Un deseo llamado tranvía

Villafranqueza convive, desde su anexión a Alicante en 1932, desconectada y olvidada. Su anhelo por estar unida con el centro por un tranvía se remonta a 1931, pero las promesas quedaron en papel mojado. La llegada del TRAM reabrió un debate que acabó con idéntico resultado. El autobús tarda 40 minutos y para ir al especialista se invierte casi hora y media

Una de las calles principales de Villafranqueza, en una imagen reciente.

Una de las calles principales de Villafranqueza, en una imagen reciente. / Héctor Fuentes

Ramón Pérez

Ramón Pérez

Acuciada económicamente, Villafranqueza se incorporó a Alicante en 1932. La suya fue una anexión fallida, repleta de promesas incumplidas y la irrupción de una guerra que dinamitó cualquier proyecto expansionista. Antes del conflicto el Palamó contaba con varias fincas de regadío que fueron compradas por familias alicantinas para recreo, vendían el agua del pantano de Tibi a Sant Joan y Mutxamel y pagaban sus impuestos en Alicante. Era el principio del fin de una Villafranqueza que pidió agregarse a Alicante.

Para entonces el municipio perseguía repetidamente un objetivo, que el tranvía que comenzaba a vertebrar diferentes zonas de Alicante también llegara a Villafranqueza.Así lo reflejan periódicos de la época. En 1930 la Compañía de Tranvías y Electricidad anunció que iba a trazar una línea que uniría ambos núcleos urbanos. «Es el único pueblo cercano a Alicante que no dispone de este medio de locomoción», señalaba la prensa de la época. Poco después, en enero de 1931, el periódico El Día se hacía eco de que aquella promesa había caído en saco roto:«El tranvía no ha llegado al citado pueblo, los trabajos del tendido no han empezado y parece que no empezarán nunca».

Aquellas líneas de periódico, premonitorias, se repetirían durante los 90 años siguientes. Aprincipios del siglo XXI Alicante se modernizó con la instalación de un TRAM que unió la ciudad con multitud de barrios y municipios, pero Villafranqueza se quedó sin esa suerte. Y no fue por insistencia ni promesas políticas. En 2004 el director general de Transportes, Vicente Dómine, reflejaba aquel anhelo del Palamó:«Estamos pensando en dar servicio a Villafranqueza a través de un ramal». Dos años más tarde INFORMACIÓN denunciaba que el trazado de la línea 2 no conectaba con Villafranqueza, «pese a que así se les ha prometido a los vecinos de este barrio». «El informe técnico municipal también advierte de que se ha omitido la conexión con Villafranqueza». Lapidario.

Noticia de El Día, en 1931, sobre el tranvía y Villafranqueza.

Noticia de El Día, en 1931, sobre el tranvía y Villafranqueza. / INFORMACIÓN

Así pasaron los años hasta que en 2009 Villafranqueza denunciaba que la obra del TRAM la aislaba del centro de Alicante. Más madera. La línea 2 del nuevo tranvía llegaba hasta Virgen del Remedio, pero no continuaba hasta el Palamó. Aquella implantación de vías y la reordenación del tráfico provocó que el trayecto para llegar a Alicante desde Villafranqueza pasaba de ser de 5 a 10 kilómetros. «Era un barrio que estaba estrangulado y esto ha supuesto la caída en picado de su actividad comercial», decía entonces la Asociación de Vecinos.

No era el único palo en la rueda de aquel municipio que había sido independiente durante siglos y que desde hace 92 años denuncia olvido selectivo del poder. «La autovía iba a ir soterrada y al final se puso por arriba, aquello nos perjudicó y lo hizo el PSOE», lamenta José Francisco Pascual, presidente de la Asociación de Vecinos y la voz más autorizada para hablar del Palamó.

Villafranqueza estaba escarmentada, antes de la guerra, frente a lo que es hoy el campo del Alicante, estaban los raíles para instalar el tranvía hasta el barrio. Tras el conflicto, no quedó nada. «Se olvidaron de aquello los políticos y los vecinos no estaban para reclamar nada, la mitad había muerto o estaba desaparecida», cuenta Pascual.

Un bus poco efectivo

Descartado el tranvía y el TRAM, el único transporte público que llega a Villafranqueza es el autobús. Hoy la línea 13 es la que conecta con el centro de la ciudad a unos vecinos que tampoco están satisfechos. Hace un tiempo de ser autobús azul a rojo y su frecuencia se redujo, pasa cada 10 minutos, pero tarda más en llegar al centro, unos 40 minutos. «Es ideal si quieres hacer un tour por la ciudad», explica un sarcástico Pascual.

Una de las denuncias con más peso es la tardanza para ir al especialista, casi una hora y media. A Villafranqueza le corresponde el centro de salud de La Florida-Babel y para ello deben coger el 13, bajar en la plaza de toros y esperar a la línea 4. «Ningún barrio tarda tanto en llegar al centro médico», denuncia la asociación.

Otra de las reivindicaciones es que el bus de Villafranqueza continúe hasta San Vicente, municipio que tiene más cerca que Alicante y al que han de acudir para ir al Cardiovascular o al Sabadell. «Sería muy bueno porque revitalizaría a Villafranqueza, la rejuvenecería porque los estudiantes podrían alquilar casas aquí, se crearían nuevos comercios...», anhela Pascual. Por el momento, los palamoneros deben hacer doble recorrido: bajar a Alicante en autobús y subir de nuevo a San Vicente.

«Nunca nos han considerado como parte de Alicante, somos como un hijastro, pasan de nosotros y comemos pan duro», lamenta una Asociación de Vecinos que en alguna ocasión ha intentado sin éxito que Villafranqueza se convierta en entidad local menor, lo que le daría cierta independencia. Noventa y dos años después de su anexión sigue sin tranvía y dando la razón a una frase que popularizó Tierno Galván: «Las promesas se hacen para no ser cumplidas».

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