¿Réquiem por las playas de Alicante?
El nuevo desastre de la Albufereta revela el problema de regresión que sufren las playas de una provincia que sin arenales estaría condenada al hundimiento social y económico

Viñeta de Enrique sobre el deterioro de la playa de la Albufereta / Enrique Pérez
La sucesión de borrascas que una vez más han acabado por partir en dos la playa de la Albufereta –al estar en la desembocadura de un barranco complica encontrar una solución definitiva–; arenal, no nos olvidemos que volverá a la normalidad en unas semanas si el cielo nos respeta, ha devuelto a la actualidad un problema que sufre la costa de la provincia, consecuencia del feroz proceso urbanizador sufrido desde la segunda mitad del siglo XX: la regresión de sus playas.
En la Albufereta, barrio por el que siento un cariño especial por razones que ahora no vienen al caso, la situación se agrava en la primera línea del mar frente a la Finca Adoc, icono del proceso que convirtió la zona, seguida después por el "boom" de la playa de San Juan y más tarde el Cabo de la Huerta, en un polo de atracción para turistas y los propios alicantinos. La primera línea del mar de Finca Adoc y Rocafel, donde hay falta de mantenimiento de los espigones que se construyeron para ganar terreno al mar, amenaza con convertir la Albufereta en otra Babilonia; playa la de Guardamar, donde el mar, alentado por los temporales, reclama el que fuera su espacio. Como cuando los romanos fabricaban el garum en la costa de la Albufereta.

Vecinos de la albufereta se quejan de la construcción del nuevo muro / Héctor Fuentes
Y es que, por si alguien no se ha enterado todavía, el 43 % de los arenales de la provincia de Alicante sufre problemas de regresión (pérdida de arenas) provocados por la invasión de los sistemas dunares, consecuencia del intenso proceso urbanizador que sufrió la costa de la provincia a partir de los años 60. La construcción de diques –ejemplo el polémico de la playa del Postiguet en Alicante, por fin en vías de solución– y los efectos del cambio climático están aumentado la violencia de los temporales. Un ejemplo claro de regresión es la playa de San Juan, que se quedó prácticamente sin arena a finales de los 80 y fue sometida a una regeneración artificial en 1991, con el vertido de 1,5 millones de metros cúbicos de arena que el mar se ha engullido en un 40 %. El problema actual es que la Ley de Costas impide extraer arena de los fondos marinos.
No hablo de la tan popular subida del nivel del mar, que existe pero nunca sepultará Benidorm por mucho que intenten trasladar algunos talibanes del ecologismo, pero lo que está sucediendo es que la frecuencia de los temporales se ha acortado y afectan mucho a la costa. En el Mediterráneo la subida del mar es de momento menor, pero no los temporales. Tenemos uno virulento casi cada año desde 2019, según no se cansa de recordar el geógrafo Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. En concreto, la playa de San Juan ha perdido un 20 % del millón y medio de metros cúbicos de la regeneración de principios de los 90.
La regresión de las playas es un problema que se extiende a lo largo de los casi 8.000 kilómetros de la costa de España, agravado en los últimos años por el envite de las tormentas y temporales invernales, por la erosión y un urbanismo salvaje que impide su regeneración de forma natural. Todos estos factores hacen que millones de metros cúbicos de arena desaparezcan al año de las playas. En concreto, de las 331 playas con las que cuenta la Comunidad Valenciana, la regresión amenaza a 66 en la provincia de Valencia y el 80 % de las 96 de Castellón también presentan problemas.
La playa de San Juan estaba precedida por un sistema dunar que, prácticamente, llegaba hasta el campo de golf existente en la zona hasta que en los años 70 del siglo XX comenzó un desarrollo urbanístico feroz que acabó con dicho cordón dunar. A esto se une que los edificios de apartamentos construidos en primera línea del mar modificaron el régimen de los vientos, convirtiendo la playa en una de las más regresivas del Mediterráneo.
La regeneración de 1991 se hizo para 50 años y han pasado ya más de treinta. La playa pierde arena desde el Cabo de la Huerta hacia Muchavista y en invierno la pérdida es más intensa. Cuando el mar se calma en verano, la zona gana un poco de arena, pero lo normal es que ya no se recupere y, hoy, es complicado plantear una regeneración de arenas como la de principios de los años 90. La solución es complicada, porque estamos hablando de una zona de la playa que sufre una gran regresión de arenas y, ahora mismo, en la provincia no hay yacimientos en los que extraer arena con un grano similar.
Pero los problemas de la pérdida de arena no solo se circunscriben a la playa de San Juan, el Postiguet o las calas de la Albufereta (la práctica desaparición de los espigones las ha condenado y no parece que la solución adoptada vaya a terminar con el problema), sino que también afecta a la Marina Alta, la Marina Baixa y la Vega Baja, y también tiene que ver con el aumento del nivel del mar, aunque este sea un aspecto menor en comparación con el daño que hizo el urbanismo descontrolado y que hoy es ya prácticamente irreversible. En Torrevieja, el sur de la playa de Los Náufragos y la zona central de la playa de Los Locos son también zonas conflictivas.
Las playas de Babilonia (Guardamar) y El Pinet (Elche) ofrecen también ejemplos claros de regresión y con una derivada aún peor, y es que muchas construcciones se levantaron en la primera línea del mar y hoy están amenazadas.

¿Adiós a las casas de la playa de Babilonia de Guardamar? / Áxel Álvarez
La urbanización de la zona litoral adyacente a las playas impide la movilización de los sedimentos. Sin ir más lejos, el aumento del interés en las últimas décadas de la población hacia la costa ha tenido como consecuencia la construcción de paseos marítimos justo detrás de las playas, seguido de importantes bloques de pisos. Esto ha implicado en la mayor parte del litoral la destrucción de la zona de dunas y de su vegetación.
Las dunas son importantes acumulaciones de sedimentos, de manera que constituyen una reserva de sedimentos. Después de un temporal el viento puede arrastrar la arena de este particular ecosistema y, así, regenerar la playa de forma natural. Además, la vegetación de las dunas da estabilidad a la playa, de manera que fija la arena e impide su erosión.
Y por otro lado, el aumento de la temperatura del mar Mediterráneo, y en concreto en la costa de la provincia de Alicante, donde durante el verano el agua alcanza máximas de 28/29 grados, se ha convertido en la principal evidencia científica y de máxima preocupación del cambio climático en Alicante.
En los últimos 40 años, la temperatura media del mar frente a las costas de la provincia ha aumentado 1,3 grados, triplicando, incluso, a la de la temperatura del aire. Una circunstancia que a medio y largo plazo tendrá consecuencias importantes para la propia vida en la franja litoral, intensamente ocupada, donde reside el 60 % de la población y en la que urge actuar. La provincia de Alicante se la juega y no ya porque no existe un planeta B que dejar a la nuevas generaciones, sino porque sin costa no hay turismo.
Los ingleses, los alemanes, los holandeses, los vascos, los madrileños… y los de Burgos no van a dejar de venir porque haga más o menos calor, pero sí lo harán si no tienen arena donde posar la toalla.
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