Europa corta el envío de leche para familias pobres de la provincia de Alicante

El Banco de Alimentos recibe los últimos cupos para poder abastecer las despensas hasta final de año pero alerta: «Preocupa muchísimo 2023». Cerca de 90.000 personas vulnerables comen gracias a las distintas ONG

R. Pagés

R. Pagés

La brutal escalada de precios que las familias llevamos meses soportando y la inestabilidad económica que todavía reside en muchos hogares de la provincia de Alicante por la pandemia de covid-19 y la invasión rusa de Ucrania continúan sin dar tregua a las entidades sociales que trabajan con personas vulnerables. Así lo atestiguan algunas de las ONG con las que ha contactado este diario, que relatan las dificultades para poder abarcar a una demanda cercana a las 90.000 personas en el conjunto de las comarcas alicantinas, casi un tercio más de las que se contabilizaban antes de 2020. 

El Banco de Alimentos es una de ellas. Tras meses con carencia de algunos productos tan básicos como el aceite para poder repartir entre sus usuarios, los camiones no dejan de llegar estos días hasta las instalaciones de esta institución en Mercalicante, donde están descargando los 1,5 millones de kilos de alimentos correspondientes a la segunda fase de la ayuda remitida por los Fondos FEAD de la Unión Europea, para cubrir las necesidades de las personas más vulnerables. Entre ellos, legumbres, aceite, arroz, atún, pasta, tomate frito en conserva, galletas, potitos infantiles o macedonia de verduras envasada. Y leche, también leche, en concreto 666.000 litros, aunque en este caso, serán las últimas botellas que está previsto recibir en mucho tiempo. «Este envío nos va a dar una tregua y nos va a permitir llegar a final de año más o menos bien, pero 2023 nos preocupa muchísimo». 

Juan Vicente Peral, el presidente del Banco de Alimentos de Alicante, explica que el principal motivo de preocupación es el hecho de que Europa ha cortado el grifo al envío de un producto tan básico y necesario como es la leche a partir del próximo año, debido al notable encarecimiento del litro, cuyo precio ha subido más de un 30% en cuestión de semanas, pero también a la incertidumbre que desde hace meses salpica a la industria lechera.

Por el momento, en la licitación realizada por el Gobierno de España para adquirir los alimentos correspondientes a toda la campaña de 2023 sufragada a través de la UE, no está recogida la leche, que alcanza casi el 40% del total de alimentos que Europa remite a Alicante cada año. O, dicho en otras palabras, alrededor de un millón de litros de leche. «Si nos vemos obligados a tener que comprarla con recursos propios, siendo muy optimistas, no llegaríamos ni al 10% de lo que venimos repartiendo con la aportación de la Unión Europea», lamenta el presidente de esta organización. 

«Si nos vemos obligados a tener que comprar la leche con recursos propios, siendo muy optimistas, no llegaríamos ni al 10% de lo que venimos repartiendo con la aportación de la Unión Europea».

Juan Vicente Peral

— Presidente del Banco de Alimentos de Alicante

Por eso, ahora mismo, una de las cuestiones que más preocupan en el Banco de Alimentos es cómo se va a resolver el aprovisionamiento de leche para poder alcanzar toda la demanda del próximo año, teniendo en cuenta además otros dos factores: que el precio de un litro ha pasado en poco tiempo de costar alrededor de 0,50 a superar en algunos casos el euro; y que se trata de un alimento muy necesario y difícil de sustituir para un sector tan importante de la población como son los niños, por lo que no se puede prescindir de él. 

La demanda no cesa

Después de un 2020 en el que se dispararon las colas del hambre debido al cierre de muchas empresas y al bloqueo de parte de la actividad económica por el confinamiento masivo de la población, el año 2021 permitió reducir ligeramente el número de personas en situación de vulnerabilidad que recurren al Banco de Alimentos y a otras organizaciones sociales en la provincia para poder comer o llenar su despensa, como Cruz Roja, Cáritas o muchos comedores sociales desplegados en distintos puntos de la geografía provincial. «Cuando pensábamos que en 2022 íbamos a poder regresar a las cifras anteriores al covid, llegó la guerra y se ha vuelto a incrementar la cifra por la llegada de muchos refugiados de Ucrania y por la crisis que estamos teniendo en el resto de países como consecuencia de esa guerra», mantiene Juan Vicente Peral. 

