Alicante, líder nacional en la donación de cuerpos a la ciencia
La Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández (UMH) recibe al año unos 80 cadáveres que emplea en la enseñanza de grado, posgrado y cursos

Rafa Arjones
Que la muerte ayude a la vida. Podría ser la frase que mejor resuma el acto de donar el cuerpo a la ciencia una vez se fallece, para que los médicos y otros profesionales sanitarios practiquen y perfeccionen técnicas que luego aplicarán a pacientes reales, donde ya no hay margen de error. La provincia de Alicante se sitúa a la cabeza de España en cuanto al número de personas que deciden ceder su cuerpo a la ciencia, según explica el decano de Medicina de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) y jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital de Sant Joan d’Alacant, Antonio Compañ, y también lo corrobora la jefa del servicio de Innovación Anatómica de la UMH, Mari Luz Campos.
En el último año (2024), 267 personas se hicieron donantes potenciales en la provincia, un incremento de cerca del 30 % respecto a 2023, cuando se registraron 210 solicitudes. No obstante, de esa cifra, finalmente son unos 80 cadáveres los que se reciben al año en la Facultad de Medicina de la UMH, según explica Compañ. Estos 80 cuerpos representan un 33 % más que en 2010, cuando se recibían 60 anualmente. El decano detalla que «el 30 % de los cuerpos se destina a la docencia en los grados de Ciencias de la Salud, como Medicina, Fisioterapia, Terapia Ocupacional y Farmacia. El 70 % restante se utiliza principalmente para cursos de posgrado y másteres, dirigidos a cirujanos ya formados que buscan especializarse».

UMH
En cuanto al tipo de donantes, se ha observado un cambio de tendencia en los últimos años. Anteriormente, la mayoría de las cesiones procedían de extranjeros residentes en Alicante. Sin embargo, actualmente, «el 80 % de los donantes son nacionales y el 20 % extranjeros», según explica el decano de Medicina de la UMH.
Factores
Respecto a las causas de este cambio, Compañ señala que «España antes era un país más conservador y en la provincia de Alicante había muchos residentes extranjeros, principalmente británicos». Hace años, se realizó una campaña específica para informar a esta población foránea afincada en Alicante sobre la posibilidad de donar su cuerpo a universidad para su uso en la docencia e investigación en los grados de Ciencias de la Salud. «Por aquel entonces, los extranjeros tenían una mentalidad más abierta», recuerda Compañ.
Otro factor que explica este cambio de tendencia, ligado al incremento de personas que se hacen donantes cada año, es la creciente concienciación en la sociedad. Compañ destaca que «la sociedad ha madurado y ahora está más dispuesta a realizar este tipo de acciones», recordando además que «España es el país número uno en donación y trasplantes, una potencia que creo que no se valora lo suficiente».

Dos cirujanos practican con el cuerpo de un donante al que se le ha aplicado el método Thiel. / Rafa Arjones
Asimismo, el decano señala que el Brexit ha influido en la llegada de población británica a la provincia. «Antes, muchos británicos venían a jubilarse y contaban con la seguridad social gratuita, pero ahora dependen de convenios, lo que podría haber reducido el número de extranjeros que se establecen aquí», añade.
Además, la crisis económica también ha contribuido al aumento de donantes. Ceder el cuerpo puede ser una manera de reducir gastos, ya que, según Compañ, «una incineración o un enterramiento pueden costar unos 4.000 euros», mientras que «los donantes no tienen que asumir ningún gasto. La funeraria, con la que la universidad tiene un convenio, y nosotros nos encargamos de todo». Igualmente, cuando el cadáver del donante ya no puede utilizarse más, los familiares tienen la opción de reclamarlo para darle sepultura. Sin embargo, lo más habitual, según explica Compañ, es que la propia universidad se encargue de incinerarlo y enterrarlo en el cementerio de Sant Joan d’Alacant.
Conservación
De los 80 cadáveres que recibe anualmente la Facultad de Medicina de la UMH, el 30 % se conservan mediante el «método tradicional» con formol, un líquido en el que el cadáver se sumerge, impregna y conserva. «El cuerpo no mantiene la textura de una persona normal, pero se pueden reconocer perfectamente los músculos, los órganos, los intestinos... Este método se utiliza principalmente para la enseñanza de la anatomía», ratifica Compañ.
En los últimos años, sin embargo, se ha avanzado mucho en otro método de embalsamamiento conocido como Thiel, con el que se conserva el 70 % de los cuerpos. Este tratamiento permite que las condiciones físicas del cadáver sean similares a las de una persona viva: conserva la flexibilidad, el tacto, el aspecto y el movimiento. «Puedes trabajar con él y da la sensación de que está recién fallecido, es muy real», aclara Compañ. Este sistema es ideal para la enseñanza de cirugía, ya que se puede simular una operación real en un quirófano, y es especialmente útil para practicar técnicas avanzadas como cirugías endoscópicas o robóticas, entre otras.

Un neurocirujano practica con la cabeza de un donante. / Rafa Arjones
El uso de la técnica Thiel ha supuesto un «éxito mundial», ya que ha generado que cirujanos de todo el mundo acudan a la Facultad de Medicina de la UMH para cursar másteres y alrededor de una veintena cursos de posgrado en los que se emplean cadáveres tratados con este método de embalsamamiento. «Somos de las pocas universidades que utilizamos el Thiel y, además, de las mejores. Eso ha hecho que cirujanos rusos, chinos, italianos, entre otros, vengan aquí expresamente para formarse», señala Mari Luz Campos, jefa del servicio de Innovación Anatómica de la UMH».
Anonimato
Desde que los cadáveres de los donantes cruzan las puertas de la facultad, se respeta completamente su anonimato. «A partir de ese momento, se les asigna un color y un número para su identificación, sin que se revele su identidad», explica Rubén García, uno de los técnicos que trabaja en la sala de disección de la Facultad de Medicina de la UMH.
Respecto al perfil del donante, no existe uno definido. «Hay de todo», comenta Compañ, refiriéndose a personas solteras, casadas, hombres o mujeres. Sin embargo, no todos los cadáveres son aptos para ser donados a la ciencia. Por ejemplo, no se aceptan personas que hayan padecido infecciones como sida o hepatitis C, pacientes que hayan sido sometidos a múltiples intervenciones quirúrgicas en vida o aquellos con obesidad mórbida, ya que esto último dificulta su «tratamiento técnico».

Balsas donde se encuentran los cadáveres de los donantes, que pasan primero por un «proceso de curación». / Rafa Arjones
Donar el cuerpo para contribuir a la vida, incluso después de la muerte, está al alcance de cualquier persona. «La gente puede hacerse donante acudiendo a la Facultad de Medicina de la UMH. Allí se firma un documento que recoge una serie de requisitos, y debe estar firmado tanto por el donante potencial como por un testigo, que puede ser un familiar, un amigo, etc. Luego se registra en una base de datos y se entrega una tarjeta al donante», explica el decano.
La donación de cuerpos no solo contribuye al avance de la ciencia, sino que también mejora la formación de los futuros profesionales de la salud y la especialización de cirujanos de todo el mundo, y todo esto se hace desde la provincia de Alicante.
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