El barrio Carolinas Bajas de Alicante echa el cierre

Vecinos y comerciantes señalan las dificultades para establecer un negocio en la zona | La mayoría de establecimientos han cerrado en los últimos quince años pese a la EDUSI, Las Cigarreras y el ADDA

El barrio de Carolinas Bajas con la persiana bajada

Jose Navarro

Alberto Losa

Alberto Losa

Carolinas Bajas es uno de los barrios clásicos en Alicante. Rodeado de grandes proyectos como Las Cigarreras o el auditorio ADDA pero también de la plaza de toros, impacta apreciar la cantidad de persianas bajadas en los comercios. Tanto en las principales vías, como las calles Poeta Zorilla y Sevilla, como en las secundarias: "Tenemos problemas comunes a otros barrios, pero el tema del comercio es muy llamativo", remarca Joaquín Gracia, portavoz de la asociación de vecinos de Carolinas Bajas-Les Palmeretes.

Los vecinos consideran que las recientes actuaciones en programas como la EDUSI han sido buenas, pero que no han llegado a las necesidades del barrio, en especial a reavivar la actividad comercial: "Con esos fondos europeos se les podría haber dado un impulso. Cualquier como el fisioterapeuta Raúl Más, que ha montado una clínica, hace una verdadera heroicidad ahora mismo", apunta García.

Una mujer pasea a su perro en la zona cercana a Las Cigarreras.

Una mujer pasea a su perro en la zona cercana a Las Cigarreras. / JOSE NAVARRO

David Coloma es uno de los pocos que resisten con su droguería, una tienda que abrió su padre: "Todo cambia. Aquí mi padre ha estado 55 años y ya no está, he tenido que venir yo. El tiempo pasa y ya no es lo que era, es de otra manera. Se sigue teniendo porque sigue estando la segunda generación, pero las nuevas tendencias son irse a los centros comerciales. No viene gente nueva. La gente que vivía aquí se fue pero vienen otros. Es un barrio bueno porque es más barato que el Centro y que Benalúa y tienes lo mismo".

Los que mantienen el negocio llevan varias décadas y todos comparten que son escasos los que siguen con la persiana levantada: "No nos podemos quejar, llevamos en el barrio 38 o 39 años y no nos podemos quejar, pero el barrio es lo que hay. No hay líos salvo cuando la gente tiene ganas de fiesta [en Las Palmeretas]. Ahora es mucho más seguro de lo que era hace unos años, por tema de drogas y de conflictos. He llegado a ver peleas con navajas y todo. Ahora está más tranquilo, pero para los negocios el barrio está muerto. Sobrevivimos los pocos de toda la vida. La calle Sevilla da pena, de lo que había a lo que hay ahora", apunta Mari Carmen García, que regenta una autoescuela en la plaza Castellón, más conocida como Las Palmeretas.

Las Cigarreras y el ADDA

Desde esa plaza hasta Las Cigarreras, el barrio ha sufrido una importante transformación en los últimos años a través del proyecto de la EDUSI. Esther Serrato trabaja en la farmacia que se encuentra frente al centro cultural, y asegura que el cambio desde que era una fábrica tabacalera ha tenido un impacto en la empresa en la que trabaja: "La gente que tenía estos comercios se ha jubilado. Sí es cierto que tener aquí el centro cultural de Las Cigarreras nos ha dado más vida. Ahora hemos cambiado de dueño, porque el titular de esta farmacia se ha jubilado, y ha venido gente joven y con nuevas ideas".

La EDUSI ha supuesto un importante cambio. De calles con muchos aparcamientos a unas aceras más anchas, con más sombra y la intención de reducir el tráfico: "A nivel urbanístico se han arreglado Poeta Zorrilla, la calle Olozaga y la plaza de Las Palmeretas. En cuanto a la parte urbanística, es un proyecto que a los políticos les gusta, pero echamos en falta una serie de proyectos en cuanto a lo social", indica Joaquín García, portavoz vecinal.

Una joven pasa junto a la antigua tabacalera.

Una joven pasa junto a la antigua tabacalera. / JOSE NAVARRO

García señala que, aunque el proyecto contó con la participación ciudadana, esta no fue lo suficientemente efectiva: "Nos hubiera gustado que la participación ciudadana hubiera sido real. Entendemos que no se ha aprovechado del todo lo del EDUSI". Considera que el centro cultural "es el resultado que va a perdurar más del resto", pero echa de menos más programas laborales y sociales. El portavoz vecinal, apunta: "Ahora van a hacer actuaciones en la avenida Jijona y la calle Sevilla y nos ha llegado como 'esto es lo que hay'. No vamos a competir con los técnicos del Ayuntamiento, pero podríamos ser importantes en las consultas".

Quince años a la baja

El cierre de los comercios comenzó prácticamente a la par que la crisis financiera de 2008. Un año después desaparecieron dos de los pilares del barrio: la fábrica tabacalera y el mercadillo de Campoamor, que se trasladó a la calle Teulada: "La crisis supuso un cambio: de un barrio muy familiar, con mucha actividad, con todas las persianas abiertas, gente trabajando en la fábrica y el mercadillo se pasó a un barrio que entró en una vorágine de devaluación. Desde la misma ciudadanía afectada por la crisis a todos los niveles, como se aprecia en el enorme cierre de comercios y locales de trabajo", subraya el portavoz vecinal.

El vacío que dejaron la tabacalera y el mercadillo fue ocupado por dos grandes proyectos: Las Cigarreras y el auditorio provincial, el ADDA: "La primera promesa en la que se vio un poco de reactivación fue el ADDA. Eso iba a ser para nosotros algo que le iba a dar al barrio una nueva actividad cultural, pero no ha sido así, solo se hacen enormes colas de aparcamiento. Económicamente no ha significado ningún beneficio para el barrio, como lo era el mercadillo. Nos hubiera gustado que el ADDA hubiera sido un acicate para el resurgir del barrio o al menos hubiera contrarrestado el mercadillo", valora Joaquín García.

Dos personas pasan junto a un local en venta junto a Las Cigarreras.

Dos personas pasan junto a un local en venta junto a Las Cigarreras. / Jose Navarro

La falta de comercios se une a la cantidad de solares y edificios que han quedado abandonados, y que hoy están tapiados o directamente derrumbados, con el solar aún vacío. Juan José Pérez, vecino de la zona, lo resume de manera sencilla: "Hay muchos descampados, este barrio está abandonado. Además, no hay juventud. Los jóvenes buscan otro tipo de pisos, con piscina". Este vecino, cansado de unas actuaciones que no le han convencido, añade: "Que me haga caso el alcalde, que las votaciones están ahí ya".

David Coloma, comerciante del barrio, también percibe el cambio demográfico en la zona: "Queda menos gente mayor, se ha ido la que había. El barrio se ha llenado de inmigrantes porque los precios son más asequibles que otros, sin estar en la periferia. La nueva clientela es buena, pero al ser otro tipo de gente es otro tipo de negocio el que abre. El negocio clásico va desapareciendo y mi apreciación es que el comercio se va concentrando en los centros comerciales. El barrio puede durar 20 años así, que es lo que espero estar yo aquí".