¿Sabes qué es este armatoste que lleva años olvidado en el puerto de Alicante?

El objeto permanece en la misma ubicación en la que fue instalado hace ya una década y media, solo que ahora no cumple ninguna función

Muchos alicantinos no saben qué es el armatoste que lleva años olvidado en el puerto de Alicante

Pilar Cortés

Objeto no identificado en Alicante. Está ubicado en el puerto, donde permanece olvidado e ignorado desde hace años, a pesar de la multitud que cada día pasa por esta zona de la ciudad. El robusto elemento tiene grabado en su superficie los logos de la Generalitat Valenciana, del Puerto de Alicante y de la Volvo Ocean Race, casi imperceptibles en medio de un horror vacui compuesto por pinturas callejeras y pegatinas de distinta índole. De hecho, esta parece ser su función actualmente, la de acumular diferentes tipos de suciedad que se suman al desgaste propio del tiempo y de la falta de cuidado, que de manera inexorable han dejado su huella en esta roca artificial.

Para conocer el origen de este mamotreto (como lo define nuestra compañera C. Pascual en su cuenta de Twitter), hay que viajar al año 2007, una década ilustrada por las grandes ideas que acabaron convirtiéndose en realidad a lo largo de todo el territorio de la Comunidad Valenciana. Esta época fue testigo del nacimiento de ambiciosos proyectos: el Circuito urbano de Valencia de Fórmula 1, el parque Terra Mítica o la llegada de la Ocean Race a Alicante, cuya relación con la ciudad aún hoy se mantiene viva, pero no todas estas ideas han compartido la misma suerte desde entonces.

Algunas de estas descomunales obras son ahora (o están cerca de ser) enormes mausoleos en recuerdo a una era marcada por propósitos faraónicos que en la mayoría de casos no respondieron a las elevadísimas expectativas sobre las que se levantaron. En lo que a la ciudad de Alicante se refiere, la moneda cayó del lado correcto y ha dejado ver su mejor cara (con récord de visitantes en la última y reciente edición). La Ocean Race ha establecido unos fuertes lazos con la capital de la provincia, pero dentro del éxito que supone su celebración, la competición ha dejado su sello particular en el paisaje urbano de la ciudad.

Su firma no es otra que el pesado artefacto que permanece en el puerto, como si fuera un elemento más de la fachada litoral de la ciudad. No es que sea muy grande, lo suficiente para ser más que visible aunque paradójicamente apenas nadie repara en él, pero tiene gracia que esta mole metálica haya sobrevivido cerca una década y media sin que ninguna persona se haya preocupado en darle una nueva función, más allá de ser un banco improvisado, lienzo para aspirantes a artistas urbanos y tablón saturado de mensajes.

Pero en su día, desempeñó una tarea mucho más digna que la actual. Fue soporte del reloj que indicaba la cuenta atrás a la salida de la Vuelta al Mundo a Vela, cuyo coste estuvo a la altura de las circunstancias: cerca de 50.000 euros. Eso sí, el pesado bloque no va a pasar a la historia como la mejor peana de todos los tiempos, ya que el cronómetro que se encargaba de sujetar se precipitó en alguna ocasión al suelo debido a fuertes temporales de viento. Este no fue el único episodio protagonizado por estas manecillas electrónicas, que un día, sin previo aviso, renunciaron a marcar las horas. No es que el reloj dejara funcionar, que también, sino que directamente desapareció durante algún día de 2009, cuando ya acumulaba varios meses sin ningún uso.

El misterio acabó teniendo un feliz y surrealista desenlace, para el que hubo que esperar varios años. No fue hasta 2017 cuando el Ayuntamiento, formado por el tripartito de PSOE, Compromís y EU, informó de que el reloj se encontraba almacenado y embalado en las instalaciones del puerto, lugar que eligieron los bomberos para retirarlo tras sufrir alguna de sus caídas provocadas por el ímpetu del aire. Lo que el viento no se llevó fue el soporte del accidentado cronómetro, que hoy en día aún sigue en el mismo sitio, aunque no tenga nada que sostener.

Ajeno de momento a la gran remodelación que está experimentando esta zona de la ciudad, el armatoste resiste firme en su posición, inamovible como el mismísimo Castillo de Santa Bárbara sobre el Benacantil. Tan intocable como desearía ser el patrimonio de Alicante, del que quizá ya forma parte.