El Salón Azul de Alicante se ve casi negro

El Ayuntamiento recibe cada día a numerosos visitantes que se acercan a conocer sus emblemáticas estancias interiores, que presentan múltiples deficiencias y desperfectos desde hace años

Los salones del Ayuntamiento de Alicante necesitan reparaciones

El Salón de Plenos del Ayuntamiento de Alicante necesita mejorar / Héctor Fuentes

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

En mayo de 1858, con motivo de la visita de la reina Isabel II para celebrar la llegada del ferrocarril a la ciudad de Alicante, el edificio del Ayuntamiento se convirtió temporalmente en Palacio Real. Un «humilde homenaje», según los cronistas de la época, para el que una delegación tuvo que partir a Madrid, con el objetivo de adquirir los mejores y más lujosos materiales. Como resultado, unas dependencias preparadas «si no tanto como fuera el deseo de la Corporación, al menos hasta donde le permitieron sus recursos». Fruto de aquel esfuerzo, Alicante pudo presumir del que todavía hoy es uno de los grandes iconos de su Ayuntamiento: el Salón Azul. Un espacio que, sin embargo, no pasa por su mejor momento. 

La antigua Cámara Real sigue siendo en la actualidad la sala noble del Ayuntamiento, en la que se celebran tanto la mayor parte de las recepciones oficiales como los actos públicos e incluso los matrimonios civiles. Pese a ello, quienes participan en cualquiera de estos eventos se topan con múltiples deficiencias que piden a gritos una reparación. Las telas de las paredes, cuyo color otorga el nombre al espacio, se encuentran hechas jirones en varios puntos del salón. Además, presentan manchas oscuras y zonas que parecen afectadas por las humedades. 

Si la mirada se dirige solo unos centímetros más arriba, los adornos y molduras superiores tampoco dan la impresión de ser recientes, con numerosas grietas. Mientras que, en las estancias laterales al salón, se ubican una capilla y el salón de Plenos. En el espacio religioso, que permanece cerrado al paso, se puede oficiar misa gracias a una bula pontificia de Pío VI, que data de 1775. Una estancia que incluye una Inmaculada de Lucas Espinós y que presenta un mejor estado de conservación dado su escaso uso. 

Salón de Plenos

Peor suerte ha corrido el espacio dedicado a las sesiones plenarias de la Corporación. A escasos metros del Salón Azul, la historia se repite: grietas en las vigas, muros que presentan desconchones, molduras desprendidas y hasta agujeros en las protecciones de madera que recubren la parte baja de las paredes. Todo ello en la ubicación donde, cada mes, el Ayuntamiento de Alicante debate sobre las medidas a aplicar en la ciudad. De hecho, no es extraño que incluso los propios concejales y asesores bromeen en «petit comité» antes del pleno sobre su profesión «de riesgo». En abril de 2018, a las puertas del primer pleno municipal de Luis Barcala como alcalde de Alicante, un desprendimiento en el Salón de Plenos obligó a trasladar la sesión al Salón Azul. 

En aquel momento, el suceso se reconoció como «muy grave», según admitieron desde la Concejalía de Infraestructuras, ya que se trataba de una pieza de grandes dimensiones y peso que, de haberse desprendido durante la celebración del pleno, habría caído justo en una zona ocupada por dos concejalas del Ayuntamiento de Alicante.

El último en ser testigo directo del estado que atraviesan las instalaciones ha sido (aunque con un susto mucho menor) el edil de Vox Juan Utrera.

Juan Utrera muestra con sorpresa la pieza desprendida de su asiento.

Juan Utrera muestra con sorpresa la pieza desprendida de su asiento. / INFORMACIÓN

Durante el pleno del pasado jueves, el ordinario del mes de abril, el concejal se apoyó en los reposabrazos de su asiento durante una de las intervenciones del debate. La pieza de madera se desprendió por completo, cayendo al suelo y siendo recogida por Utrera, con cara de incredulidad: «Yo no he sido», comentó de inmediato.

Rehabilitación integral

Anécdotas al margen, la necesidad urgente de rehabilitación del Salón Azul, uno de los principales iconos del Ayuntamiento, y del edificio en general, es un tema recurrente en la actualidad municipal durante los últimos años. En octubre de 2024, el debate volvió a abrirse tras el desprendimiento de parte de una cornisa, que ocasionó la caída de cascotes de grandes dimensiones a la vía pública. En ese momento, salió a la luz un informe de los técnicos municipales que ya alertaba al alcalde en 2019 de que un suceso de esas características era incluso «probable».

Entonces se recordó también la existencia de un proyecto de rehabilitación integral para el conjunto del Consistorio, encargado por el bipartito del PP y Ciudadanos, siendo Adrián Santos Pérez el concejal de Urbanismo. La redacción de dicho documento salió a concurso en 2021 y terminó siendo adjudicada por cerca de 100.000 euros y un plazo de seis meses. Sin embargo, pese a que la empresa responsable cumplió con el tiempo exigido, las obras no han llegado a licitarse.

En este sentido, el equipo de gobierno actual (ya con el PP en solitario tras la desaparición municipal de Ciudadanos) asegura que su puesta en marcha sigue los cauces habituales y que se está trabajando de forma conjunta con la Conselleria de Cultura, pero que la tramitación resulta compleja (y lenta) al tratarse de un Bien de Interés Cultural protegido.

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