La fiebre por los apartamentos turísticos se extiende a Princesa Mercedes en Alicante
La proximidad con el centro, el cierre de comercios en los últimos años y el precio económico de los locales transforman desde hace meses el paisaje de este barrio

Un grupo de personas pasa frente a uno de los locales comerciales tranformados en viviendas en Princesa Mercedes. / PILAR CORTÉS
Una profunda transformación urbana impulsada por el auge de los apartamentos turísticos recorre Alicante, y no siempre de mano de la legalidad. Lo que comenzó como una tendencia concentrada en zonas como el Casco Antiguo o la Playa de San Juan, se extiende estos días hacia barrios tradicionalmente residenciales. En estos tiemmpos, la fiebre de los alquileres vacacionales llega a Princesa Mercedes, un barrio que, por su proximidad al centro y su accesibilidad, está viendo cómo locales comerciales vacíos se convierten en viviendas, muchas de ellas destinadas al alquiler turístico.
En un recorrido por las calles de este barrio, es evidente el cambio en el paisaje urbano. Antiguos comercios como carnicerías, peluquerías e incluso entidades bancarias han dejado paso a pequeñas viviendas que buscan atraer a turistas o inquilinos a largo plazo. En los últimos meses, el cambio ha sido palpable. Los bajos comerciales de calles como Renato Bardín, Ángel Celdrán o Médico Pedro Herrero, que en su día albergaron tiendas de barrio, ahora lucen ventanas con cortinas y se pueden encontrar en alquiler en plataformas como Airbnb, entre otras. Eso sí, los hay, y no pocos, que no aparecen en el registro oficial de la Generalitat, escapando de la legalidad vigente.
La principal atracción de estos espacios es su cercanía al centro de la ciudad. En menos de diez minutos a pie, los turistas pueden llegar a avenidas clave como Óscar Esplá, sin los desniveles que caracterizan otras zonas como El Pla o Carolinas Altas. Según los datos de diferentes páginas webs de alquiler vacacional, los precios de estas viviendas oscilan entre 50 y 70 euros por noche, llegando incluso a los 100 euros en algunas zonas. En el caso de los alquileres de larga duración, las tarifas rondan los 700 euros mensuales, una cifra significativa para un barrio que hasta hace poco era considerado asequible.
Sin embargo, no todos los espacios están preparados para cumplir con las exigencias de habitabilidad. Margarita Sánchez, una vecina que lleva más de dos décadas en el barrio, critica esta transformación y afirma que "estos locales no están diseñados para ser viviendas". "Los espacios comerciales en esta zona son trasteros en su mayoría, no tienen patio de luces ni ventilación adecuada. Es imposible que sean viviendas aptas, ni para turistas ni para familias, me preocupa la seguridad y la calidad de vida de las personas que residen en ellos", comenta Sánchez.
Además, la falta de regulación clara y efectiva ha permitido que locales de menos de 40 metros cuadrados sean reconvertidos en viviendas, sin garantizar condiciones mínimas de seguridad o calidad. Según José Barreto, presidente de la Asociación de Vecinos Francisco Albert, señala que ya han realizado reclamaciones "porque muchos de estos espacios no cumplen los requisitos para ser habitables, pero no obtenemos respuestas del Ayuntamiento. Esto está generando una situación insostenible", afirma Barreto.
Impacto en el barrio
El auge de los apartamentos turísticos no solo ha cambiado el paisaje físico del barrio, sino también su dinámica social. Los bares y restaurantes locales han notado un aumento en la afluencia de turistas, lo que, en algunos casos, ha sido beneficioso para sus negocios. Melisa Ruiz, camarera en un bar de la zona, explica que desde hace unos meses los clientes cada vez son más extranjeros. "Desde hace unos meses vemos muchas caras nuevas, sobre todo turistas extranjeros: ingleses, polacos, holandeses... Vienen a desayunar, pero también aparecen por la tarde a la que es su hora de cenar. Esto nos ha ayudado a crecer como negocio, ampliando nuestro horario y nuestra oferta", explica Ruiz.
