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Teresa Calatayud Noguera, neuróloga: «Las mujeres intelectualmente somos iguales a los hombres, no necesitamos cuotas»

En la consulta del Hospital de Cabueñes, Gijón, Asturias. | COLECCIÓN PARTICULAR
22 de julio. Día Mundial del Cerebro, instaurado por la World Federation of Neurology (Federación Mundial de Neurología) en 2014, es un día para «remarcar la importancia de la salud cerebral y concienciar a la población de la importancia de la prevención en relación con las enfermedades cerebrales, que son problemas de salud enormemente subestimados».
Medicina, ciencia y cerebro son constantes en la vida de Teresa Calatayud Noguera, la neuróloga teuladina que, en 1983, se convierte en la primera jefa de sección de neurología en el Hospital de Cabueñes, en Gijón, donde permanece veintiún años. Cuando obtiene su licenciatura en Medicina y Cirugía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia en 1974 y, un año más tarde, su grado con sobresaliente, se traslada a Madrid. Su primer destino es como médica interna en el Hospital Universitario La Paz, donde ejerce un año desde marzo de 1975; en 1976 comienza su residencia en Neurología en el Hospital Universitario 12 de Octubre, terminando en 1979, año en que contrae matrimonio con el cirujano maxilofacial asturiano Eduardo Lombardía. Una vez termina su especialidad vuelve a La Paz, por concurso-oposición, como médica adjunta de neurología hasta 1980, que pide excedencia para trasladarse a Asturias. En 1985 se doctora sobresaliente cum laude y Premio Extraordinario de Doctorado por su tesis Reproducción experimental del Síndrome Tóxico por Aceite de Colza desnaturalizado en conejos neozelandeses, consiguiendo aportar «nuevas pruebas para la confirmación de la etiología del síndrome».
Es miembro numerario de la Sociedad Española de Neurología (SEN) desde 1979 y, en 1998, junto a otros neurólogos, funda la Sociedad Asturiana de Neurología; también perteneció durante más de una década a la International Parkinson and Movement Disorder Society (Sociedad Internacional de Parkinson y Trastornos del Movimiento). Desde 2005 trabaja como especialista neurológica en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) hasta 2016, cuando se jubila. En 2004 se convierte en la tercera mujer nombrada académica correspondiente de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias, donde continúa impartiendo conferencias y colaborando en actividades divulgativas sobre neurología» y quienes en 2013 le conceden el premio de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias.
Cerebro
Medicina y ciencia acunaron a la ilustrísima doctora Calatayud, nacida en la Plaza de la Montañeta de Alicante en 1951. Cuando tenía unos meses y su hermano Salvador dos años, la familia se traslada a Teulada: «Mi padre, Rodolfo Calatayud, era empresario y viajaba constantemente por lo que mi madre, Rosa Noguera, decidió mudarse a casa de mi abuela materna, Catalina Morell, entonces viuda», rememora Teresa. «Mi abuela era hija –José Morell, médico de Teulada–, esposa –Vicente Noguera, médico de Poble Nou de Benitatxell– y madre de médicos; enamorada de esta profesión nos influyó para que estudiáramos Medicina». También «mi tío, José Noguera, cuando terminó Medicina, estaba tan entusiasmado que nos encandilaba contando todas las novedades médicas».
Sucedían acontecimientos importantes en el mundo científico y en casa de Teresa permanecían atentos. Así lo recuerda: «Celebración del centenario del nacimiento de Ramón y Cajal (1852-1934) y del cincuentenario de su Nobel (1906); el fallecimiento de Alexander Fleming (1881-1955), también Nobel, exaltó el descubrimiento de la penicilina y Severo Ochoa (1905-1993) obtenía otro Nobel en 1959; todos en Medicina». Este entorno tan fecundo penetraba en los pequeños Calatayud, sobre todo en Teresa, quien decía que sería «premio Nobel».
Salvador, también médico, abría camino a Teresa, aunque eso sí, «los dos recibimos el mismo trato y educación, mismos deberes y obligaciones. Nunca percibí que ser mujer fuera un privilegio ni un hándicap. Nos inculcaron la perseverancia y el esfuerzo para conseguir la excelencia», revive Teresa. De su madre aprendió la «importancia de desarrollar un alto nivel profesional para ser libres e independientes» y de ambos padres «a ser buena persona, a no claudicar ante las dificultades y a disfrutar de la vida y el trabajo».