En el caso del Banco de Alimentos, la cifra se sitúa por encima de las 40.000 personas y no tiene visos de que vaya a mejorar en los próximos meses, sino más bien todo lo contrario. 

Lo mismo ocurre en otros lugares que trabajan a diario para hacer la vida un poco más fácil a las personas que lo tienen todo en contra. Entre ellos, el comedor social de San Gabriel, en Alicante, al que llegan de lunes a viernes una media de 150 personas al día a llenar el estómago con los dos platos y postre que sirven sus voluntarios a todo aquel que acude con hambre.

«La demanda no para de crecer y cada vez tenemos que poner más en el fogón. Vienen familias con tres, cuatro y hasta seis hijos; gente que no tiene trabajo; inmigrantes que derivados de otras ONGs que no pueden optar a otro tipo de ayudas, como las de alimentos, porque se requiere mucha documentación y no la pueden presentar; y ahora, también, personas mayores con pensiones muy cortitas y que no pueden comprar y gastar luz o gas para guisar. Aquí todos encuentran un menú del día completo», explica Antonio Moya, el dirigente de esta agrupación vecinal. 

"Todos los días necesitamos muchos productos para poder dar de comer a tanta gente y hay veces que las cámaras están vacías y no sabes cómo lo harás»

Antonio Moya

— Comedor social de San Gabriel

Por ahora, en el centro que gestiona esta organización reciben a todo el que llega y no se le niega a nadie un plato de comida, pero la ONG teme que si los usuarios del comedor social van en aumento, se vean algún día en la obligación de acabar poniendo un tope. «Podemos llegar a todo gracias al trabajo de los voluntarios y también a los penados que nos envían para trabajar aquí, pero necesitamos muchos productos para poder dar de comer a toda la gente y hay días que las cámaras están vacías y no sabes cómo lo harás», agrega Moya. Razón no le falta. Al margen de los productos básicos que llegan a este comedor social gracias al Banco de Alimentos y a otras empresas e instituciones que colaboran con ellos, «hay productos que nos llegaban gracias a donaciones privadas y éstas cada vez van a menos», lamentan los voluntarios de San Gabriel.

Menos donaciones

Mientras que la cifra de personas golpeadas por la pobreza que pide ayuda para comer en la provincia va en aumento de un día para otro, las donaciones que llegaban a algunas entidades gracias a pequeñas empresas o a particulares están sufriendo el proceso inverso. «En muchos supermercados se apura más la fecha de caducidad que antes para poder vender el producto a menor precio, así que no nos llega tanto. Y luego, a nivel de particulares, cada vez cuestas más dinero llenar la cesta de la compra, con lo cual la gente cada vez está también en disposición de donar menos», explica Antonio Moya. 

Por eso, en este comedor social, llevan semanas notando la falta de algunos artículos que empiezan a escasearles, como las legumbres o las hortalizas, alimentos para hacer ensaladas o productos frescos, como la carne o el pescado, que muchas veces viene prácticamente cumpliendo la fecha de caducidad. «Para que no se pierda, se congela y se reparte a las familias para que lo descongelen y lo consuman en el día; igual que la fruta, que se tiene que repartir toda cuanto antes para que no se eche a perder. Hay que aprovecharlo todo», agrega el responsable de esta asociación de vecinos. 

Esta ONG, al igual que muchas otras en la provincia, confía en que con los nuevos cupos de alimentos remitidos desde la UE se puedan paliar en breve parte de las carencias de productos que ahora arrastra, como por ejemplo de legumbres. No en vano, el Banco de Alimentos seguirá recibiendo hasta la próxima semana los camiones sufragados con los Fondos FEAD y, una vez finalizado el envío completo y hecha la distribución, está previsto que el reparto se inicie el próximo 5 de octubre.