No obstante, no todos los comerciantes comparten esta visión positiva. José Ortuño, comerciante que gestiona un pequeño negocio en el barrio, comenta que, si bien es cierto que hay más movimiento en el barrio, este no acaba de repercutir en el comercio. "Es cierto que hay más movimiento, pero también estamos perdiendo la esencia del barrio. Muchos comercios de toda la vida, como carnicerías o peluquerías, han cerrado para dar paso a estas viviendas. Hay que preguntarse si este cambio es sostenible a largo plazo", destaca Ortuño quien comenta que hay casas "por lo menos diez" que serían del mismo dueño. "Muchos nos preguntamos si esos pisos, que no tiene patio interior, tiene cédula de habilidad, es un peligro para todos", relata Ortuño.
Preocupación entre los vecinos
La transformación de locales comerciales en viviendas también está afectando a los residentes, quienes se enfrentan a alquileres más altos y a una reducción en la oferta de servicios básicos. Nuria Estarlich, que vivió durante unos meses en una de estas viviendas, y tuvo que marchase debido a las humedades. "Nos mudamos a uno de estos bajos porque parecía una opción asequible, pero la realidad fue muy distinta. El espacio tenía mucha humedad y era casi imposible ventilar. Solo aguantamos cuatro meses antes de mudarnos, especialmente porque con la llegada de nuestro hijo las condiciones se hicieron insostenibles", indica Estarlich.
Por otro lado, el aumento de turistas en la zona también ha generado inquietud entre quienes valoran la tranquilidad del barrio. Sandra Victoria, vecina de toda la vida, señala que la falta de vivienda asequible es un problema para las personas del barrio que quieren seguir residiendo en él. "Hay muchas más personas en las calles, y aunque eso puede ser positivo en algunos aspectos, también nos enfrentamos a la subida de precios en los alquileres y a la falta de vivienda asequible para los vecinos de siempre", afirma Victoria.
Un problema de futuro
Uno de los mayores reclamos de los vecinos de Princesa Mercedes es la falta de espacios comerciales también preocupa a los residentes, especialmente ante la inminente apertura del nuevo Palacio de la Justicia en la zona. Jose Barreto, presidente de la Asociación de Vecinos Francisco Albert, expresa su preocupación por la pérdida de comercios en el barrio, destacando que antes había una gran variedad de tiendas que ahora han desaparecido. Menciona que algunos locales han sido convertidos en viviendas turísticas, lo que ha generado un vacío comercial. “Nos estamos quedando sin locales y cuando abran los juzgados, la gente querrá montar cosas y habrá que ver qué pasa”, afirma Barreto, refiriéndose a la transformación del vecindario y las dificultades para mantener la actividad comercial. Además, subraya que muchos de los locales que aún quedan han sido adquiridos para fines residenciales, lo que agrava la situación.
El presidente de la asociación también señala que la llegada de los nuevos juzgados podría haber tenido un impacto positivo si se hubiera fomentado el comercio en lugar de la conversión de estos espacios en viviendas turísticas. A pesar de las protestas, comenta que las respuestas del Ayuntamiento han sido evasivas, sin ofrecer soluciones claras. En su opinión, “en un local de 39 metros no se puede”, aludiendo a la falta de condiciones adecuadas para mantener negocios y la tendencia a convertirlos en espacios residenciales, lo que, según él, está afectando negativamente al barrio.
Otros barrios afectados
Aunque Princesa Mercedes enfrenta problemas particulares, otros barrios como El Pla y Carolinas Altas también han sufrido las consecuencias de esta fiebre, aunque en diferentes proporciones y formas. De acuerdo con el «censo» de la Conselleria de Turismo, el Casco Antiguo (03002) y Playa de San Juan (03540) son los dos códigos postales con mayor número de viviendas vacacionales, con 887 y 800 licencias, respectivamente. También a la cabeza se sitúan áreas del centro como el entorno del Mercado (03004), con 453 alojamientos; el cuadrante situado entre Maisonnave, Óscar Esplá, Doctor Gadea y la avenida Loring (03003), que dispone de 316; o el Centro Tradicional, con 310.
Según datos de la Generalitat Valenciana, zonas como el Casco Antiguo y Playa de San Juan lideran en número de licencias para viviendas turísticas, pero los barrios residenciales tradicionales no están exentos de esta tendencia. En Alicante, incluso bloques enteros de apartamentos han sido destinados exclusivamente al alquiler vacacional, sumando ya 76 edificios en noviembre de 2024.
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