¿Quién custodia la Santa Faz de Alicante?

La reliquia, que permanece durante todo el año en el camarín del monasterio de la Santa Faz, sale del templo el día de la romería para ser venerada. En ese momento entran en escena los caballeros custodios, dos civiles que velan por que la Santa Faz no sufra ningún desperfecto ni nadie le pegue el «cambiazo». Es una tradición adscrita a los terratenientes de la huerta alicantina

Salvador de Lacy, uno de los dos caballeros custodios de la Santa Faz.

Uno de los dos caballeros custodios de la Santa Faz / Pilar Cortés

Ramón Pérez

Ramón Pérez

La reliquia de la Santa Faz permanece protegida durante todo el año en una hornacina blindada, dentro de un camarín repleto de alarmas, ubicado tras el altar del monasterio de la Santa Faz. Toda seguridad es poca. Pero, ¿quién vela por la reliquia cuando ésta sale de su búnker particular?

El día de la romería, como este jueves 1 de mayo, y en otros eventos especiales como la efeméride de la coronación de la Virgen, la imagen sale del monasterio y su protección recae sobre unos civiles anónimos, que ostentan el cargo de caballeros custodios, que no cobran y cuya figura nació en el siglo XVII por orden expresa del monarca Carlos II. Ese cargo de guardaespaldas de la Santa Faz resulta crucial, lo era incluso más antes, porque sobre él cae el peso de la conservación de la imagen. «Vigilamos para que no sufra ningún desperfecto y también para controlar que no se realiza ningún cambio», explica Salvador de Lacy, uno de los dos caballeros custodios.

Salvador de Lacy, uno de los caballeros custodios de la reliquia, esta semana en el camarín.

Salvador de Lacy, uno de los caballeros custodios de la reliquia, esta semana en el camarín. / Pilar Cortés

Cualquier movimiento que implique la apertura de la hornacina del camarín requiere de la presencia de los custodios, que hubieron de estar presentes el pasado lunes en la prueba de llaves, que contó con la presencia del alcalde de la ciudad, Luis Barcala, o el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón

Para acceder a la imagen es necesario contar con las cuatro llaves que abren la hornacina y que tanto el Ayuntamiento como las monjas del convento guardan durante todo el año. «Nosotros no tenemos las llaves, simplemente somos testigos del momento en el que se saca la reliquia, de su trayecto y de cuando se vuelve a guardar», recuerda Eleuterio Llorca, el otro caballero custodio de la Santa Faz. El consistorio municipal guarda la segunda y la cuarta llave y las monjas de la sangre, la primera y la tercera. En cada día de peregrinación los encargados de abrir la hornacina del camarín son dos concejales síndicos (este año, Julio Calero y Ana Poquet), el capellán del monasterio, Miguel Ángel Cremades; y el deán de la concatedral de San Nicolás, Ramón Egío. Todo ello, bajo la atenta mirada de los caballeros custodios.

La figura de estos protectores de la reliquia se remonta a una ordenanza del rey Carlos II de 1669, aunque el Ayuntamiento es el encargado del nombramiento definitivo. En su origen el cargo de caballero custodio de la Santa Faz estaba adscrito a la clase de hacendados de la huerta alicantina y así continúa en la actualidad. 

Salvador de Lacy y Pérez de los Cobos es abogado, marqués de Lacy, y lleva en el cargo de caballero custodio desde 2014. El privilegio, que también tuvo su padre, le viene de la saga de los Pascual. La familia de Lacy fue propietaria de fincas como La Princesa o El Ciprés.

Eleuterio Llorca, caballero custodio de la Santa Faz.

Eleuterio Llorca, caballero custodio de la Santa Faz. / Pilar Cortés

Por su parte, Eleuterio Llorca Martínez es neumólogo en el Hospital de Elda y el cargo también le viene de linaje. En su familia el primero que ostentó el privilegio de custodiar a la Santa Faz fue su bisabuelo Eleuterio Llorca Maisonnave, sobrino del político que da nombre a la célebre avenida alicantina. Todavía hoy Llorca reside en una de aquellas casas de la huerta, Caseta Nova, imprescindibles para poder optar al honor de vigilar la reliquia.

Tanto Lacy como Llorca coinciden en la fortuna de «representar al pueblo alicantino» con este cargo que quedaba reflejado en el número doce de los Estatutos para el gobierno de la ciudad de Alicante que promulgó Carlos II y que entraron en vigor el 18 de diciembre de 1669. «La Santa Faz pertenece a los alicantinos y nosotros somos uno más, controlamos que la reliquia que sale sea la que regrese al camarín», aseguran. Hoy vuelve a ser imprescindible su presencia para que el milagro siga siendo original

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