El salvaje del Cabo de la Huerta: una leyenda viva de Alicante

Los guías turísticos, al pasar por el lugar, todavía hoy señalan su morada como un punto de interés, alimentando así el mito

El salvaje del Cabo de la Huerta: la leyenda de Alicante que se mantiene viva

El salvaje del Cabo de la Huerta: la leyenda de Alicante que se mantiene viva / Eva Abril

J. A. Giménez

J. A. Giménez

En las tranquilas calas del Cabo de la Huerta, entre la playa de la Albufereta y la de San Juan, se esconde una historia que aún hoy susurra el viento marino: la del "salvaje del Cabo". Un personaje real que, según relata Alberto Pinillos Laffón en Hoja del Lunes de Alicante, habitó durante años una construcción ruinosa al inicio del paraje, desde donde se divisa la playa de San Juan.

Este hombre, de aspecto desaliñado y mirada penetrante, se convirtió en una figura enigmática para los alicantinos. Su presencia solitaria y su estilo de vida austero despertaban tanto curiosidad como respeto entre quienes recorrían la zona.

Los guías turísticos, al pasar por el cabo, todavía hoy señalan su morada como un punto de interés, alimentando así la leyenda.

El Cabo de la Huerta, desde lo alto, en una fotografía realizada en 1982. | PERFECTO ARJONES

El Cabo de la Huerta, desde lo alto, en una fotografía realizada en 1982. / PERFECTO ARJONES

Su comportamiento, aunque esencialmente pacífico y contemplativo, a veces rompía la rutina con escenas algo más incómodas. Pinillos Laffón recuerda cómo, en más de una ocasión, el hombre se acercaba sin reparo a jóvenes que paseaban por la zona en bañador o bikini, mostrando abiertamente su desnudez con una actitud que, sin llegar a ser agresiva, sí provocaba sobresalto tanto en las chicas como en los testigos de la escena. Tras causar la impresión deseada, se retiraba sin más a su rincón del cabo, como si aquel breve contacto con el mundo fuese suficiente para él.

El Cabo de la Huerta, conocido por sus calas de aguas cristalinas y su rica biodiversidad, ha sido testigo de múltiples historias. Además de su belleza natural, alberga vestigios históricos como las piscifactorías romanas y el faro inaugurado en 1856, que aún hoy guía a los navegantes.

La figura del "salvaje del Cabo" se ha integrado en el imaginario colectivo de Alicante, recordándonos que, más allá de las postales turísticas, existen relatos humanos que dan alma a los paisajes. Su historia, aunque envuelta en misterio, sigue viva en las narraciones de quienes visitan este rincón del Mediterráneo.

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