Análisis | La izquierda, a sus cosas

Las fuerzas progresistas de la capital alicantina se enredan de nuevo con la confección de candidaturas y la negociación de pactos electorales, laminando las opciones de arrebatarle a Barcala la Alcaldía y sin cooperar para la renovación del Botànic

Ángel Franco gesticula mientras Ana Barceló atiende a los medios, en la plaza del Ayuntamiento

Ángel Franco gesticula mientras Ana Barceló atiende a los medios, en la plaza del Ayuntamiento / ALEX DOMINGUEZ

C. Pascual

C. Pascual

La izquierda presume de luchar contra las desigualdades con escudos sociales y de redistribuir la riqueza con una fiscalidad progresiva. También de defender el acceso de todos a los derechos básicos con el fomento de los servicios públicos y de potenciar la inclusión de las minorías. Pero la izquierda, ya con el foco en Alicante, no solo se define por esos paradigmas, sino que se caracteriza también por esa capacidad autodestructiva que le lleva a hacerse trampas al solitario a la mínima ocasión. Actitud que se acentúa cuando las urnas se adivinan en el horizonte. Como ahora. No falla. 

Esa predisposición se ha manifestado esta semana, a menos de tres meses para el 28-M, coincidiendo además con la puesta de largo de Luis Barcala como candidato a la reelección, incluido el clásico baño de masas para exhibir fortaleza. La confección de las listas (en el PSOE) o la negociación de pactos electorales (más a la izquierda) no hacen más que lastrar las opciones (más o menos reales) de arrebatarle la Alcaldía a su actual inquilino, el popular Luis Barcala, y de renovar (más probable, según las sondeos) el Botànic. De ahí el mérito de la izquierda cuando llega al poder, porque no solo se enfrenta a sus rivales ideológicos, sino también a sus compañeros de bancada. Y lo saben. Y no son pocos los que admiten las consecuencias de esa actitud, pero a su vez, unos y otros, se muestran incapaces de frenar una deriva tan peligrosa de cara a los resultados electorales. También coinciden en algo: el culpable siempre es el otro. Nadie asume su parte de responsabilidad. 

Y ahí, entre todos, en Alicante, destaca el PSOE. Como muestra, la Asamblea local que se celebró hace justo una semana, donde en lugar de tejerse esas alianzas más que necesarias ante el propósito de disputarle la Alcaldía a Barcala, se evidenció división, desconfianza... También, tensión, como en el encuentro que protagonizaron Ángel Franco y Ana Barceló a las puertas de la sede de UGT, el lugar elegido para que la militancia, la mayoría teledirigida, como se vio en el posterior recuento, diera y quitara apoyos a los interesados en formar parte de la candidatura municipal. Ese cruce, donde los habituales besos se cambiaron por reproches en un ambiente más que frío entre el que maneja los hilos de la agrupación desde fuera de los cargos orgánicos y la ungida por Ximo Puig -y avalada después por la Asamblea local- para encabezar la lista electoral, evidenció una tensión interna de alto voltaje que puede explotar definitivamente este lunes, en la Ejecutiva convocada para, a priori, aprobar la propuesta de la candidatura que también deben refrendar el PSPV y el PSOE a nivel federal.

Salvo que Franco desista en el intento de colocar a sus piezas para tutelar a Barceló y controlar antes o después el grupo municipal (como ya consiguió este mandato), ya sea por un pacto con otras derivadas superiores o para evitarse la reprobación pública de la dirección nacional del partido, habrá choque de trenes con dos alternativas sobre la mesa para una sola candidatura. No parece, salvo un giro inesperado de los acontecimientos, que Barceló vaya a ceder. Quien la conoce, y ya son muchos años los suyos en primera línea política, da por hecho que irá con sus ideas hasta el final, y más tras aceptar un reto mayúsculo después de otro de mayor calibre, como fue la gestión de la pandemia. Por ahora, en la configuración de su propio equipo, la hoja de ruta pasa por incluir a dos independientes entre los puestos más nobles de la papeleta. Se da por hecho que el primer "fichaje" será una mujer, ocupando el "número tres" por aquello de las listas en cremallera, mientras que el segundo "outsider", un hombre con récord en el deporte, sería el "cuatro". A priori, el "dos" estaba pensado para un independiente con destacada trayectoria social, de los que conocen la ciudad. Pero no pudo ser. 

En el reducido entorno de Barceló, salvo sorpresa, también se cuenta con los concejales Trini Amorós, Llanos Cano y Raúl Ruiz, lo que dejaría fuera, como nombre destacado, por su cargo, al secretario local de los socialistas alicantinos, Miguel Millana, totalmente proscrito por Barceló ante su actitud exhibida tras no ser el elegido para encabezar, como anhelaba, la lista. La candidata y presidenta del PSPV, pese a huir de los controles externos, dicen que niega que la criba con bisturí vaya a tener consecuencias en la campaña, en el músculo a la hora de movilizar. 

Ya en ese modo electoral está Compromís, que en un intento de pasar página rápido, de lamerse las heridas a ver si cicatrizan tras el "show" de las primarias, ya ha lanzado hasta el lema de su campaña ("ViscAlacant"). Mientras, sus socios naturales de coalición, si la izquierda fuera más de unirse que de fragmentarse, tras semanas de espera a unos valencianistas centrados en sus guerras internas, confirmaron lo evidente: que no había voluntad de pacto. Los que representan el pedigrí de la coalición naranja, con el actual reparto de fuerzas a nivel interno, no pueden permitirse renunciar a su "número dos", y no por aquello de las sensibilidades de Iniciativa y Més ante los dos concejales que dicen que les dan las encuestas (de las que dudan aquellos que defienden que la figura de Natxo Bellido ensanchaba el espectro de votantes), sino por un nuevo intento de control de daños de cara a futuro.

En esa batalla por un número, o por una palabra, que suele impedir a la izquierda ver el bosque, porque en cuestión de programa pocas diferencias puede haber por más que se afanen, Podemos y EU protagonizan ahora otra ronda de desgaste. Saben de la necesidad de ir juntos, tal vez para repartirse migajas en Alicante o tal vez para ser clave en el Botànic III. Aún así, están a sus cosas. La derecha, desde Carlos Mazón a Barcala, a las suyas.

Suscríbete para seguir leyendo