Las lluvias desactivan las restricciones por la sequía en toda la provincia de Alicante hasta octubre

Las persistentes precipitaciones de mayo ahorran tres riegos en los cultivos y la humedad alcanza los 40 centímetros en el subsuelo - Las reservas de los pantanos aumentan más en las comarcas del norte

El embalse de Guadalest se ha vuelto a llenar con las lluvias de mayo tras cinco meses de sequía.

El embalse de Guadalest se ha vuelto a llenar con las lluvias de mayo tras cinco meses de sequía. / David Revenga

Pérez Gil

Pérez Gil

El fantasma de la sequía se aleja de la provincia de Alicante hasta el cierre del año hidrológico en el próximo mes de septiembre. Ya no será necesario, por tanto, aplicar restricciones hídricas en el consumo de agua para el riego de cultivos y el abastecimiento de los municipios, tal y como las autoridades tenían previsto aplicar a partir de julio. Las circunstancias han cambiado por completo en mayo y hasta el inicio de octubre están garantizados los suministros agrario y urbano en todas las comarcas alicantinas.

A ello han contribuido las abundantes lluvias que ha traído la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) en la última semana y el temporal de tres semanas atrás, con el que arrancó el 7 de mayo un episodio húmedo de continuas precipitaciones que ponían fin a cinco meses de asfixiante sequía. 

Aunque las lluvias han sido tan dispersas como irregulares, la media pluviométrica supera hasta el momento los 70 litros por metro cuadrado en las comarcas del centro y sur de la provincia -Vega Baja, Baix Vinalopó, l'Alacantí y Alto y Medio Vinalopó- mientras que en el norte -l'Alcoià, Marina Alta, Marina Baixa y El Comtat- la cantidad está por encima de los 150 litros por metro cuadrado. Y según anuncia Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, todavía seguirá lloviendo en los próximos días, lo que permitirá a los agricultores ahorrar tres riegos esenciales para sus cosechas de cara al verano.

Aunque los pantanos de la provincia, sobre todo los de la cuenca del Segura, apenas han aumentado su nivel de agua embalsada, lo importante es que la humedad almacenada en el suelo ha alcanzado los 40 centímetros de profundidad. «Es un dato muy relevante hasta que la semana próxima podamos tener parámetros concretos de la evolución de los pantanos», ha señalado Jorge Olcina sin albergar demasiado optimismo respecto al incremento de las reservas de agua embalsada en la provincia.

Sobre todo en los embalses de Orihuela y Crevillent porque en la cuenca vertiente del embalse de Beniarrés se llegaron a acumular más de 150 litros por metro en 24 horas entre el lunes y el martes pasados, incrementando el agua embalsada en más de 1 hectómetro cúbico según los datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Estado actual del pantano de Beniarrés tras las abundantes precipitaciones registradas en la comarca de El Comtat.

Estado actual del pantano de Beniarrés tras las abundantes precipitaciones registradas en la comarca de El Comtat. / JUANI RUZ

Embalses al 32% de su capacidad

Una situación que contrasta con el panorama de la última semana de abril, cuando la sequía se intensificó y el nivel de los embalses de Alicante descendió como no lo había hecho en el último lustro. Un agobiante trance para la provincia de Alicante con unos embalses que se encontraban al 32% de su capacidad. Hasta ese momento solo había una zona en prealerta, que era el Bajo Segura, mientras la cuenca del Júcar resistía a duras penas.

En reservas de agua las comarcas alicantinas, y especialmente la Vega Baja y el Baix Vinalopó, eran las que se encontraban en peor situación de toda la Comunidad Valenciana. De hecho, en la provincia de Valencia los embalses todavía se mantenían el mes pasado al 63% de su capacidad máxima y en Castellón la cifra se situaba en el 48%.

Las abundantes y persistentes lluvias de marzo y abril de 2022 han contribuido a que las provincias de Alicante, Valencia y Castellón hayan podido afrontar la sequía en una situación más ventajosa de toda la franja sur de la Península Ibérica. Pero las reservas eran cada vez más escasas. Sobre todo en los embalses alicantinos de la cuenca del Segura que se nutren del postrasvase Tajo-Segura. Prueba de ello es que en el pantano de Crevillent había embalsados hasta la última semana de abril 4 hectómetros cúbicos de un total de 13 hectómetros cúbicos de capacidad máxima mientras que en La Pedrera, que se encuentra ubicado en el término municipal de Orihuela, se mantenían 65 hectómetros cúbicos de agua de un total de 246 hectómetros cúbicos que podría albergar.

El embalse de La Pedrera, en Orihuela, apenas ha incrementado su volumen de agua almacenada.

El embalse de La Pedrera, en Orihuela, apenas ha incrementado su volumen de agua almacenada.

Aunque también comenzaba a ser preocupante, no era tan dramático el panorama que presentaban las presas de la cuenca del Júcar. Antes de la irrupción del actual ciclo de precipitaciones el pantano de Beniarrés -río Serpis- almacenaba 17 hm3 de los 27 hm3 de capacidad total; el Amadorio de La Vila Joiosa y Orxeta -río Amadorio- disponían de 7 hm3 de los 16 hm3 que alcanzarían si estuvieran totalmente llenos y, el que en mejor situación se hallaba de toda la provincia de Alicante, era el embalse de Guadalest con 9 hm3 de los 13 hm3 que puede embalsar.

