"Solo no me siento preso cuando estudio y veo a mi familia"

Tenía todo para no haber acabado en prisión. Formación, familia, entorno, dinero... pero admite que tomó "malas decisiones" que le han valido una condena de 25 años.Gracias al educador que le habló de la posibilidad de estudiar entre rejas asegura que está llevando "una vida normal dentro de las circunstancias"

Desde la celda a la libertad: Dos presos de Villena cuentan cómo el estudio les libera tras los muros de la cárcel

Desde la celda a la libertad: Dos presos de Villena cuentan cómo el estudio les libera tras los muros de la cárcel / Rafa Arjones

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

«Me llamo Carlos (nombre ficticio), tengo 47 años, fui condenado a 25 años y llevo doce en prisión, diez en de ellos en Villena. Mi situación es diferente a la de otros internos porque yo tuve la suerte de poder estudiar. Hice Ingeniería Industrial, mis padres eran profesores, vengo de una familia donde todo el mundo ha estudiado, mis hermanas también lo han hecho y yo mismo me estuve formando en el extranjero. Al entrar aquí tenía claro que la condena era larga, quería hacer cosas y los únicos momentos en que no me siento preso es cuando veo a la familia y cuando estudio».

Matriculado en ocho asignaturas de Geografía e Historia, empleado en la biblioteca de la prisión y mano derecha del asesor de la UNED, este valenciano es consciente de que tenía herramientas para no acabar entre rejas.

¿Qué ocurrió entonces?

No puedo culpar a nadie. No le puedo echar la culpa a mi familia, que me lo ha dado todo. Ni a la sociedad, porque tenía todos los medios al venir de un entorno acomodado. Tampoco a las drogas. No tengo factores externos. Yo elegí esa vida, tomé unas decisiones que, evidentemente, no debería haber tomado y fue eso lo que me hizo acabar aquí. Cuando uno lleva muchos años dentro, al final te das cuenta de que el mundo que elegiste no era en el que tenía que haber estado. Ahora, después de estos años dentro y de la toda la experiencia, puedo decir que fuera he vivido muy bien, he ganado mucho dinero, pero no he disfrutado. Mis hermanas, mis padres (mi padre ya ha fallecido) han llevado una vida normal. Yo no recuerdo haber llevado una vida normal desde hace 25 años. Es lo que más impacta cuando te das cuenta del daño que le has causado no solo a las familias de las víctimas, sino a la mía propia, que está pagando la condena por lo que yo he hecho. Y aun así han estado conmigo desde el primer día, me han apoyado… no tengo vida para darles las gracias por lo que han hecho por mí.

Usted, que ha estudiado fuera, ¿qué diferencias encuentra con hacerlo dentro?

Es muy complicado estudiar aquí porque muchas veces se piensa que es una cuestión de tiempo. Estoy en prisión, tengo muchas horas libres … pero no es fácil estudiar, no es fácil asumir que tienes una condena larga, que no puedes ver a tu familia todo lo que quieres, no es fácil asumir el delito… Nosotros pasamos quince horas en la celda y al final uno se adapta a todo, pero creo que nunca me acostumbraré a cuando cierran la celda. Esta prisión es nueva y se cierran de forma automática, pero he estado en una antigua que se hace con llave y uno nunca se habitúa al ruido de cuando se echa. Entonces, cuando ya estás dentro, dices ‘ahora voy a estudiar’.

Aunque tenemos tiempo, no es fácil estudiar, ni asumir que tienes una condena larga, que no puedes ver a tu familia todo lo que quieres, no es fácil asumir el delito

Tampoco todos los días serán iguales.

Claro. Los hay mejores pero también tenemos días malos. Este año he perdido a mi padre, pero hay que seguir adelante porque tengo una responsabilidad con la gente que ha creído en mí pese a las decisiones que he tomado… Y ya no solo estudio por mí, lo hago también por mi familia, para demostrarles que, después del esfuerzo que han hecho, vuelvo a ser la misma persona que criaron, que educaron, que conocieron. Mi familia viene a verme siempre que puede, hablo con ellos todos los días. Lo primero que me dicen siempre es "estudia y pórtate bien". No sé como agradecérselo porque lo normal es que me hubieran dicho ‘has tenido todas las oportunidades del mundo, no las has aprovechado, ahí te quedas, búscate la vida, estás solo’.

Entiendo que su motivación, a diferencia de otros internos, no es buscarse un futuro laboral.

