Dar a luz durante el apagón

Pablo Ferre Castel-Lary fue uno de los niños que nacieron en Alicante el 28 de abril, el día del apagón. Su madre ingresó por la mañana en la Clínica HLA Vistahermosa, pero a mediodía la máquina que medía las contracciones se paró. En medio del desconocimiento, los padres se aferraron al «calor» de los sanitarios y a la efectividad del paritorio, que funcionó a la perfección

Pablo Ferre Castel-Lary, el lunes, con sus padres, en la Clínica Vistahermosa.

Pablo Ferre Castel-Lary, el lunes, con sus padres, en la Clínica Vistahermosa. / INFORMACIÓN

Ramón Pérez

Ramón Pérez

En abril de 2020, en plena pandemia, Irene y Pablo fueron padres por primera vez. Inmersos en un ambiente de mascarillas, confinamiento y restricciones jamás pensaron que tendrían otro parto envuelto en la anécdota, pero lo cierto es que esta semana lo han vuelto a tener. 

El pasado martes 28 de abril, con total normalidad, ingresaron a primera hora de la mañana en la Clínica HLA Vistahermosa. Fue todo rápido, en seguida se establecieron en la habitación y empezaron con los preparativos. A las 10 horas ya le aparecieron a Irene las primeras contracciones y una hora después comenzaron a intensificarse. A las doce y cuarto las matronas les comunicaron que a ese ritmo el bebé estaría fuera a las 16 horas. Sin embargo, a las 12:32 todo cambió, el país sufrió un apagón eléctrico y sumió en el caos a millones de personas durante horas.

«La máquina que monitorizaba las contracciones dejó de funcionar. Pensamos que era una avería puntual, así que trajeron otra, pero tampoco funcionaba. Entonces ya me fijé que ni el aire acondicionado ni la televisión respondían», recuerda Pablo Ferre, marido de Irene. Se había ido la luz y la gente ya comenzaba a comentar por los pasillos que España entera estaba sin electricidad.

«Ahí fue cuando nos asustamos, sentimos que la situación escapaba de nuestro control y que teníamos menos seguridad de que todo fuera a salir bien», explica Irene Castel-Lary. Pero en medio de esa incertidumbre generalizada apareció la luz más importante: la humana. «El personal de maternidad se volcó con nosotros, con una profesionalidad y cercanía que nos calmó desde el primer momento», prosigue. En un momento de máxima vulnerabilidad salió a relucir la empatía y la mejor versión de quienes cuidan de la vida.

Desde el mediodía, Pablo e Irene, centrados en lo que ocurría dentro del hospital, fueron informándose con una radio de lo que estaba sucediendo fuera. Sin más tecnología que un bolígrafo, fueron anotando manualmente en una hoja los intervalos entre las contracciones, su duración y la intensidad del dolor. Todo para poder informar al equipo médico de la evolución del parto.

«Entre contracción y contracción, nos asomábamos a la ventana y veíamos la avenida de Denia completamente colapsada durante horas, oíamos las sirenas, las luces de emergencia…», cuentan ambos. «En algún momento, con la risa nerviosa, decíamos que parecía que habíamos retrocedido a los años veinte: sin luz, sin tecnología, sin noticias», bromean ahora aliviados.

Aquella situación distópica, endulzada durante horas por la impecable labor del personal sanitario, tuvo el amparo de los sistemas de emergencia del hospital, que posibilitaron un uso absolutamente ordinario de los quirófanos y los paritorios. «Estaban solo para casos imprescindibles, pero nosotros lo éramos, claro», explica el padre.

Tras varias horas de apagón, Irene dio a luz a las 18:46 y durante el parto el caos eléctrico se restableció en el hospital. «Justo cuando nuestro pequeño comenzaba a asomar la cabeza, la luz volvió», recuerdan. A Alicante tardó alguna hora más en llegar la normalidad.

Pablo Ferre Castel-Lary fue uno de los niños que nacieron en Alicante el día del apagón; en el Hospital de Alicante fueron cuatro y en el de Sant Joan, tres. «No lo vamos a olvidar jamás, ya le contaremos cómo en un día con tanta tensión apareció la luz», dicen sus padres. Las hermanas de Pablo, Lucía y Marta, de cinco y tres años, lo esperan en casa con mucha ilusión. Pese a lo rocambolesco del día del parto, el padre de Pablo confía todavía en otra situación extraordinaria, el regreso del Hércules a Segunda. «Espero que el niño venga con un ascenso debajo del brazo».

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