Es en este hogar donde conversamos; nos situarnos ante una mesa camilla iluminada por la claridad del verano y el verdor de un frondoso jardín. Sobre la mesa, el portátil de Teresa, donde confirma datos; sus manos se mueven ágiles; su mirada y piel son transparentes, como su memoria y expresión.
Su amiga Vicenta con solo 12 años fallece de una enfermedad neurodegenerativa; eso deja una profunda huella en Teresa y marca que elija la neurología al «constatar que las enfermedades del sistema nervioso podían alterar conducta y autonomía creando una gran dependencia de los demás». El cerebro, explica esta experta neuróloga, «es el órgano más importante del cuerpo, donde reside nuestra inteligencia y personalidad. Con él controlamos conducta y movimientos, desarrollamos nuestros sentimientos, recibimos las percepciones de los sentidos, almacenamos y relacionamos nuestros conocimientos y sacamos conclusiones para ejecutarlas o comunicarlas mediante el lenguaje, también ubicado en el cerebro. Además, ejerce control sobre las funciones viscerales: frecuencia cardiaca y respiratoria, digestión, micción… para mantener la homeostasis fisiológica».
Teulada
Cuando Teresa se casó, su marido proponía vivir en Asturias, pero «era innegociable seguir manteniendo la conexión» con su tierra y familia; así en las ‘capitulaciones matrimoniales’ acordaron que vivirían en Oviedo, pero las vacaciones serían siempre en Teulada, con los suyos. Así, «salvo durante la pandemia, cada año he regresado, reencontrándome con mi familia y amigos».
Su hijo mayor, Eduardo, es madrileño; Carlos, el segundo, nació en Asturias dos años tarde, en 1982. Los dos son odontólogos y «nos han hecho abuelos con cuatro caballeritos». Mientras se deleita recordando a Javier, Pablo y Guillermo, con 12, 9 y 4 años respectivamente y a Mateo, hijo de Carlos, de 4, comenta «mis nietos tienen unos padres maravillosos y mucho mejor educadores que yo. Estos pequeños me asombran con su capacidad de estudio, bondad e interés por la naturaleza; les gustan los deportes, sobre todo el fútbol y la natación».
Hablamos de conciliación familiar y de la escasa mejora de «la legislación desde 1980, cuando nació mi primer hijo». «Los problemas no terminan tras el parto y lactancia; el devenir propio de la crianza supone para algunos padres problemas de difícil cobertura; agravados cuando las familias tienen niños con alguna discapacidad. Son tantas las dificultades de conciliación que las parejas pueden acabar decidiendo no tener hijos. Considero que es función del Estado conseguir que la maternidad/paternidad de los empleados no perjudique a las empresas y que éstas tengan beneficios por ello».

En la playa de Teulada-Moraira, con el peñón de Ifach al fondo. | COLECCIÓN PARTICULAR / INFORMACION
Teresa ha vivido muy de cerca la gestión de equipos en Cabueñes: «Como jefa de un grupo de neurólogos intenté desarrollar un liderazgo muy participativo implicando a mis colegas en la toma de decisiones. Nunca me sentí discriminada por ser mujer y mis compañeros lo único que valoraban en el trabajo era la eficacia y competencia. La capacidad para motivar, convencer, movilizar, aglutinar depende de los individuos; no hay características especiales en función del género». Sobre las cuotas, Calatayud señala: «No me parece presentable, adecuado ni digno. Las mujeres intelectualmente somos iguales a los hombres, no necesitamos cuotas. Aceptarlas es presuponer una inferioridad, que no es real, y favorecer la injusticia».
Equipo
En 1949 se funda la SEN y, según datos de Sanidad, en 1964 aparecieron las unidades de neurología, con los hospitales de la Seguridad Social. Los centros sanitarios madrileños donde estuvo Teresa fueron pioneros, La Paz, el tercero en España con sección de neurología desde 1966 y el 12 de Octubre, el segundo con este servicio en 1973. Así lo refleja Teresa, «Antes los pacientes neurológicos eran atendidos por neuropsiquiatras, neurocirujanos, internistas, neurofisiólogos y unos pocos neurólogos, herederos de las escuelas Madrileña y Catalana de Neurociencia. Con los grandes hospitales regresan muchos neurólogos que estaban formándose en el extranjero. Fueron ésos los casos de los responsables del servicio del Hospital 12 de Octubre, donde realicé mi residencia. Allí aprendí las bases de la neurología y sobre todo a aceptar que en muchas enfermedades solo podemos mitigar los síntomas y ayudar a modificar el entorno para mejorar la calidad de vida del paciente».
