La "fuga de cerebros" persiste tras la crisis en Alicante

Los alicantinos que se marcharon tras la crisis han prosperado en el extranjero, pero quienes volvieron enfrentan un panorama económico aún estancado, donde la falta de oportunidades laborales sigue siendo un obstáculo importante

Dos jóvenes esperan un avión en el aeropuerto de Alicante - Elche, en una imagen reciente.

Dos jóvenes esperan un avión en el aeropuerto de Alicante - Elche, en una imagen reciente. / ALEX DOMÍNGUEZ

Lydia Ferrándiz

Lydia Ferrándiz

El 15 de septiembre de 2008, el mundo fue testigo de un sismo económico sin precedentes: la caída de Lehman Brothers. Este colapso financiero marcó el inicio de una crisis global que también golpeó duramente a España. Aquella época estuvo marcada por desahucios, desempleo masivo y una economía tambaleante. En Alicante, como en el resto del país, miles de jóvenes se enfrentaron a un mercado laboral devastado, que les empujó a buscar un futuro fuera de sus fronteras. Esta «fuga de cerebros», que comenzó a convertirse en masiva a partir de 2010, ha dejado una profunda huella en la provincia y sigue teniendo consecuencias quince años después.

Hoy, esos jóvenes que emprendieron su camino al extranjero reflexionan sobre su trayectoria, y lo hacen a través de la serie que comenzó INFORMACIÓN hace más de una década y en la que ahora, junto a sus protagonistas, revisan cómo ha cambiado su vida. Mientras que muchos han construido una cotidianidad estable en sus países de acogida, otros han decidido regresar a España. Sin embargo, el sentimiento de desilusión persiste: la falta de oportunidades y el escaso progreso económico en el país son una constante en sus experiencias profesionales. 

Una época que cambió vidas

A día de hoy, el PIB per cápita en España supera los niveles previos a la crisis, siendo un país motor de la economía europea. Las políticas tras la pandemia de la covid-19 han buscado un enfoque más social y el paro se encuentra en una de sus mejores cifras de los últimos años, nada que ver con las existentes en consecuencia de la Gran Recesión. Para muchos alicantinos, ese escenario fue el que les obligó a traducir su futuro en un complicado pero necesario éxodo.

Luis Aparisi, alicantino residente en Zúrich desde hace más de una década, explica cómo ha cambiado su vida tras este tiempo viviendo lejos de casa. «Sigo casado con mi mujer, también alicantina, y tenemos dos hijos nacidos aquí, pero seguimos viajando a Alicante varias veces al año. Aunque hemos comprado una casa allí, por ahora las oportunidades laborales son mejores en Suiza», explica Aparisi, uno de los primeros alicantinos que contó su testimonio en las páginas de INFORMACIÓN. 

En Alemania, Claudia López, de Pilar de la Horadada, también encontró un camino de éxito en el país en el que lleva residiendo más de catorce años. Confiesa los retos de compaginar su vida laboral con la maternidad: «Soy directora general y chief operations officer de mi empresa. Hace cuatro años tuve una hija, Claudia, en lo peor de la pandemia, pero el hecho de no tener red de apoyo familiar en un país extranjero hace que todo sea más difícil. Aun así, estamos asentados aquí y no tenemos planes de regresar», afirma López. 

Los que se quedaron

Desde Cardiff, Francisco Javier Antón reflexiona sobre cómo ha cambiado su vía en esta última década. «Todo va bien profesionalmente, continúo en la misma empresa en la que comencé a trabajar aunque ahora nuestra prioridad ahora es criar a nuestro hijo, Francisco Jr.», afirma Antón. Su experiencia en Gales le ha permitido obtener una gran estabilidad laboral, pero «no sabemos cuando volveremos a España, ni a donde en particular», destaca Antón. 

La estabilidad económica también es clave para David Bautista, alicantino que lleva doce años en Suiza, aunque destaca la tranquilidad tras haber cambiado su residencia de Lausana a un pueblo de unos 500 habitantes. «La vida nos ha tratado bien aquí, el cambio más importante fue el nacimiento de nuestra hija en 2016, que ahora tiene 8 años. Aunque nos encanta volver a nuestra tierra, sobre todo en verano, sentimos que nuestra vida está aquí y no tenemos pensado volver», afirma Bautista. 

Por otro lado, Jesús Izaguirre, quien ahora trabaja como director de Medical Science Liaisons en Estados Unidos, asegura que su carrera profesional no habría sido posible en España. «No creo que mi puesto existiría a este nivel en España. Mi objetivo es volver en unos años, pero manteniendo mi trabajo actual, creo que ese es el verdadero sueño americano. Lo que más echo de menos es a mis amigos y mi familia, aunque aquí mis hijas, mi mujer y yo podemos vivir de forma tranquila», indica Izaguirre. 

En Múnich, José Francisco Martínez aporta otra perspectiva sobre su experiencia. «Llevo 15 años viviendo en Alemania, primero en Berlín y ahora en Múnich. Aunque mi carrera profesional ha sido muy gratificante, los comienzos fueron duros y a menudo extraño mucho Santa Pola», afirma Martínez. La nostalgia por su ciudad natal acompaña a José, aunque su vida está plenamente establecida en Alemania.

Los retos de regresar

A diferencia de quienes decidieron quedarse, otros alicantinos han optado por regresar. Bárbara Ortuño, tras varios años en Argentina, logró estabilizarse profesionalmente en Alicante como profesora universitaria. «Criar a mi hijo rodeada de familia fue clave en mi adaptación, pero encontrar un empleo acorde a mi formación fue un reto», asegura Ortuño, quien subraya que el apoyo emocional de su familia fue crucial «ahora puedo trabajar en lo que me gusta y para lo que me formé en la Universidad de Alicante», explica Ortuño. 

Fran Corbalán regresó a España después de varios años en Londres y ahora reside en Barcelona. Pese a ello, guarda un grato recuerdo de su etapa en el extranjero. «Londres superó con creces las expectativas, me encontré con un mar de oportunidades laborales y una experiencia personal imborrable, que todavía recuerdo con cierta nostalgia». Fran, quien regresó a Alicante por poco tiempo en 2017, destaca que aunque valora la cercanía de su entorno familiar, se encuentra «muy a gusto» junto a su pareja en Barcelona. 

Para Maribel Pla, volver significó traer consigo una perspectiva renovada. «Aprendí a ser independiente y a improvisar en situaciones inesperadas. A la larga se echa de menos nuestras costumbres, nuestra forma de ser, y el sol, pero una temporada fuera es necesario», explica Pla. Por su parte, Ricardo Zoe Álvarez encontró en su regreso a Elche un equilibrio entre su vida familiar. Su paso por Finlandia, Bélgica y los Países Bajos moldeó su carrera. «A pesar de los altibajos, volver a España nos ha permitido ofrecer a nuestros hijos una vida tranquila y rodeada de familia», apunta Álvarez.

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