Esta es la curiosa construcción que se esconde en el foso del castillo de San Fernando
El refugio, sencillo pero cuidado, se ha convertido en punto de encuentro para paseantes y dueños de perros

El foso del castillo San Fernando, un refugio improvisado / Pilar Cortés
Desde hace un par de meses, una construcción de madera ha aparecido en el foso del castillo de San Fernando, en Alicante. No forma parte de ninguna iniciativa municipal ni de una actividad cultural: la ha levantado a mano José Díaz, un jubilado de 66 años que acude cada día a este rincón a pasar el rato con sus dos perros. Poco a poco la caseta se ha convertido en un punto de encuentro para otros habituales de la zona, sobre todo los que, como él, van acompañados por sus mascotas.
"Como vengo por aquí con los perros y hace mucho sol, empecé a hacer esta caseta para estar más cómodo", explica Díaz, sentado a la sombra de su propia creación. Asegura que no, pese a ser un sintecho, no duerme allí, sino que simplemente pasa el día. "Vengo prácticamente todos los días, en torno al medio día, y me quedo hasta la una y media o dos", cuenta. Junto a él, sus perros, Diana y Linda, corretean por la zona. La caseta, hecha con palés, listones de cama y trozos de madera recogidos por el barrio, aprovecha unas argollas que ya estaban en la pared del castillo para sujetarse. "No es difícil de montar, son cuatro maderas clavadas", explica Díaz.
"Como vengo por aquí con los perros y hace mucho sol, empecé a hacer esta caseta para estar más cómodo"
Una construcción sencilla
José no tiene prisa. Va sumando mejoras con el tiempo: una valla aquí, una tabla allá. "Los listones son de camas de madera que me he ido encontrando. Tengo palés y otras maderas que me he ido trayendo poco a poco”, explica Díaz. También ha colocado un bidón de plástico con la idea de coger agua y poder limpiar y regar las plantas que espera poner en la zona. "Al principio pensé en plantar algo. Si me encuentro unas tomateras o unas matas de pimientos, las pondré por aquí. Me haría ilusión tener un huerto", comenta.
Este alicantino, que dicen haber trabajado en muchos oficios —"he sido cocinero, marinero, albañil, de todo"—, se entretiene mejorando su rincón día a día. Pasa las noches en las proximidades del castillo de San Fernando, lo que le facilita venir hasta este espacio casi todos los días, menos los sábados, que dedica a pasear con su mujer. "Me entretengo con esto y estoy al aire libre", destaca Díaz.

El foso del castillo San Fernando, un refugio improvisado / Pilar Cortés
Un espacio compartido
Aunque lo hizo para él, el rincón de José Díaz se ha convertido en una pequeña zona común para quienes pasean por el castillo. "Aquí nos juntamos varias personas que vienen con sus perros a pasear por la zona. Cuando yo no estoy, otros se sientan igual. Estamos a gusto", cuenta Díaz.
Pese a que no está a la vista desde los caminos principales, quienes se asoman al foso ya han descubierto este espacio inesperado. Verónica Peral, que suele pasear por la zona con su perro, recuerda que la caseta ya estaba allí en abril. "Creo que se lo ha hecho alguien para resguardarse, porque siempre vemos a una persona ahí con sus perros. De hecho, una amiga se refugió ahí una tarde con una tromba de agua y le vino fenomenal. Pero si vienes caminando normal, ni te enteras, tienes que asomarte al foso para verlo", subraya Peral.
"Si me encuentro unas tomateras o unas matas de pimientos, las pondré por aquí. Me haría ilusión tener un huerto"
Un hallazgo inesperado
Pascual Lledó, otro vecino que suele recorrer el castillo con su perro, también ha notado la presencia del refugio. "Lleva ahí un par de meses. Al principio pensé que sería algo que formaría parte del festival Alacant Desperta que se hizo la pasada semana, pero vi que no", comenta Lledó. Aunque se muestra escéptico sobre su permanencia, valora que esté bien mantenido: "Por lo menos está limpio y bien arreglado, pero no creo que la Policía Local lo deje ahí mucho tiempo".
Otros paseantes se han topado con la caseta casi por casualidad. Es el caso de Cosmin Georgescu, que vive en Alicante desde hace poco más de un mes. "Encontré este sitio hace dos semanas, y ya estaba así. Pensé que alguien se encargaba de este espacio porque está muy bien organizado y cuidado. No parece que esté abandonado", explica.
Mientras tanto, en el foso
Mientras, José Díaz sigue viniendo cada mañana con sus mascotas, se sienta un rato, charla con quienes se acercan y cuida del espacio como parte de su rutina. No pide mucho, solo que lo dejen estar tranquilo. "Mientras que no lo tiren… Todo bien", comenta Díaz. Por ahora, el refugio improvisado sigue ahí, discreto en el foso del castillo, como un rincón más donde pasar la mañana.
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