Con esas exiguas reservas de agua y la predicción meteorológica de ausencia de lluvias capaces de llenar los embalses alicantinos hasta, al menos septiembre u octubre, la zona sur de la provincia de Alicante iba a sufrir las primeras restricciones hídricas por la sequía en el próximo mes de julio.

Así lo anunció la Confederación Hidrográfica del Segura y así se expuso en la Mesa de la Sequía de la Comunidad Valenciana convocada en la última semana de abril por la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica para analizar la situación con agricultores, regantes, empresarios del sector de la alimentación, los presidentes de las Confederaciones Hidrográficas del Júcar y el Segura así como los científicos de la Agencia Estatal de Meteorología y de los Centros de Estudios Ambientales del Mediterráneo y sobre Desertificación.

Fase de alerta para julio

Nada hacia presagiar entonces que las anheladas lluvias llegarían antes del próximo otoño, así que las autoridades anunciaron que en julio pondrían ya en marcha la fase de alerta, que supondría un recorte de agua para los cultivos de regadío de la comarca de la Vega Baja. Una medida que iba a afectar sobre todo a los cítricos y a las hortalizas de invierno -alcachofas, apio, lechugas y brocolí- que comienzan a plantarse en los meses de verano.

Pero si tampoco llovía con abundancia hasta el mes de octubre, de la fase de alerta se iba a pasar a la fase de emergencia, lo que implicaría un recorte mínimo del 25% del volumen de agua destinado al riego de los cultivos. Y, en una situación extrema, se hubiera hecho necesario por parte de las Confederaciones Hidrológicas del Júcar y del Segura activar incluso los pozos de sequía.

El pantano de Crevillent sigue en una situación crítica por la sequía de los cinco últimos meses.

El pantano de Crevillent sigue en una situación crítica por la sequía de los cinco últimos meses. / ANTONIO AMOROS

Una situación preocupante que finalmente se ha podido sortear con la inesperada irrupción de una gota fría propia del otoño en las puertas del verano.

Una DANA que ha dejado registros de récord para un mes de mayo en la vertiente mediterránea con 175 litros por metro cuadrado en las estaciones próximas a la presa del pantano de Tibi y 70 litros por metro cuadrado en algunos barrios de Alicante. En la cabecera del barranco de las Ovejas se superaron los 100 litros por metro cuadrado y algo menos en la rambla de Rambuchar a su paso por El Moralet, donde en menos de 24 horas ya habían caído entre el lunes y el martes 80 litros por metro cuadrado con un acumulado de 120 litros por metro cuadrado en lo que va de mes.

También en observatorios de El Comtat y de la Marina Alta los registros excedían los 100 litros por metro cuadrado en el momento más intenso de una gota fría que se situó en el entorno del mar de Alborán mientras que en la superficie una baja impulsó los vientos de levante hacia la provincia de Alicante. Especialmente a las comarcas del norte.

El agua ha sido una bendición para Alicante y, aunque ha llegado tarde para el cereal y ha arrasado el 90% de la cosecha de cereza de Villena, no ha producido grandes daños en infraestructuras ni en el entorno urbano y ha sido providencial para el resto de cultivos y para la masa forestal.

Un tiempo extremo cada vez más frecuente

Los modelos climáticos apuntan a que estos fenómenos meteorológicos de grandes contrastes se van a suceder cada vez con mayor frecuencia en la provincia de Alicante. En este caso a una sequía que se ha prolongado durante cinco meses se ha visto interrumpida por un periodo de lluvias intensas -en algunos casos torrenciales- que llevan camino de mantenerse de forma continuada durante un mes.

Las predicciones meteorológicas no fueron capaces de detectar este cambio extremo del tiempo ni siquiera en la última semana de abril. Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional y director del Laboratorio de Climatología de la UA, ha señalado al respecto que los calentamientos súbitos de la estratosfera -como el que se ha producido ahora y también a finales de febrero- provocan la formación de DANA en nuestras latitudes. «Pero son fenómenos muy difíciles de predecir porque cambia el patrón de circulación de forma súbita y, al instalarse una masa de aire cálido sobre el polo norte, impulsa la masa de aire frío hace el sur transformando el patrón durante 15 o 20 días y formando las gotas frías».

Por sequías como la de este año, e incluso más graves, ya ha pasado la provincia a lo largo de la historia. Por ejemplo la de los años 90 -1994 fue el más seco de la década- que evidencian que cuando se presentan no se puede más que adoptar medidas de emergencia.

La construcción de nuevos embalses en la provincia está muy limitada porque los mejores sitios ya están ocupados. Sería una inversión excesiva y un impacto ecológico demasiado alto para el beneficio que se podría obtener.

Mientras se puedan mantener los trasvases del Tajo-Segura y Júcar-Vinalopó las comarcas alicantinas dispondrán de agua pero, en este contexto de cambio climático, las lluvias van a ser cada vez más escasas en toda España y, por tanto, también lo serán los recursos a trasvasar.

De ahí que se insista en mejorar el aprovechamiento integral de las aguas de las lluvias mediante su embalsamiento, de las aguas de acuíferos con un consumo racional, de las aguas superficiales donde haya ríos y de los recursos basados en la desalación y la depuración de las aguas residuales.