"Los mejores años de mi vida han sido estos últimos diez en la cárcel"

Comenzó sacándose el graduado escolar en la cárcel, a donde llegó tras casi dos décadas de delincuencia. Ahora, con doce años cumplidos y a trece de que expire su condena, está en el último curso de Derecho y un bufete le espera para cuando salga

Esteban posa en la biblioteca de la prisión de Villena tras llegar del economato, donde lleva trabajando una década.

Desde la celda a la libertad: Dos presos de Villena cuentan cómo el estudio les libera tras los muros de la cárcel / Rafa Arjones

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

«Me llamo Esteban Valdivieso, cumplo una condena de 25 años de los que llevo 12, entré en la cárcel con 29 sin ningún tipo de estudios y ahora estoy en el último curso de Derecho». Así, de corrido, se presenta este valenciano de Tous de ojos vivos al que no parecen pesar los 13 años que le quedan por cumplir y quien compagina la formación con su trabajo en el economato de la cárcel desde hace una década.

«Ingresé en 2014 en la prisión de Melilla, que no tiene nada que ver con las de la península, y para evadirme me metí con el Graduado Escolar. A los dos años me trasladaron a Madrid. Allí no pude retomar mis estudios y cuando llegué a Villena, en 2018, me condenaron por participar en una pelea. Ese fue el punto de inflexión. Pensé: tengo 32 años, una condena de 27 y seis meses por delante y debo hacer algo. ¿Y qué mejor manera de redimirme conmigo mismo que aprovechar el tiempo, formarme y cuando salga de prisión tener un futuro profesional?».

Y de momento va encaminado. «Hace dos años me vinieron a entrevistar de un despacho de abogados de donde yo soy, les conté mi historia, les pareció interesante lo que había conseguido y decidieron darme una oportunidad para que cuando salga pueda formarme con ellos».

¿Es difícil estudiar entre rejas?

Para mí no porque la ilusión y las ganas de superación han podido con todo, aunque sí que necesitas trabajar mucho y sacrificarte. Pero al final los objetivos llegan, al menos en mi caso.

¿Alguna vez se planteó esos objetivos antes de entrar en prisión?

No, todo lo contrario. Para valorar el punto en que me encuentro hoy hay que saber que empecé en el mundo de la delincuencia con 14 años y así estuve 18. Prácticamente delinquí toda mi juventud.

En la reinserción, ¿quién quiere puede si se cuenta con los medios?

Medios hay. Lo fundamental es querer. Lo primero es comprometerse con uno mismo y después con los demás. En este centro he tenido la suerte de que todo el mundo me ha apoyado: los funcionarios, el equipo técnico, el asesor (de la UNED) don Jesús (Ayala), las coordinadoras de formación, doña Nuria y doña Marisa, psicólogos, trabajadores sociales… todos han estado conmigo. Para mí es muy importante la formación porque te va a ayudar a que en el día de mañana cojas el camino correcto y tener un futuro.

Antes tenía una vida de lujo pero no era feliz. Ahora, con mi nómina de 280 euros y mi familia, soy la persona más feliz del mundo

¿Por qué cree que puede ser un buen abogado?

Porque como jurista voy a dar seguridad jurídica, pero después de más de una década en prisión también puedo aportar mi experiencia aquí dentro, donde he visto las carencias que hay entre abogado y cliente. Que la persona que está en prisión sepa que al otro lado hay un profesional que va a hacer un trabajo correcto para que tenga un juicio justo, beneficios penitenciarios…

¿No le ocurrió eso a usted?

Yo con mi abogado tuve una mala experiencia y fue precisamente eso lo que me llevó a estudiar Derecho. En un principio iba a hacer Magisterio en Educación Física, aunque aquí dentro no se puede porque tiene muchas prácticas. Entonces valoré Derecho. Y lo hice por dos motivos: necesitaba saber por qué estaba condenado a 25 años sin ser el autor material de los delitos por los que estoy aquí y por la mala experiencia con el bufete que me defendió.

¿Quiere decir que está aquí por algo que no ha hecho?

No, yo estoy aquí por algo que cometí. Por un delito contra la salud pública y por participar en una pelea con un muerto y tres intentos de asesinato. Yo soy responsable y sí que estaba en la pelea, pero quería entender la magnitud de la condena en relación a mi participación en los hechos. Ahora ya lo sé. La condena está bien puesta y he asumido los errores del pasado.

¿Cuánto tiempo le queda para poder salir a trabajar?

Ya estoy saliendo de permiso desde agosto del año pasado, en dos semanas vuelvo a salir y, para ser sincero, mi objetivo no es estudiar o hacer las cosas bien para salir, sino avanzar como persona, porque lo otro va a venir solo. Quiero acabar la carrera este año y empezar con el máster fuera. Pero eso no depende de mí y tampoco lo quiero forzar.

Veo que no tiene problema en hablar de su pasado.

Quiero que se conozca porque cuando uno es joven tiene que hacer las cosas correctamente. Yo no las hice, no escuché y estoy pagando las consecuencias. Ahora he formado una familia, tengo una hija de dos años y sé que lo que me espera en el futuro es muy bueno. A pesar de estar aquí, puedo decir que los mejores años de mi vida han sido los últimos diez. Es una paradoja, pero es así. Si no hubiera pasado todo esto no estaría en cuarto de Derecho ni tendría el pensamiento que tengo. La verdad es que no sé dónde estaría, si en prisión o muerto. De lo que estoy seguro es de que no estaría tan feliz como estoy ahora.

El mérito de la reinserción es mío porque fui yo quien decidió cambiar de vida, aunque el sistema penitenciario me ha dado las herramientas y todo el apoyo

Y de su boca, con calma pero con fuerza, siguen brotando palabras que son dardos. «Yo en el pasado tenía muchas cosas materiales, tenía muchos caprichos y una vida de lujo, pero no era persona feliz. Ahora, en cambio, con mi nómina de 280 euros y mi familia soy la persona más feliz del mundo. Quiero que mi hija sepa la verdad de su padre, que conozca cómo era de joven y el cambio que he dado. Que se sienta orgullosa de mí igual que se siente mi esposa, mi familia, mis amigos…

¿Qué parte es mérito suyo y cuál de sistema penitenciario y de la gente que te ha apoyado?

El mérito es mío porque fui yo el que un día decidió cambiar de vida. No podía seguir hablando mucho y haciendo poco y empecé a no hablar y a hacer. Por eso creo que en un 70 % es mío y el otro 30 %, del centro penitenciario.

¿A cuánto está del tercer grado?

La ley dice habiendo cumplido la mitad de la condena se puede empezar a solicitar, pero mi objetivo no es el tercer grado sino, aunque parezca frío, acabar mi carrera, que es lo que lo más me interesa y más me ocupa. Lo otro, que sé que va a ser maravilloso, ya vendrá. Si estando entre estas cuatro paredes soy una persona muy feliz, cuando salga fuera va a ser increíble. Nos vemos en la calle.

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