Del 14 al 20 de abril de 1975

Hace 50 años en Alicante: La carretera alicantina es un cuchillo

El sábado de Pascua de 1975 se torna sangriento al volante con cinco fallecidos en la provincia

Hace 50 años en Alicante. Del 14 al 20 de abril de 1975: Una Pascua trágica al volante

Hace 50 años en Alicante. Del 14 al 20 de abril de 1975: Una Pascua trágica al volante / Rafa Arjones / Perfecto Arjones

Ramón Pérez

Ramón Pérez

Ni campañas con personajes famosos, ni cancioncillas para ponerse el cinturón, ni las fotos de los hijos en el salpicadero. La carretera se cobraba vidas a diario en todo el largo y ancho de la península, también en Alicante. Tal semana como ésta pero de hace 50 años la provincia vivió una de sus jornadas más negras al volante. Aquel sábado 19 de abril, Pascua, cinco personas fallecían en diversos accidentes de tráfico; tres en Altea, una en Campello y otra en Orihuela.

Los coches, uno de los objetos más codiciados en aquella sociedad de los años setenta cada vez más pudiente, eran un arma de doble filo y los problemas que se generaban a su alrededor se llegaron a convertir incluso en problemas a nivel institucional. El aparcamiento fue un gran caballo de batalla, y todavía hoy lo es, en la sociedad alicantina; y también la mortalidad en las carreteras, algo que tras décadas de trabajo a nivel nacional se supo aminorar.

Otro de los quebraderos de cabeza que debía gestionar aquel Ayuntamiento de 1975 era la poca oferta que tenía Alicante de pisos para alquilar. «Sólo se construye para vender, no hay forma de encontrar pisos vacíos para alquilar», lamentaba Felipe Choclán, agente de la propiedad inmobiliaria con peso a nivel político en la ciudad. En aquella época se calculaba que unos 60.000 alicantinos vivían de alquiler. Además, aquella semana se hacían públicos unos números que también ponían en jaque a la ciudad: el paro aumentaba en Alicante un 13 % y en aquellas fechas eran 8.846 alicantinos los que no encontraban faena.

El consistorio municipal lidiaba a diario con varios asuntos menores, pero que entorpecían la vida de algunos de sus vecinos. Una de esas quejas que había tenido cierto recorrido era la rebosante salud de las palmeras de la Rambla, plantadas apenas un año anterior. Sin embargo esa lozanía tapaba los semáforos de la citada calle y provocaba algún que otro susto. También en Virgen del Remedio se manifestaban varios jóvenes que pedían, pancarta en mano, un jardín para aquel barrio siempre olvidado.

Mientras, Alicante ya se preparaba para combatir al mosquito y tener así un verano más tranquilo que el anterior. En aquella semana de abril había comenzado la lucha antilarvaria en charcas, balsas y alcantarillado con una fumigación aérea que actuaría principalmente en los barrios más costeros.

La oferta cultural aquella semana se concentraba en las salas céntricas, donde se daban cita los seguidores de Antonio Machín, que actuaba en la sala Play Boy. El cantante, pese a tener un apartamento en Muchavista, había elegido el Carlton para descansar. Por otra parte, en el Dunas, situado en la calle Manero Mollá, actuaban Eduardo Rodrigo y Teresa Rabal. Por si fuera poco, estaba en la ciudad José María García, célebre periodista y director entonces del Hora 25 de la Cadena Ser. El Butanito daba una charla aquella semana en el salón de actos del Banco de Alicante y la expectación generada en torno al azote de las ondas era grande.

En los deportes aquel fin de semana el Hércules continuaba su excepcional sprint final y se imponía en el Rico Pérez por 3-2 al Atlético de Madrid con un gol definitivo del Tigre Barrios. Junto al estadio, en el pabellón, tuvo lugar un torneo internacional de balonmano, en el que España se midió ante Suiza, Alemana y Holanda, con destacada actuación del alicantino y líder del Calpisa, Pitiu Rochel. Además, un gimnasio hoy ilustre, el Daimyo, abría sus puertas aquellos días en la calle Cardenal Belluga. Era pionero en su oferta de artes marciales en la ciudad: karate, judo, aikido, kenda…

En Alcoy estaban de celebración, con la edición de 1975 de sus Moros y Cristianos, que comenzaba con una traca en la plaza de España y a continuación su particular nit de l’olla, donde cenaban «festers i músics» en sus respectivas filás, con desfile posterior hacia la citada plaza.

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