"¿Quién me iba a decir a mí que iba a encontrar a la mujer de mi vida en el Ayuntamiento?". Antonio Manresa (1963), concejal de Cultura y portavoz del equipo de gobierno, no oculta que es un hombre enamorado, y más desde que su ahora prometida, María Conejero (1973), concejala de Inmigración, Igualdad y Cooperación, le dijo "sí" a una pregunta que nunca se planteó realizar. "Él siempre decía que no se iba a casar, y ahora es el más ilusionado", apunta María, quien admite que han llevado la relación con mucha discreción. Tanta que nunca han paseado por Alicante de la mano. "Nos hemos dado la mano por primera vez para las fotos de este reportaje", reconoce Antonio, con ese punto de timidez tan característicos de ambos. Las quedadas, para evitar ser vistos por conocidos, se hacían fuera de la ciudad, en municipios del entorno. "Los dos somos solteros, pero no queríamos que se supiera que estábamos juntos para así desvincular por completo nuestra relación de nuestro trabajo como concejales", explica el también portavoz del bipartito.

Pese a esa timidez compartida, también hay diferencias -sostienen- en otros aspectos de sus caracteres. "Yo soy un hombre muy tranquilo y ella... un rabo de lagartija", afirma Antonio, quien señala que la relación que prevén formalizar antes de terminar este año, en una ceremonia civil en el Ayuntamiento de Alicante, empezó poco a poco. "Nos habíamos visto antes en algún acto del partido, pero nos conocimos realmente aquí, como concejales de Ciudadanos. Hablamos en las reuniones del grupo y de la Junta de Gobierno. Y así, poco a poco, empezamos a quedar para andar, que es una actividad que nos gusta a ambos", prosigue Antonio, quien destaca que ambos están en un momento vital "similar": "Estamos viviendo un amor maduro, aceptando las imperfecciones del otro. Y también estamos en un momento similar en lo personal porque ambos tenemos padres mayores".

Conejero y Manresa posan en el Salón Azul del Ayuntamiento de Alicante HECTOR FUENTES

Así, haciendo kilómetros por Alicante, fueron afianzando su relación, con calma, fuera de la mirada de sus compañeros del bipartito de Alicante, hasta que estalló la pandemia. "Nos pilló en el arranque de la relación. Él estuvo en su casa, con su madre, y yo en la mía, con mis padres. No vernos se nos hizo difícil, como a todos. Eso sí, cenábamos juntos, o lo intentábamos al menos", relata María. Y es que la pareja "quedaba" para cenar, aunque a través de la pantalla, con esas videollamadas que tan populares, a la par que necesarias, se hicieron durante los meses más duros del confinamiento. "Nos conectábamos y cenábamos juntos, hablábamos e incluso veíamos así películas", agrega Antonio.

Esos paseos con los que iniciaron la relación los retomaron en cuanto se permitieron las salidas para realizar actividad física. "Antonio venía a recogerme, dábamos un paseo, me dejaba en casa y luego volvía a la suya", explica María. De esos paseos se habló mucho, en tono especulativo, en el Ayuntamiento. Por entonces, solo sus compañeros del grupo de Ciudadanos sabían que mantenían una relación sentimental. "Y nos costó convencerles", bromea María: "Decidimos comentarlo en el receso de un pleno. A la hora de comer. Como en Ciudadanos era habitual juntarnos ese día, pues lo dijimos... Pero nos tuvimos que dar un beso para que nos creyeran. La más incrédula era Mari Carmen [la vicealcaldesa]".

Ambos concejales, en la plaza del Ayuntamiento de Alicante HECTOR FUENTES

Los socios de gobierno, del PP, al menos oficialmente, ya se enteraron más tarde. En esa línea, de hecho, el alcalde, Luis Barcala, conoció el compromiso ya oficial hace apenas unos días, y gracias a su mujer. "Sagrario [la esposa del regidor popular] se lleva muy bien con Antonio, y siempre le bromeaba que el anillo para cuándo. Y un día, en las fiestas de San José de Carolinas, se fijó en el anillo que lleva yo en mi mano. Y así se enteró el alcalde", desvela María.

El acto íntimo de pedida se celebró un mes y pico antes. Y fue discreto, como la relación. "Yo siempre le había dicho que le daría el anillo cuando menos se lo esperase, y creo que así fue", relata Antonio. "Y tanto", subraya María. Ambos estaban en casa, en la vivienda que comparten desde hace más de un año. "Él acababa de venir de un viaje de trabajo. Yo estaba cómoda, con la ropa de casa, tendiendo una lavadora. Entonces vi que dejó una cajita sobre la barra que tenemos en la cocina. Le pregunté, con duda, qué era eso. Y me dijo que mirase a ver qué podía ser. Y la abrí y ahí estaba el anillo", explica María, quien tardó en darle el "sí". Pero no por dudas, sino porque estaba "en shock". Antes, cumpliendo con la tradición, Antonio hincó la rodilla en el suelo e hizo la pregunta de rigor.

Manresa y Conejero presumen del anillo de compromiso HECTOR FUENTES

Esa emoción no fue pasajera para María. Tanto que hizo algo poco habitual en ella. "Estaba en tal estado que subí la foto del anillo a redes, donde yo nunca publico nada personal. Puse una frase que decía algo así como 'Ahora ya sí'", explica la concejala, que se echó unas lágrimas con su madre al comunicarle la noticia. "La verdad que las dos familias nos han apoyado mucho, están encantados", afirma María, que ya ha empezado a ver vestidos de novia. Él, por ese carácter más tranquilo, todavía no. Ambos, eso sí, ya están en "modo boda" activado. "Habíamos hablado de casarnos una vez pasen las elecciones, para tener más margen para prepararlo todo, porque como concejales apenas tenemos tiempo libre, entre el trabajo de despacho y los actos públicos", agrega María. A priori, salvo que cambien de siglas políticas, ninguno de los dos repetirá en la próxima Corporación municipal.

Por ahora tienen decidido que la boda será civil, porque la ilusión de Antonio es casarse en el Ayuntamiento. "Es una forma de devolverle simbólicamente todo lo que nos ha dado", justifica el concejal. Todavía está en el aire, por ejemplo, el destino del viaje de bodas. "A mí me gustaría la Polinesia francesa, ella quiere Hawái, por Pearl Harbor. Tampoco descartamos Australia. Iremos a Hawái, porque al final las mujeres deciden", bromea Manresa, quien también recurre a esa fórmula como vía de escape cuando se le pregunta quién se fijó en quién al principio: "Da igual que nos fijemos primero nosotros, al final la mujer es la que decide". Y esa decisión, aunque compartida, es casarse. ¿Quién oficiará la ceremonia? Eso tampoco está cerrado. "Si Barcala sigue como alcalde...".