Toñi Montserrat, ciega y con un hijo menor, al borde del desahucio en Alicante

La afectada denuncia que, pese a haberse comprometido a negociar una refinanciación de la deuda, la entidad bancaría ha cortado el diálogo pese a que no cuenta con alternativa habitacional

Toñi Montserrat, ciega y con un hijo menor, al borde del desahucio en Alicante

Toñi Montserrat, ciega y con un hijo menor, al borde del desahucio en Alicante / ALEX DOMÍNGUEZ

Lydia Ferrándiz

Lydia Ferrándiz

Una pesadilla a punto de hacerse realidad. Toñi Montserrat lleva 25 años viviendo en su hogar, un piso que conoce al detalle y donde puede moverse con seguridad a pesar de haber perdido la vista por completo hace apenas cinco meses. La historia de su posible desahucio comenzó cuando, tras su divorcio, Montserrat se vio en la imposibilidad de seguir pagando la hipoteca, lo que llevó al inicio del proceso de embargo de la vivienda en la que reside junto a su hijo de 15 años. Ahora, una entidad financiera y una empresa de gestión hipotecaria, han roto las negociaciones que habían iniciado con ella y han puesto su vivienda en subasta, pese a que la afectada ha pedido hasta en tres ocasiones una refinanciación de la deuda o un alquiler social para el que no recibe respuesta.

Situación crítica

La situación es crítica, pues Toñi Montserrat no solo está en riesgo de quedarse sin hogar, sino que su discapacidad puede ocasionar que adaptarse a un nuevo entorno sea muy complicado. "Se pasan la pelota de unos a otros y no nos dan una solución", denuncia Toñi Montserrat, quien destaca que su situación ha empeorado en los últimos meses tras perder completamente la vista. "Esta es la única casa que conozco, donde puedo desenvolverme sin miedo a hacerme daño", lamenta la afectada.

Desde el Sindicat de Barri de Carolines, entidad que acompaña y asesora en el proceso a Toñi Montserrat, denuncian que la entidad financiera y la empresa gestora están ignorando por completo la situación de la familia. "No se niega a pagar, solo quiere una solución que le permita seguir en su casa", explica Miguel Martínez, miembro del sindicato quien explica como hasta la fecha la respuesta ha sido el "silencio" mientras les consta que la vivienda habría sido puesta a subasta sin que nadie les informe de los pasos a seguir.

Lucha contra la incertidumbre

La historia de Toñi comienza cuando su exmarido dejó de ayudarle a pagar la hipoteca en 2017, y aunque ella intentó buscar soluciones, su situación económica y sus problemas de salud le impidieron afrontar los pagos, lo que llevó a que la vivienda entrara en proceso de embargo. Tras una serie de dificultades médicas, incluyendo una operación fallida en el pie y una trombosis, en enero de 2023 sufrió un glaucoma que la dejó completamente ciega. "Desde que me quedé sin visión, esta casa es lo único que me da autonomía. Sé dónde está cada mueble, cada objeto, y puedo desenvolverme sin miedo", explica Montserrat con angustia.

El golpe más reciente llegó el pasado 13 de febrero, cuando recibió una notificación que, para su sorpresa, no iba dirigida a ella, sino a su exmarido. "Me enteré de que la casa ya estaba en subasta porque él recibió la carta, no porque el banco me avisara a mí", señala Montserrat. Desde entonces, ha intentado, sin éxito, obtener respuestas. "El banco dice que ya no es su problema, pero sigo recibiendo notificaciones suyas. No sé ni a quién dirigirme", apunta la afectada.

Toñi insiste en que no se niega a pagar. De hecho, ha solicitado una pensión no contributiva y recibe una pequeña ayuda de emergencia de la ONCE, aunque los ingresos que percibe son insuficientes para afrontar actualmente una nueva vivienda. "He pedido hasta en tres ocasiones que me concedan un alquiler social, pero siempre me lo han negado, dicen que mi casa ya no es mía", señala.

Una alternativa

El miedo de Toñi Montserrat no es solo quedarse sin casa, sino perder su independencia. Tras su ceguera, comenzó un programa con la ONCE para adaptarse a su nueva realidad. "He aprendido a moverme por mi casa, conozco cada rincón y sé cómo desenvolverme aquí. Si me sacan de este hogar, volveré a estar desorientada, sin posibilidad de hacer mi vida con autonomía", explica Montserrat. Además, su hijo de 15 años también sufriría las consecuencias del desalojo: "Él ha crecido aquí, ha vivido toda su vida en esta casa. No tenemos otra opción", lamenta.

Miguel Martínez, miembro del Sindicat de Carolines, denuncia la falta de sensibilidad de las entidades financieras que se encuentran detrás de este proceso de desalojo. "Toñi ha demostrado que quiere pagar, que no está pidiendo que le regalen nada. Solo pide una solución viable para poder seguir en su casa", explica Martínez quien comenta como es: "Es inaceptable que se prioricen los intereses económicos sobre los derechos de una persona con discapacidad y un menor de edad".

Tracking Pixel Contents