Análisis | ¿Y si Barcala no aprueba el Presupuesto de 2023? El día después al "no" en Alicante

Si Vox confirma su rechazo a las cuentas del bipartito, el alcalde podrá enarbolar el lema de "o yo o el caos", la izquierda tendrá más despejada la vía para subrayar que se trata de un gobierno "agotado" y los ultras ganarán espacio a escasos meses de las elecciones tras un mandato a la sombra del PP

El alcalde, Luis Barcala, y el portavoz de Vox, Mario Ortolá, en una negociación de un presupuesto.

El alcalde, Luis Barcala, y el portavoz de Vox, Mario Ortolá, en una negociación de un presupuesto. / hector fuentes

C. Pascual

C. Pascual

Si Vox confirma finalmente su rechazo al anteproyecto del Presupuesto para este 2023 impulsado por el bipartito de PP y Ciudadanos, que en unos días se votará por el Pleno municipal, se abrirá un nuevo escenario político en Alicante, no visto durante este mandato municipal. Y sucederá, porque en política nada es casual, a las puertas de las elecciones municipales, que se celebrarán el domingo 28 de mayo.

Hasta la fecha, en los tres años anteriores, los ultras avalaron las cuentas promovidas por el gobierno de Barcala tras incluir polémicos ajustes ideológicos (como rebajar las partidas sociales de Inmigración, Cooperación y LGTBI), salvando así la minoría en la que está el bipartito en el Pleno de Alicante durante todo el mandato. Sin embargo, a Vox ya no le basta con esos cambios. 

Por primera vez, el portavoz municipal, Mario Ortolá, ha registrado una enmienda a la totalidad, sin opción de enmiendas parciales, como signo de rechazo frontal a los proyectos impulsados para poner en marcha la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en Alicante, que debería estar implantada (aunque no lo está) desde principios de este año. Vox ha enviado un mensaje claro, el tiempo dirá si definitivo: o aprobar el Presupuesto de 2023 o impulsar la ZBE, que en la práctica supondrá limitar el tráfico en el centro de la ciudad para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático.

No parece que Barcala, tras escucharse las posiciones del resto de formaciones de la oposición (PSOE, Unidas Podemos y Compromís), tenga muchas más opciones, salvo cambio de guion de última hora. O Vox o tendrá que mantener prolongado el Presupuesto en una ciudad donde siempre se han aprobado las cuentas, aunque sea con retraso. 

De no haber cesiones de por medio, si Barcala y Vox se mantienen firmes en sus posturas, el escenario político cambiaría en la ciudad de Alicante, y no poco, a cuatro meses de una cita con las urnas a la que Barcala va confiado, con la suficiencia que no sentía en 2019, tras un año de mandato marcado por el necesario voto de una concejala tránsfuga para conseguir la vara de mando. 

Si los ultras tumban los Presupuestos del bipartito, sumándose al previsible "no" de la izquierda, PP  y Vox emprenderán caminos separados tras una fructífera relación de casi cuatro años, con pactos en el documento más importante de cada año de todo ayuntamiento, como es el Presupuesto, y también en otros simbólicos como la ordenanza contra la mendicidad y la prostitución.

Así, Barcala podrá distanciarse de Vox, un vínculo que visto lo visto estos años no le debe preocupar en exceso. Pero, sobre todo, podrá enarbolar la bandera del "o yo o el caos", defendiendo con más énfasis si cabe la necesidad de que el PP tenga la mayoría suficiente tras las elecciones para gobernar sin depender de otros grupos que ponen "palos en las ruedas". También podrá ejercer de oposición de la oposición, un papel en el que tan a gusto se siente. Ya lo empezó haciendo el bipartito horas después de conocerse que Vox dejaba en el aire el Presupuesto de 2023, recordando, en una nota, que la construcción del colegio El Somni (víctima de los retrasos en la ejecución del Edificant por las trabas municipales) dependerá de la aprobación de las cuentas de este año, al estar incluido entre las inversiones.

De no haber cesiones de por medio, si el Presupuesto de 2023 finalmente no se aprueba, la izquierda tendrá por su parte más despejada la vía para insistir en que el gobierno de Barcala está "agotado", "sin rumbo", "atrapado en el tiempo", que "pide un cambio" y con una mirada "anticuada y gris" de Alicante. Esas fueron algunas de las fórmulas para describir al ejecutivo municipal que emplearon los portavoces de los grupos de la izquierda tras presentar sus respectivas enmiendas a las cuentas, donde la "campanada" la dio Vox con la exigencia de cambiar el Presupuesto por "hacer seguidismo a la izquierda" e incluir "la decisión política más grave a la que se van a enfrentar los alicantinos en las últimas décadas", en alusión a la implantación de una herramienta promovida desde Europa y que ya está en marcha en ciudades como Madrid. 

Y, por parte de Vox, si finalmente Barcala fracasa en el intento de aprobar el Presupuesto de 2023 a las puertas de elecciones, la formación ultra también conseguirá hacerse hueco tras un mandato muy a la sombra de Barcala. Y lo lograría a meses de las elecciones, con el foco puesto en nichos de votantes como el pequeño comercio, pese a que el tiempo ha demostrado que la peatonalización favorece la actividad, como sucedió en la calle de las Setas. 

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