«El conocimiento neurológico ha crecido exponencialmente, seguirá avanzando y aparecerán nuevos retos. Entre los avances en los métodos diagnósticos destacaría que la primera tomografía axial computarizada (TAC) llegó a España estando en La Paz. En los ochenta, la Resonancia Magnética asombraba con su definición anatómica y ahora con la tomografía por emisión de positrones (PET) podemos identificar cambios bioquímicos celulares. Cuando empecé era impensable el avance de la genética y de los estudios analíticos para el diagnóstico precoz del Alzheimer, los nuevos fármacos o técnicas como la estimulación cerebral profunda para el dolor, el temblor y la enfermedad de Parkinson».
«Internet fue un cambio maravilloso, facilitando acceso al conocimiento y a los avances médicos rápido y global; también el correo electrónico revolucionó la comunicación haciéndola inmediata dentro y fuera del hospital, beneficiando a pacientes y médicos. Sobre la inteligencia artificial, no creo que sustituya a los médicos, pero sí facilitará el trabajo y reducirá incertidumbres al diagnosticar y plantear tratamiento a cada paciente».
Cuando por primera vez en 1983 el Hospital de Cabueñes convoca la jefatura de neurología, Calatayud consigue esa plaza. «Fueron años duros, con una marcada sobrecarga asistencial y continuas negociaciones con la dirección para organizar la atención neurológica del área. Aprovechando la informatización del hospital, fuimos pioneros en implementar las consultas especializadas, proporcionando mayor satisfacción a neurólogos y pacientes. En 2005, cuando deja Cabueñes, «éramos un equipo sólido, de más de 10 neurólogos, colaborábamos con ambulatorios y hospitales del entorno, con asociaciones de pacientes y realizábamos estudios epidemiológicos».
Un problema de salud influyó para «decidir dejar las tareas administrativas y volver a disfrutar de la neurología clínica de base»; renunció entonces a la jefatura de sección y solicitó el traslado al HUCA, más próximo a su domicilio; allí se encargó de la consulta de deterioro cognitivo, «muy necesarias éstas por la elevada prevalencia del deterioro cognitivo y las demencias y ser una de las principales causas de mortalidad, sobre todo en mujeres» matiza Calatayud, quien obtuvo en 2012 la «Capacitación técnica específica para la evaluación de la patología cognitivo-conductual y de la demencia», acreditada por la SEN, y colaboró en poner en funcionamiento el banco de cerebros para estudiar las enfermedades neurodegenerativas.
Futuro
Con una formación y actividades asistencial e investigadora brillantes, Teresa ha publicado dos monografías, seis capítulos de libros, más de medio centenar de artículos sola o en colaboración con otros investigadores; y otras tantas ponencias y comunicaciones en congresos nacionales e internacionales desde 1976 hasta 2017, ya jubilada. Ha participado en diversas líneas de investigación clínica en enfermedades del sistema nervioso central y periférico; destacando en la última década de actividad profesional, y en colaboración con diversos departamentos del HUCA sus trabajos sobre el estudio diagnóstico y la transmisión de las demencias mediante marcadores cognitivos, bioquímicos y genéticos. La huella profesional de esta neuróloga, que expresa su «gran honor por haber sido nombrada académica en Asturias» continúa con sus aportaciones a esta institución.
Además, Teresa es una abuela feliz que disfruta con sus nietos a quienes, en lugar de cuentos, narra fragmentos de la historia española «para que no se olvide»; y mientras sonríe, añade «los más pequeños a veces cambian un poco el relato, aunque siempre queda algo». Queda, sobre todo, la vocación de esta neuróloga; el amor por su tierra y la entrega a una profesión y a los suyos. Y quedan sus anhelos de futuro, para todos, «que haya una completa igualdad de derechos, oportunidades y obligaciones entre los diferentes colectivos y se avance en la protección e inclusión de las personas con discapacidades para su integración social completa»; para su profesión, «una mejor organización y planificación en la sanidad española; existe, entre otros, un grave déficit de profesionales; resolverlo es obligación de los políticos porque tienen toda la información y los medios» y para sus nietos, a quienes espera «ver crecer física e intelectualmente, que disfruten de la vida y desarrollen un trabajo honesto y fructífero para ellos y su entorno». n
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