
Secuencias por la libertad
Directora de la primera película feminista del cine español

Cecilia comprobando el encuadre, durante una práctica en la EOC. / Colección familiar
Es 1951 y un barco zarpa hacia Guinea. Viajan en él la familia Bartolomé-Pina y sus hijos: Francisco Bartolomé, ya destinado como inspector de Educación en aquel país, y Cecilia Pina, con plaza como maestra. Durante los 16 días de la travesía, Cecilia Bartolomé, la mayor de los hermanos, descubre su vocación de directora y productora. Al igual que ocurriera en su colegio, La Aneja de Alicante, organiza funcionetas con los niños mayorcitos que iban a bordo, que representan «en una cubierta del barco por una módica moneda como entrada». La siguiente actuación la organiza «en el salón de música, elegantísimo, e invitamos a todos los importantes del barco, al capitán y a los ricachones que iban a Santa Isabel; pasamos la bandeja al final y multiplicamos por diez la cantidad recogida la vez anterior. Concluí que había que hacer funciones con el dinero de los más pudientes; y si esto lo descubres con 11 años, te marca ya la vida». En esas tierras africanas no se podía cursar estudios superiores, así que, a medida que crecían los hermanos, volvían a España para continuar sus estudios. En el verano de 1963, durante unas vacaciones en Alicante, tras pasar por el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, ser socia fundadora de la Agrupación Artística y Cultural de Guinea, locutora de radio y dirigir a los alumnos de teatro de la Escuela Superior Indígena de Santa Isabel, Cecilia es entrevistada por el periodista Virgilio Martínez de INFORMACIÓN, quien le pregunta por sus planes inmediatos. Cecilia responde que «espera superar el duro ingreso en la Escuela Oficial de Cine (EOC) de Madrid». Se presentaron 200 y aprobaron 8; entre ellas las primeras directoras, Cecilia Bartolomé y Josefina Molina.
Con más de una docena de obras cinematográficas, una censura en la EOC y aparecer en las «listas negras» del franquismo -Margarita y el Lobo-, un secuestro por parte de la Junta de Clasificación -Después de…- casi un centenar de guiones, documentales, producciones publicitarias, programas para TVE, actividades docentes y participación activa en las redes españolas -Academia de Cine y CIMA-, iberoamericanas -MICA- y europeas -EWA Network- de cine y medios audiovisuales, sigue enamorada de su familia, sus amigos y su tierra; se define anarco-marxista, derrocha humor y generosidad, y adora el mar y las hogueras. Es Cecilia Bartolomé Pina, quien brinda esta jovial conversación una soleada mañana madrileña en compañía de su hermano José Juan, el otro «peliculero» de la familia. Para Cecilia «la vida no es una película -ni siquiera sabes el final, sonríe-, la vida hay que vivirla».

Cecilia Bartolomé, de bebé, 1941. / Colección familiar
Censura
En la EOC, de «un nivel altísimo, obtuve una gran formación profesional práctica y teórica. Entre otros, todos hombres, tuve a Berlanga como profesor; él no impartía clase en el recinto oficial, nos íbamos a un bareto cercano, en Monte Esquinza; nunca daba importancia a lo que hacía, eso ha sido una gran lección de vida. Explicaba todo, su manera de hacer cine también, con humor, con chistes, como de broma; eso también vas incorporándolo, y defendía el aprovechamiento de las circunstancias negativas que hay siempre en un rodaje. Berlanga ha sido mi gran maestro». Sobre las prácticas de la Escuela, «eran perfectas, eran cortos rodados en un gran plató, con cámaras a nuestra disposición, fotografía, montaje muy bueno y sonido». Así rodé entre 1969 y 1970 Margarita y el lobo, el mediometraje de final de curso. Cincuenta años después, la periodista e investigadora Andrea G. Bermejo que está escribiendo un libro -gracias a una ayuda a la investigación cinematográfica Luis García Berlanga- sobre la cineasta alicantina, descubre en los expedientes de Cecilia custodiados en la Filmoteca Española la siguiente nota manuscrita de otro profesor sobre el guion de Margarita y el Lobo: «Julio, mi consejo es no arrancar con esta práctica. Va a haber muchos, muchos líos. Te voy a mandar el lunes un informe + detallado. Es una locura». Bermejo, aludiendo a estas palabras, añade: «Esa nota revela hasta qué punto el cine de Cecilia Bartolomé es vanguardista en fondo y forma. Es una cineasta que se adelantó a su tiempo en todos los sentidos y que podría haber firmado una filmografía libre, moderna y radical a la altura de autoras contemporáneas que no vivían bajo dictaduras». Al entrar en las «listas negras» la EOC intenta su desaparición, evitando cualquier comercialización; incluso, sigue Bermejo, «Christian Ferry, delegado de Paramount en París, quiso estrenar Margarita y el lobo clandestinamente en Francia dentro de un programa doble con un mediometraje de Agnès Varda», oferta que Cecilia rechazó; suponía el exilio.

