Locura por los transistores en los comercios alicantinos

Aluvión de compras de radios por la necesidad de la población de informarse sobre el apagón y la imposibilidad de hacerlo por televisión

Agotadas las pilas en los supermercados.

Agotadas las pilas en los supermercados. / INFORMACIÓN.

Ramón Pérez

Ramón Pérez

El apagón eléctrico que paralizó en el mediodía de ayer a toda España precipitó una serie de compras urgentes y dejó postales de caos en muchos comercios alicantinos. Del mismo modo que en la pandemia, la población copó los supermercados en búsqueda de papel higiénico, pan y agua. Sin embargo, y a diferencia de la situación de 2020, un nuevo producto irrumpió ayer con fuerza en escena: el transistor.

Rescatadas del ostracismo en el que conviven desde hace algo más de una década, las radios se convirtieron ayer en la única fuente de información sobre la enigmática caída del suministro eléctrico y fueron durante todo el día uno de los «tesoros» más buscados en las tiendas de la ciudad. Tal fue la insistencia de los alicantinos que los comercios se quedaron en pocas horas sin existencias. «No hay tanto stock de transistores como de papel higiénico o de botellas de agua, obviamente», expresaban a final de la mañana en el bazar Hermanos, ubicado en San Blas.

Con el mismo asombro hablaba el propietario del establecimiento Beep, en la calle Cardenal Belluga, sobre la búsqueda a la desesperada de un transistor de los vecinos del barrio. «Acabo de abrir y llevo 20 peticiones en menos de 15 minutos», aseguraban a primera hora de la tarde.

Tampoco quedaba ninguna existencia en el Star Market de Pintor Gisbert, donde una larga cola para pagar, iluminada con las linternas de los móviles de los clientes, bloqueaba prácticamente al completo el paso al comercio. Una voz desde el fondo del local avisaba: «Si venís a por radios, no quedan, ni tampoco pilas».

Sin luz en los domicilios ni en las oficinas, y ante la imposibilidad de informarse por la televisión ni el teléfono móvil, ni por sus diversas aplicaciones, la radio se convirtió ayer en el único método de información que tuvo el ciudadano. «Yo he ido al coche a escuchar la radio para informarme un poco de lo que estaba pasando porque llevo tres horas sin saber qué pasa», contaba una vecina en la calle SanJuan Bautista, ataviada con una garrafa de agua y decepcionada por no encontrar en la zona ningún transistor.

Así transcurrió el día en las calles de la ciudad, con los trabajadores en las puertas de los comercios oscuros y con los vecinos también en las calles en busca de un kit de supervivencia ante el desconocimiento generalizado que imperó ayer durante horas. La estampa de la ciudad durante el día fue la de la inquietud y la falta de información. Los garajes, abiertos, para que la gente pudiera entrar y sacar el coche; algunos de ellos, como el del número 14 de la calle San Juan Bosco, contó con un guardia de seguridad controlando el acceso. Muchos de los portales de la zona centro de Alicante también permanecieron abiertos hasta la noche porque el apagón también inutilizó los telefonillos.

«Hemos hecho el agosto»

En un comercio de una de las calles del entorno de la avenida de Federico Soto también hablaban de la cantidad de velas, mecheros y hornillos eléctricos que habían vendido durante el día. «Las radios y las pilas alcalinas se han agotado antes de comer», comentaban, al tiempo que reconocían que habían hecho «el agosto» en apenas un par de horas. «Aunque por desgracia sea por un suceso desgraciado, pienso en los hospitales», indicó la propietaria del comercio, que prefirió mantenerse en el anonimato.

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