Yo tengo posibilidades para trabajar, tengo un entorno familiar bueno... en ese sentido tengo más o menos resuelta la vida fuera.

A su juicio, ¿qué influencia ejercen los universitarios en el resto de la población reclusa?

Llevo muchos años en esta prisión y a todo el mundo le digo lo mismo: aprovecha el tiempo. El que quiera estudiar, que estudie. El que tenga una condena menos larga y no quiera estudiar, que haga deporte, pero no se puede llegar a una prisión y abandonarse porque entonces te da todo igual, empiezas a consumir pastillas, a buscar peleas, movidas… No es la solución, porque si ya has cometido un delito, si has causado víctimas, si has condicionado tu vida, ¿qué sentido tiene continuar con esa dinámica cuando ya estás en prisión? Está claro que la vida que hemos elegido no es la correcta porque nadie puede sentirse orgulloso de estar en prisión. Cuando estás fuera te crees intocable, te crees Dios…Cuando ganas mucho dinero crees que a ti nunca te va a pasar nada, que estás por encima del bien y del mal. Y cuando vuelves a la realidad de estar aquí dentro y a ser una persona normal, te das cuenta de que todo lo anterior no vale la pena. Eso es lo que le intento transmitir a la gente, que cuando más estudies, más te prepares, más te formes, más posibilidades vas a tener fuera. No es lo mismo que yo, que entré con 35 años y ya tenía mi carrera y mis cosas, que un chaval que entre con 22 para cumplir una condena larga y luego salga a la calle. Si no aprovecha el tiempo que está aquí, cuando salga a la calle, ¿qué futuro le espera?

¿Es solo cuestión de voluntad?

Evidentemente. Estudiar es una cuestión de esfuerzo, cuando más horas le dedicas, mejores resultados vas a tener. Aunque eso también suponga renunciar a cosas, a ver la tele… Aquí me han apoyado mucho con el tema de los estudios, como estar solo en la celda y otras comodidades que gente que no estudia no tiene. Una de las cosas que más valoran de mí aquí dentro es que estoy estudiando y aprovechando el tiempo. Y yo siempre estaré agradecido a esta prisión porque, a diferencia de otras en las que he estado, aquí me han tratado como a una persona, y eso es muy importante. Si hubiese seguido fuera con la vida que llevaba probablemente estaría muerto o habría cometido más delitos, habría provocado más dolor. A mí la cárcel me ha salvado porque, gracias a entrar aquí, me he dado cuenta de muchas cosas que había olvidado, que había perdido. Y lo más importante es que tengo un futuro por delante, tengo una vida y tengo una familia.

No solo estudio por mí, lo hago también por mi familia, para demostrarles después del esfuerzo que ha hecho que vuelvo a ser la misma persona que criaron, que educaron, que conocieron

Le preguntaba antes por las buenas influencias de los que estudian, pero ¿también pueden generar un cierto rechazo?

Sí que hay un rechazo en una parte de la prisión. Hay módulos mejores y peores. Muchas veces, cuando estás haciendo las cosas bien, te acusan de ser un chivato, de estar colaborando… Te preguntan que si ya estás preso, por qué te portas bien, o por qué no consumes drogas. Es una decisión personal. Al igual que ocurre en la calle, aquí también se pueden tomar buenas y malas decisiones. Pero ya que estamos presos, pienso que no debemos agravar más el daño que hemos provocado. Y al final los funcionarios, los profesionales y el equipo directivo no son responsables de nada, no son los culpables de que estemos aquí, ¿por qué tengo que tratarles mal? El delito lo he cometido yo. La condena me la ha impuesto un juez. A mí esta gente no me ha hecho nada. Al revés, me han ayudado durante todo este tiempo.

Un tiempo que hay que gestionar, supongo.

Es duro asumir que vas a tener una condena larga. Cuando entré, me plantee pequeñas metas de tiempo. El primer año, para conocer la prisión, para normalizar la vida que llevas aquí dentro. Luego, el límite de los cinco años, cuando ya estás cansado de todo, de la misma comida, de las mismas cosas, de la misma gente. Y después, cuando llevas doce o catorce, empiezas a pensar en salir en libertad. Te vas planteando pequeñas metas para sobrellevar esto. Si cada día que estás sufres y cuentas los que llevas y los que te quedan, no vives. Yo tuve la suerte cuando entré en esta prisión de que un educador me habló de un módulo donde iba a poder estudiar y gracias a eso llevo una vida normal dentro de las circunstancias.

Tracking Pixel Contents