Familia Bartolomé-Pina en Guinea, principio de los cincuenta del siglo XX. / Colección familiar
Cuando en 1965 va a nacer su primer hijo, Cecilia se casa, «en aquel momento, la única manera de darle legalidad a la situación» y añade José Juan «era un cásese usted ‘por favor’ por la iglesia, era complicadísimo no hacerlo». Después de Pedro llegaron Pancho y José Luis; a quienes Cecilia pudo criar «gracias a que la vida era más antigua y existían las maravillosas tatas, aquellas chicas que venían de los pueblos a servir, salían dos veces por semana y eran como de la familia; yo tuve a mi Amparo. En la actualidad no sé cómo se arreglan las mujeres»; «con los abuelos», contesta José Juan. Cecilia es abuela de cuatro nietos, la mayor es la hija de Pancho, Catalina, que ya está en la universidad, con quien comparte afición al arte y a la lectura -y se lleva sus libros-; los hijos de José Luis son Hugo, de 8; Vega, de 6 y Tiago, de 3. Precisamente Hugo, en 2024, con motivo del Día de la Mujer, tenía que preparar una redacción para su colegio sobre una mujer destacada en la historia y él eligió a: «Cecilia Bartolomé», conocida «por ser una de las primeras directoras de cine de España»; que es importante porque «gracias a su trabajo hay más mujeres en el cine español. Además, hizo con su hermano un documental sobre un hecho histórico muy importante para España». Hugo fue premiado por su texto y Cecilia siente que recibió su más preciado reconocimiento, el de su nieto.
Para Cecilia la familia es «lo más importante, si no la tuviera estaría perdida»; su primer recuerdo es para su abuela Carmen Masiá, junto a quien nació su «vocación por el cine, con ella acudí a ver mi primera película y presencié los primeros fuegos artificiales y cremàs, nos colocábamos siempre en primera línea, junto a los bomberos -y sigo haciéndolo-. De mi madre aprendí a ser luchadora y profesional; embarazada de Antonio, mi sexto hermano, embarcó aunque le aterraba el mar; había que hacerlo». Sigue explicando la directora alicantina: «Soy optimista y tolerante como mi padre; él daba la vuelta al refranero y, en lugar de: ‘Piensa mal y acertarás’, decía: ‘Piensa bien, aunque no aciertes’ y, en general, siempre ha habido gran sentido del humor en mi familia». En cuanto a mis hermanos, «hemos seguido itinerarios muy distintos en nuestras vidas, pero estamos muy unidos, y en el caso de mi única hermana, Margarita, es más curioso. Su vida y la mía son totalmente diferentes; pertenece a la institución teresiana, catedrática de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Barcelona -ya jubilada-, donde vive, y es mi mejor amiga. Todas las noches, a la hora que sea, charlamos media hora». Paco, el mayor de los chicos, continúa Cecilia, «es físico, ha sido el jefe de Meteorología del aeropuerto de Alicante».

A los 18 años, «primera actriz» en la Agrupación Teatral de Guinea, que ayuda a fundar, 1958. / Colección familiar
José Juan es el siguiente, a su vez compañero de estudios en la EOC y codo a codo en el cine desde Margarita y el Lobo; antes había recorrido América Latina en autostop hasta llegar a Chile; donde participó en el rodaje de La Batalla de Chile». Mientras estudiaban en Madrid, Paco y los dos hermanos cineastas vivían juntos, y aseguran que «trabajan muy bien, se entienden rápido y perfectamente, hasta sin hablar». Sobre si alguna vez su hermana precisó ayuda para defenderse en un mundo de hombres, José Juan es tajante: «Nunca ha necesitado ningún apoyo». Cecilia añade «cuando desaparece la necesidad de usar la fuerza física real, empezamos a conseguir derechos las mujeres, ya nada nos puede parar». El quinto hermano es Pascual, catedrático de instituto en Alicante, quien escribió La instrucción y la enseñanza en la provincia de Alicante durante el siglo XX. El más pequeño, Antonio, «es catedrático emérito especialista en Nuevas Tecnologías de la Educación y apasionado de Internet»; fue el artífice del primer sitio web -1996- en ocho idiomas de la película de los hermanos Bartolomé, la entonces Isla negra, que acabó llamándose Lejos de África. Esta cinta, rodada en Cuba, «refleja los últimos años del colonialismo en el África Ecuatorial Española, un tema marginado del cine español». Se proyectó como preestreno en el cine Arcadia de Alicante.

