La Confederación del Júcar certifica el buen estado del agua en toda la cuenca

El muestreo y análisis de flora y fauna reflejan que los peces no presentan acumulación de sustancias peligrosas

Técnicos de la CHJ recogiendo peces para comprobar si tienen sustancias tóxicas

Técnicos de la CHJ recogiendo peces para comprobar si tienen sustancias tóxicas / Información

F. J. Benito

F. J. Benito

Coincidiendo con la época de caudales bajos en los ríos, la Confederación Hidrográfica del Júcar ha realizado este otoño la campaña anual de muestreo para evaluar el estado químico en biota (organismos vivos) de la demarcación. Se trata de un mecanismo de control que forma parte de los Programas de Seguimiento del Estado y Calidad de las Aguas Superficiales que realiza el organismo de manera periódica para conocer el estado de estas masas de agua. En este caso, los datos obtenidos en la temporada de 2021 reflejan que las aguas superficiales de la demarcación del Júcar alcanzan el buen estado químico respecto de la matriz de biota (conjunto de especies).

Análisis que validan la calidad del agua, por ejemplo, en el polémico Azud de la Marquesa, desde donde debe partir el trasvase a la provincia. Azud, en la desembocadura del río en Cullera en el que en el pasado se llegaron a detectar restos de pesticidas y productos cancerígenos. En estos momentos, la escasa agua que llega del Júcar solo sirve para regar y no para beber al tratarse de un caudal cuyo origen, pese a que al final circule por el río, es de retornos de riego y residual depurado. Además, el caudal ecológico en esa zona es casi insignificante, a diferencia, por ejemplo, del fijado para el Tajo. En definitiva. Agua para regar, pero no para beber.

El objetivo de la campaña anual de muestreo de biota es comprobar el cumplimiento de las normas de calidad establecidas para la matriz de análisis. Para ello, se capturan ejemplares de peces que se llevarán a laboratorio para un análisis pormenorizado. “Principalmente analizamos contaminantes sintéticos, metales y plaguicidas. Son sustancias que están incluidas en la normativa, tanto europea como española, y que tienen unas normas de calidad ambiental que hay que cumplir”, destaca Susana Fernández, jefa de Servicio Técnico del Área de Calidad de Aguas.

Se analiza una batería de más de 20 parámetros distintos que aportan una información muy valiosa para determinar el estado de las masas de aguas superficiales de la Demarcación Hidrográfica del Júcar. “Podemos asegurar que el estado químico en biota alcanza el buen estado en nuestra demarcación. No tenemos incumplimientos graves, aunque es cierto que, de forma puntual, aparecen metales cuya presencia debe ser monitorizada año tras año”, explica Fernández.

Un pescador en el Azud de la Marquesa, desde donde capta el agua del trasvase

Un pescador en el Azud de la Marquesa, desde donde se capta el agua del trasvase / Antonio Amorós

Para el ejercicio de 2022, la Confederación ha planificado una campaña de muestreo para evaluar el estado químico en biota que incluye un total de 70 masas de agua, obteniendo una muestra válida para su evaluación en 47 de ellas. Aunque la normativa europea permite la evaluación del estado químico en biota en otros grupos biológicos, en el caso del Júcar, se lleva a cabo sobre ejemplares de peces obtenidos en los ríos que forman parte de la demarcación.

Durante la campaña de muestreo se emplean diferentes procedimientos para recoger los ejemplares, en este caso peces, que servirán para su posterior análisis en el laboratorio. Las características y el tramo del río seleccionado determinan qué tipo de metodología emplear, que puede ser pesca eléctrica, con anzuelo o con la ayuda de trasmallos.

Una de las técnicas más utilizadas es la pesca eléctrica debido a su eficacia y rapidez a la hora de recoger los ejemplares. “Primero hay que seleccionar e inspeccionar el tramo adecuado del río, que suelen ser aquellos con zonas de refugio natural donde habitan los peces, para asegurarnos de que el esfuerzo de pesca es exitoso”, comenta Susana Fernández. Se trata de una metodología que permite reunir los peces con mayor facilidad, ya que una descarga eléctrica de baja intensidad los anestesia y deja inactivos durante un breve periodo de tiempo, para su posterior recogida con un salabre.