Las pintadas crean un mural de vandalismo en la parada de Sangueta del TRAM de Alicante

La plaza pública que integra el apeadero con la Serra Grossa y el mar está convertida en un espacio residual y un lienzo en blanco para los grafiteros

Muros de la plaza de Sangueta, llenos de pintadas

Muros de la plaza de Sangueta, llenos de pintadas / Héctor Fuentes

José Gómez

José Gómez

El entorno de la parada de TRAM de Sangueta, entre el mar Mediterráneo y la Serra Grossa, se ha convertido en un lienzo en blanco para las pintadas. Los muros de este espacio público se llenan de grafitis ante la falta de vigilancia y el carácter residual que ha adquirido este espacio.

Aunque pueden apreciarse sobre los muros diferentes tonos de pintura, que comprueban esfuerzos pasados por «poner parches» encima de las expresiones de vandalismo, estas reaparecen durante los intervalos en los que no se limpian los muros.

La falta de nombre y de uso concreto de este espacio son señales del olvido al que está sometido. Culminada en verano de 2008 para dar integración paisajística a la parada de tranvía y a las vías que pasaban a ocupar el espacio de la antigua refinería de la Británica, la intervención creó un espacio público de 10.000 metros cuadrados y una plaza diáfana con capacidad para 2.000 personas.

Valor perdido

El 17 de julio de 2008, INFORMACIÓN publicó una noticia sobre la inminente inauguración e informó que la Conselleria de Infraestructuras entonces pensaba que, una vez cedido el espacio al Ayuntamiento, incluso podría acoger espectáculos musicales ya que el sonido rebota en el talud, «como un teatro romano, pero natural».

Más allá de las expectativas que se formaron en su momento, lo cierto es que el espacio, diseñado por los arquitectos Eduardo de Miguel y José María Urzelai, fue reconocido con diversos galardones por su resultado escenográfico y por haber transformado un lugar abandonado en un espacio público, aunque los años de desafección hayan acabado realizando el camino inverso.

Detalle de uno de los pasos inferiores de la parada de TRAM, vandalizado.

Detalle de uno de los pasos inferiores de la parada de TRAM, vandalizado. / Héctor Fuentes

Se plantaron arbustos de lavanda, además de 300 pinos y algarrobos junto al paseo, se creó un juego de volúmenes que jugaban a la perfección con las imponentes paredes talladas de la cantera y de la antigua refinería, además utilizando materiales del mismo color, hoy afectados por las pintadas y las capas que se sobreponen para taparlas. Igualmente, la iluminación, fuera de funcionamiento en la actualidad, daba protagonismo al vertical talud de la montaña.

Puerta cerrada a La Británica

El siguiente paso para revalorizar el patrimonio industrial de la zona, estancado mientras el Ayuntamiento y el Gobierno se ponen de acuerdo en la cesión del inmueble, es la recuperación cultural de los depósitos de La Británica, excavados dentro de la montaña y a los cuales se accede desde esta plaza, con la puerta cerrada, eso sí, por razones de seguridad.

Entretanto, fuentes municipales aseguraron que hace unos meses se quitaron todas las pintadas de la cantera y la vía verde, por lo que confían en que se hará lo mismo con las de Sangueta.

Sin embargo, Álvaro Bernabéu, profesor de Urbanismo en la Universidad de Alicante, lamenta que si no se consigue que haya actividades de interés cercanas a la parada «es complejo evitar este tipo de actos». Para él, la plaza y la estación de TRAM tienen fundamentalmente un problema de conectividad: «La rampa de acceso termina casi en la estación de la Marina por la diferencia de altura, mientras que por el otro extremo, actualmente no hay salida posible».

En la realidad, la conexión entre la plaza de Sangueta, el Paseo de Gómiz y la vía verde de la cantera son más difíciles de lo que aparentemente podrían ser. Bernabéu opina que levantar las barreras físicas que impiden conectar el espacio con la vía verde permitiría resolver en buena medida este problema que, con los años, le ha robado a la ciudad un espacio de un alto valor patrimonial.

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