Análisis | Barceló despierta del letargo: ¿llega tarde?

La alcaldable socialista de Alicante activa su agenda tras meses desaparecida pese al desafío de plantar batalla al popular Barcala

La alcaldable socialista, Ana Barceló, en una imagen de archivo

La alcaldable socialista, Ana Barceló, en una imagen de archivo / PILAR CORTES

C. Pascual

C. Pascual

Ana Barceló, la ungida por Ximo Puig para intentar reconquistar una plaza más que complicada como es la Alcaldía de Alicante, ha pasado de protagonizar los corrillos políticos de la Elección de la Bellea del Foc por su inexplicable ausencia de una de las citas del año en Alicante, a dejarse ver en todos los actos festeros de la ciudad, desde la Cabalgata de Reyes Magos, a la primera mascletà del año, pasando por las ceremonias de imposición de bandas que se celebraron el pasado fin de semana en un repleto Teatro Principal. Se ha desplazado incluso hasta Madrid, junto a concejales de la izquierda municipal, para estar presente en los días centrales de Fitur. Y, anteriormente, no se perdió ninguna de las jornadas clave de la salida de la Ocean Race desde Alicante

Barceló, junto a ediles del PSOE y la Bellea del Foc, tras la proclamación

Barceló, junto a ediles del PSOE y la Bellea del Foc, tras la proclamación / informacion.es

Barceló parece que, a cuatro meses de las elecciones municipales del 28 de mayo, ha despertado del letargo en el que llevaba sumida desde que fue ratificada por la Asamblea local socialista como candidata a la Alcaldía. Cierto es que previamente, en ese mes que pasó desde el "dedazo" de Puig hasta que la militancia alicantina -previo apoyo de Ángel Franco- avaló la candidatura, su presencia en la ciudad fue similar. Nula. 

Y es que tras saberse que era la elegida por el jefe del Consell y secretario general del PSPV, que ha pasado de la "ocurrencia" de Francesc Sanguino a una apuesta que considera más fiable pese a la falta total de vinculación de la alcaldable con la ciudad de Alicante, la socialista quiso esperar a su designación oficial para empezar a dejarse ver por las calles. Como si le sobrara tiempo. Sin embargo, nada cambió a mediados de octubre, todo lo contrario, tras imponerse en las primarias, como se daba por hecho, a María José Adsuar. Barceló entonces siguió totalmente desaparecida. Días, semanas, meses. Entonces, su ausencia se justificó en que tenía que dedicarse en cuerpo y alma a la siempre compleja negociación de los Presupuestos de la Generalitat entre los socios del Botànic, en su calidad de síndica del PSPV. Ese cargo, que le llegó en el pasado mes de mayo, es uno de esos pecados capitales que arrastra. 

Barceló, en Fitur, junto al alcalde Barcala y el presidente Puig, entre otros

Barceló, en Fitur, junto al alcalde Barcala y el presidente Puig, entre otros, incluida la ministra Morant / DAVID REVENGA

La decisión de Puig de ponerla al frente del grupo parlamentario socialista en lugar de acercarla a Alicante como consellera de Innovación -pese a que la opción se valoró en el Palau- ha dificultado notablemente su aterrizaje en la ciudad. Más palos en las ruedas. El tiempo, entre otros factores, no ha dejado de correr en su contra. Cuatro meses perdidos se antoja demasiado cuando el desafío no es menor, y más cuando ese retraso en arrancar la maquinaria preelectoral se suma a un mandato en el que el PSOE de Alicante ha estado más ocupado, y preocupado, de librar sus habituales batallas internas que en liderar la oposición al gobierno de Luis Barcala como principal grupo de la izquierda (nueve ediles, los mismos que el PP, frente a la suma de cuatro del resto).

Pese a todo, a estas alturas, nadie niega la capacidad de trabajo de Barceló. No son pocos los que ya están sufriendo sus horarios. Tampoco el entusiasmo que pone en los retos que se le plantean, y más si son órdenes de partido porque disciplinada es un rato. Lo que cuesta creer, y ese pecado también lo arrastrará hasta la cita con las urnas, es si siente verdadera afición, si transformar Alicante puede ser algo más que un objetivo meramente profesional ante su falta de raíces en la ciudad.

En este momento, tampoco genera dudas que Barceló quiere marcar distancia con el partido. Al menos, con esa dirección que controla Ángel Franco. No lo oculta. Lo exhibe. Quiere volar sola. Acertar o equivocarse por propio instinto. La duda pasa por ver si ese pulso se trasladará a la confección de la lista municipal, para la que Barceló busca a perfiles propios e incluso independientes, con el objetivo de transmitir una ilusión en la victoria que costaría más con las históricas propuestas de Franco, donde el factor de la capacidad no suele ser un requisito. 

Al margen de que esa futura candidatura debe validarse por la Asamblea local, aunque no es menos cierto que después pasará por órganos que Franco no domina (lo que en su día aprovechó incluso Sanguino para hacer ajustes), cuesta pensar que Barceló vaya a confeccionar una lista sin cesión alguna, con absoluta libertad, al margen de la dirección del partido, sin claudicar ante nombres que no sean de su agrado pero que le permitan tener a más peones en campaña. Tampoco ayuda en esa relación con el partido que acuda a la Ejecutiva suelte su "speech" y se marche sin escuchar a los suyos

Los que sí conocen la agrupación aseguran que la socialista debe ser consciente de los riesgos de llevar al límite el pulso, como podría ser que un día mirase a izquierda y derecha y no tuviera manos ni para pegar carteles. Nadie duda de la capacidad de movilización del exsenador, que sabedor de los movimientos de Barceló para no estar tutelada está respondiendo a su manera, dando órdenes al grupo municipal para que siga trabajando de espaldas a la candidata, para un beneficio sin recorrido más allá de las luchas personales, sin aprovechar los recursos (más o menos limitados) en promocionar a la persona que liderará la propuesta a las municipales. Una vez más, a cuatro meses de una cita con las urnas, los socialistas siguen sin remar en la misma dirección, con la falta que les hace ante un reto mayúsculo. 

Barceló, ya en modo electoral en este 2023 tras una ausencia inexplicable, sigue con su agitada agenda: con la pública, intentando no perderse ningún acto, y la privada, con reuniones con perfiles que van desde expertos y vecinos, a representantes de sectores varios. Tampoco evita reunirse con algunos de los últimos socialistas que estuvieron en el poder en Alicante (encabezados por Eva Montesinos), y que durante un tiempo fueron apartados al rincón de pensar (ahí mantiene Barceló todavía al exalcalde Gabriel Echávarri). En la última campaña electoral no se contó con esos concejales, ni siquiera para consultas, lo que llevó al candidato a protagonizar sonados resbalones. Hay cosas, pocas, que parece que cambian. 

Hay otros socialistas, de los respetados en sus parcelas, que aún esperan una llamada de Barceló sin más ánimo que para colaborar. Puede, no se descarta, que nunca la reciban. Ese desconocimiento de la ciudad tiene sus consecuencias.

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