Cecilia y su hermano José Juan en la estación de autobuses de Alicante, a punto de salir para Madrid, 1963. / Colección familiar
Mujeres
Recuerda Cecilia el origen de la realidad de su cine, del conocimiento de las mujeres: «Desde 1963 a 1973 viví en San Illán, junto a la avenida del Manzanares, unos bloques construidos para funcionarios; convivía con mujeres de pueblo, satisfechas por haber salido de allí y felices por haberse casado y tener su pisito. Pero muchas veces angustiadas por no conseguir métodos anticonceptivos; mientras, algunas mujeres con cierto nivel económico o intelectual sí tenían acceso a algún ginecólogo progre, que te proporcionaba soluciones llegadas del exterior»; así nació el cortometraje Carmen de Carabanchel, otra práctica de la EOC donde reproduce los intentos de aborto caseros de sus vecinas. Aun siendo melodramas, sus grabaciones están llenas de humor negro, música y múltiples recursos, todo expresa mensaje. Esa manera diferente de hacer cine condujo a Cecilia al campo de la publicidad, donde era muy solicitada; así lo recuerda: «Realmente me he ganado la vida con trabajos publicitarios; y se me contrataba mucho por el exitazo del proyecto de La Casera».
Eva Parrondo Coppel expresa en la serie Los olvidados dedicado a la cineasta alicantina -El encanto de la lógica- que «en el cine de Cecilia Bartolomé las transiciones políticas funcionan como contexto histórico estructurante para las transiciones personales…». Así, hasta 1977 no puede empezar a grabar ¡Vámonos, Bárbara!, considerada por el historiador Román Gubern la primera película feminista del cine español. La protagonista de este largometraje decide separarse de su marido a pesar de su entorno y emprende un viaje hacia su liberación con su hija; un recorrido por la costa mediterránea con el mar como protagonista, sin ataduras. En 1981, los hermanos Bartolomé comienzan su proyecto Después de… y, convertidos en corresponsales belgas, empiezan a rodar en 1981. Son dos documentales titulados No se os puede dejar solos y Atado y bien atado, donde recogían las opiniones de los ciudadanos en manifestaciones, encuentros, huelgas y poder así narrar «la historia de la Transición contada por la gente de la calle». «Estas dos cintas fueron malditas y no llegaron a estrenarse hasta el triunfo del PSOE en 1982, cuando también recibieron el premio Nuevos Realizadores del Ministerio de Cultura», explica José María Perea, periodista y coordinador del Consejo Asesor del Archivo de la Democracia de la Universidad de Alicante donde, con motivo de su XX aniversario se exhibieron estas grabaciones con la presencia de José Juan Bartolomé.

Cecilia con el cámara Pablo Hernández y el director de fotografía, su hijo Pancho Alcaine Bartolomé, en el rodaje de «Lejos de África». / Colección familiar
Entre otros galardones, es Premi 8 de Març de la Xarxa de Dones de la Marina Alta en 2010; premio Mujeres de Cine 2012 del Festival Internacional de Cine de Gijón por su trayectoria en el cine español; en 2014 es galardona con la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de España; premio especial de la Academia Valenciana del Audiovisual 2018; al año siguiente es homenajeada dentro del programa Maestros de la Academia de Cine; premio a la Trayectoria Profesional 2021 en el IV Festival de Cine por Mujeres; Premio Feroz de Honor 2022 y en 2025, premio Elegidos para la Gloria de Días de Cine. Los reconocimientos no descansan y la obra de Cecilia se sigue estudiando y reivindicando, así Noemí Redondo y Blanca Torres escriben una película de ficción sobre el rodaje de Margarita y el lobo y Giovanna Ribes acaba de terminar un documental sobre Cecilia. Por su parte, la Asociación de Mujeres cineastas y medios audiovisuales (CIMA), en cuya fundación participó Cecilia quiere expresar que «Cecilia Bartolomé tiene un espacio importantísimo. Es socia honoraria de CIMA, y esto se debe a su incansable lucha y apoyo a los valores que promueve nuestra asociación. Cecilia es una figura clave, no solo por su indudable carrera cinematográfica donde además se ha arriesgado por abordar temas tabúes haciéndose merecedora de un lugar destacado en la historia del cine español, sino también por su compromiso con las causas sociales, la igualdad, y el avance de las mujeres en el cine».
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