Así es el objeto de casi 100 años que pasa desapercibido en la Avenida Maisonnave en Alicante

Un vecino de la localidad encuentra en un tramo de la avenida Maisonnave uno de los últimos ejemplares de un objeto que pronto desaparecerá

Casi nadie las ve, muchos menos las utilizan, pero siguen estando ahí. Llevan tanto tiempo entre nosotros que cuesta hasta reparar en ellas, la rutina las ha convertido en elementos casi invisibles, y pronto lo serán de forma completa. Mientras tanto, aún queda quien tiene ojos para detectarlas entre el engranaje de la ciudad, de la que solían ser piezas imprescindibles, de Alicante y de cualquier otra, pero que ahora han pasado a ser una reliquia de escaso valor patrimonial.

El objeto al que nos referimos son las cabinas telefónicas. Una de las pocas que aún sigue en pie en la ciudad de Alicante ha sido fotografiada por Alfonso Ortega, profesor de la UMH y vecino de la localidad. El docente ha compartido la imagen -como se puede apreciar, tomada en un tramo de la avenida Maisonnave- en su cuenta de Twitter y ha mencionado a la popular cuenta 'Yo fuí a EGB', que suele hacerse eco del hallazgo de este tipo de fósiles urbanos, grandes iconos de una época anterior y cuya presencia ya solo sirve para recordarla.

Estos puntos, que solían servir como comodín de la llamada en momentos de necesidad, son ya símbolos de una era consumida por el tiempo, una huella del pasado que pronto será borrada de manera definitiva. Tal como se anunció en enero, Telefónica retiraría a lo largo de este año cada una de las 14.824 cabinas que a inicios de 2022 permanecían instaladas en alguna calle del territorio nacional. Quedan dos meses para que el 2023 llegue a nuestras vidas, pero algunos de estos cubículos se resisten a abandonar el trozo de pavimento sobre el que fueron erigidos.

En cualquier caso, todo parece indicar que será cuestión de tiempo que acaben desapareciendo, ya que este mobiliario urbano cargado de historia carece ya de utilidad. Según datos oficiales, estas instalaciones sirvieron para efectuar 0,17 llamadas al día durante el último año del que hay registros, números que hacen evidente su desuso.

La falta de utilidad los ha convertido en poco más que improvisados tablones de anuncios, lienzo para aspirantes a grafiteros y en el peor de los casos, aseos portátiles. Síntoma del poco respeto que se le tiene a un elemento que hace casi 100 años sirvió para conectar a una sociedad que hoy le da la espalda y que solo tiene ojos para la pantalla de sus móviles, dispositivos imposibles de imaginar unas cuantas décadas atrás.

La falta casi total de uso que ha provocado el adiós de las cabinas de teléfono en España se suma a la carencia de atractivo que sí poseen sus homólogas inglesas. Los rojos cubículos británicos han sabido envejecer para convertirse en espacios como cafeterías, librerías o puntos de carga para su verdugo, el smartphone.

Sin embargo, las hay que siguen ofreciendo el servicio para el que fueron diseñadas (a la espera de que llegue un superhéroe que las emplee como vestidor donde cambiar su ropa de calle por su uniforme de trabajo), pero permanecen inamovibles como escenario de millones de fotos y sobre todo, como emblema no solo de un período histórico, sino de toda una nación