo durante los dos años anteriores han sido fatales, pero este último año ya ha sido “la puntilla” para el sector ya que además de no poder obtener miel, repercutió en una pésima fecundación de reinas que ha desembocado en una desastrosa repoblación de la cabaña apícola, por lo que el sector apenas puede reponer sus bajas, ya que las colonias creadas con reinas mal fecundadas se hacen “zanganeras”.

El panorama es desolador, pero además, en este verano se quemaron más de 30.000 hectáreas de terreno aprovechable por las abejas, cuestión que va a tener unas repercusiones de momento monetarias y en un futuro cercano en repercusiones sanitarias. La ruta de trashumancia tradicional de los apicultores valencianos también se ha visto afectada por el resto de incendios en la Península. Pero en nuestra zona concretamente implica que, las colmenas que se asientan para la hibernada en la Comunidad Valenciana en municipios como Bejís, Pego, Adsubia, Vall de Gallinera, este año y en 3 años venideros más, no van a poder hacer uso de esos asentamientos que han sido arrasados por el fuego, por lo que, menos pastos apícolas supone una mayor concentración de colmenas y posibles consecuencias sanitarias. Además, estos asentamientos ubicados en la provincia de Alicante eran un ejemplo de convivencia entre apicultores y agricultores, pudiendo convivir ambos sectores de forma beneficiosa para ambos. Se deben de facilitar por parte de las administraciones la preparación de nuevos asentamientos para dichas explotaciones afectadas.