El colegio de Alicante que luce un escudo de la República

El centro de educación infantil y primaria 9 d’octubre, en pleno barrio de Carolinas, tiene en su fachada un vestigio de 1932, intacto pese al paso de la dictadura

El colegio de Alicante que luce un escudo de la República

El escudo de la República lleva noventa y tres años en una fachada del barrio de Carolinas / Pilar Cortés

Ramón Pérez

Ramón Pérez

El escudo de la República lleva noventa y tres años en una fachada del barrio de Carolinas. Intacto, presidiendo un edificio diseñado por el arquitecto Vidal y por el que entran y salen cientos de niños y niñas a diario. El colegio de infantil y primaria 9 d'octubre, en el número 27 de la calle Pinoso, guarda uno de los vestigios más exclusivos del paso de la Segunda República por Alicante.

El centro educativo, renombrado en 1992 como 9 D'octubre, es el único inmueble de titularidad pública de la ciudad con un símbolo del régimen democrático que este 14 de abril cumplió 94 años desde su proclamación. En la fachada principal del edificio figura el escudo de la Segunda República, de cuatro cuarteles, en los que se representa el castillo de Castilla, un león coronado para León, las barras oro y gules de Aragón y las cadenas de oro en campo gules de Navarra. Además, y a diferencia del actual -que cuenta con una corona real-, está terminado en lo alto con una corona mural de seis torres, cuatro de ellas vistas. A modo de curiosidad, el escudo que preside el colegio de Carolinas cuenta con un león coronado, detalle que se eliminó en la Segunda República para dejar al león a secas.

Los diferentes escudos, y nombres, del colegio de Carolinas.

Los diferentes escudos, y nombres, del colegio de Carolinas. / Pilar Cortés

El 9 d'octubre, entonces Grupo Escolar Gabriel Miró, abrió sus puertas a los niños y niñas alicantinos en 1932 después de que en mayo de 1931 el gobierno de la República tuviera que afrontar su primer conflicto grave de orden público, la quema indiscriminada de conventos, iglesias y colegios religiosos. Afectados, entre otros, el colegio de los Maristas y también las escuelas del Ave María y del Divino Maestro, estas dos últimas en Carolinas, el 29 de noviembre de 1932 vio la luz el Gabriel Miró, que volvía a dar amparo a algunos de los más de mil niños que perdieron su centro escolar.

Entonces aquella escuela, construida por el arquitecto Juan Vidal Ramos (que una década antes había hecho la Casa Lamaignère), se diseñó para unos 400 alumnos y fue un edificio de una considerada relevancia arquitectónica. Además, se convirtió en el primer centro escolar de la República en Alicante. Tres años y medio después de su inauguración, no obstante, irrumpió la Guerra Civil y el colegio tuvo que reconvertirse en un hospital de sangre. Así actuó desde diciembre de 1936, del mismo modo que tantos otros centros de la ciudad, como por ejemplo el de Campoamor, con el que guarda ciertas similitudes.

En 1939, una vez acabada la Guerra, retomó su sentido académico y pasó a llamarse Escuela Graduada Víctor Pradera, un político tradicionalista asesinado durante el conflicto bélico. A partir de entonces el escudo de la fachada se ocultó bajo el yugo y las flechas de la Falange, pero no se destruyó. El escudo esquivó en 1942 una orden municipal para arrancarlo y después, tal y como reflejó el periodista Ismael Belda, la leyenda cuenta que el albañil encargado de su eliminación aseguró haberla hecho y nadie se molestó en comprobarlo. "Es curioso, incluso misterioso, sorprende que siga ahí intacto", explica David López, actual director del centro. En la actualidad ya no podría derruirse, ya que forma parte del patrimonio histórico del Estado.

Manuel Azaña, jefe del Gobierno en 1932, durante la inauguración del colegio.

Manuel Azaña, jefe del Gobierno en 1932,a la izquierda, durante la inauguración del colegio. / Archivo Jose M. Deltell

En noviembre de 1932, al acto de inauguración del colegio, uno de los más antiguos de Alicante, acudió el jefe del gobierno, Manuel Azaña; el alcalde de la ciudad, Lorenzo Carbonell; y el director general de enseñanza, Rodolfo Llopis. La foto de aquel día, y otras más de aquella época, presiden en la actualidad los pasillos de un centro que linda con otra escuela desde hace décadas, el Colegio Diocesano San José de Carolinas, popularizado en su momento como el ISO (Instituto Social Obrero).

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